Por @Wicho — 17 de Abril de 2024


Ingenuity a la derecha de la imagen sobre las dunas en las que quedará para siempre y el aspa rota de su rotor a la izquierda del centro de la imagen – NASA/JPL-Caltech/LANL/CNES/CNRS

El pasado 25 de enero la NASA daba por terminada la misión del helicóptero Ingenuity en Marte tras un vuelo en el que al menos una de sus aspas resultó dañada. Pero según acaban de contar el pequeño helicóptero aún tiene trabajo, y para muchos años: actuará como una especie de estación meteorológica y de recogida de datos en la superficie de Marte. Pero serán datos para un eventual uso futuro.

Para el futuro porque la radio de Ingenuity no tiene potencia para comunicarse con el control de la misión, tan siquiera utilizando las sondas que hay en órbita alrededor de Marte que pueden actuar como relé de comunicaciones. Así que no podrá enviarlos a ningún sitio. De hecho era el rover Perseverance el que hacía de relé de comunicaciones para él. Pero al irse alejando para continuar con su misión ya no podrá hacer tal cosa. Y de hecho la última sesión de comunicaciones con Ingenuity tuvo lugar ayer, 16 de abril de 2024.


La sombra de un aspa rota que marca el fin de una impresionante misión – NASA/JPL-Caltech

Pero como salvo el rotor dañado todo funciona todavía a bordo de Ingenuity el plan a partir de ahora es que se despierte una vez al día. Y así aprovechará para medir el funcionamiento de su panel solar, baterías y equipos electrónicos. Además, tomará imágenes de la superficie con su cámara en color y recogerá la temperatura de varios sensores que monta.

Todos esos datos quedarán grabados en su memoria, que aunque se quede sin electricidad no pierde los contenidos. El equipo de la misión calcula que si nada falla Ingenuity tiene memoria como para almacenar veinte años de datos diarios antes de que se llene su memoria.

La idea es que en un futuro alguien o algo pueda ir junto a Ingenuity –a lo Mark Watney– y recoger todos esos datos. Aunque probablemente no sucederá tal cosa. Pero como a la NASA no le cuesta nada dejar a Ingenuity en funcionamiento sobre Marte mientras dure tiene una cierta lógica que lo hayan programado para ello.

Y más allá de toda lógica nuestro corazoncito geek se alegra enormemente. Aunque nunca más volvamos a saber de él. Al menos no en nuestras vidas.

Además no hay que olvidar que Ingenuity era una demostración tecnológica para ver si éramos capaces de hacer volar una máquina más pesada que el aire en la tenue atmósfera marciana, 100 veces menos densa que la terrestre. Para ello tenía que hacer cinco vuelos en 30 días… Y al final ha hecho 72 vuelos en casi tres años, acumulando algo más de dos horas y ocho minutos en el aire.

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Por @Wicho — 17 de Abril de 2024

El avión demostrador supersónico XB-1 de Boom Supersonic ya tiene permiso para hacer vuelos supersónicos. Es la primera vez que la Administración Federal de Aviación (FAA) de los Estados Unidos autoriza pruebas supersónicas para un avión civil.

El XB-1 hacía su primer vuelo el pasado 23 de marzo, así que aún falta para que intenten volar a más velocidad que la del sonido, pues la idea es ir haciendo sucesivos vuelos en los que cada vez se le pida más al avión.

Los vuelos de prueba del XB-1 seguirán realizándose en el Complejo de pruebas R-2508, situado en la Base de la Fuerza Aérea de Edwards. Pero cuando toque volar supersónico utilizarán el Corredor Supersónico de Black Mountain y parte del Corredor Supersónico de Gran Altitud dentro del espacio aéreo R-2515, que con anterioridad se ha utilizado para investigaciones y operaciones aeronáuticas supersónicas militares.

Los datos que se obtengan serán utilizados en el desarrollo de Overture, el avión supersónico comercial de Boom Supersonic. Overture transportará entre 64 y 80 pasajeros a Mach 1,7, casi dos veces la velocidad del sonido y aproximadamente el doble de la de la de los aviones comerciales actuales.


impresión artística del Overture en vuelo – Boom Supersonic

Del que todavía seguimos esperando noticias es del X-59 QueSST, el avión supersónico «silencioso» de la NASA que busca demostrar tecnologías que permitan el vuelo supersónico relativamente silencioso. Iba a haber volado en 2023 pero hace ya meses que sabemos que no será hasta este año cuando levante el vuelo.

Boom Supersonic está en Twitter como @boomaero.

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Por @Wicho — 13 de Abril de 2024

Vista elevada de una planta de Boeing en la que se ven las tres secciones del fuselaje de un Boeing 787-10 listas para su ensamblado
Las tres secciones del fuselaje de un Boeing 787-10 listas para su ensamblado – Boeing

Sam Salehpour, un ingeniero que lleva más de una década trabajando para y en Boeing, ha decidido hacer pública esta semana su preocupación por cómo son ensamblados los fuselajes de los 787 y los 777. Según él los procedimientos utilizados podrían provocar su fallo estructural incluso, y especialmente, en pleno vuelo.

Ha tomado esta decisión después de que, siempre según él, en la empresa le hayan ignorado, ninguneado, amenazado con violencia física, trasladado del 787 al 777, e incluso amenazado con el despido.

Según el señor Salephour en el caso del 787 el problema está en que Boeing usa más fuerza de la estipulada en las especificaciones oficiales del proceso para unir los distintos segmentos del fuselaje. Esto hace que algunas de las partes en las que las distintas piezas del fuselaje no encajan a la perfección queden disimuladas, con lo que la empresa se ahorra rellenar esos huecos y por ello tiempo y dinero.

Es, como explica José Manuel «Gizmo», como si intentas montar una maqueta cuyas piezas no encajan bien y aprietas y aprietas para hacerlas encajar.

Estas dificultades en el encaje fino de las piezas son una consecuencia bien entendida de la fabricación en fibra de carbono y precisamente por eso se usan suplementos para rellenar estos huecos, suplementos que pueden ser líquidos o sólidos. Si el relleno se realiza correctamente las fuerzas se transmiten adecuadamente y no pasa nada; todo funciona como debe.

Pero si no las pones porque haces fuerza para que no se vean en cuanto esa fuerza ya no está presente esos huecos reaparecen. Y con ellos las cargas a las que se ve sometido el fuselaje no son las esperadas. Para el señor Salephour esto, con el tiempo, puede llevar al fallo estructural de esos fuselajes.

Un 787 durante su ensamblado – Boeing
Un 787 en pleno proceso de ensamblado – Boeing

Boeing, por supuesto, niega que esto sea un problema. O al menos que lo sea a corto plazo, pues alega que estos esfuerzos no previstos nunca van a ser un problema durante la vida útil de un 787; que el fuselaje va a aguantar sin problemas mucho más allá de lo que tiene que durar un avión.

Salehpour dice también que durante el taladrado de los orificios de fijación en las uniones de las secciones del fuselaje, Boeing supuso que, debido a la fuerza aplicada no había ningún hueco en el que pudieran caer restos. Bajo esa asunción no es necesario separar las piezas después de haber hecho los taladros para limpiar la zona y alisar los bordes de los orificios. Pero según cifras de la propia Boeing en realidad hasta un 80 % de los orificios hay presentes restos. De nuevo es algo que él cree que puede afectar a la larga a la durabilidad del fuselaje del 787.

Y por si esto fuera poco Salephour descubrió que en el ensamblado del 777, línea a la que fue enviado como castigo, las cosas tampoco van mucho mejor. Dice haber visto personas saltando sobre las chapas que forman el fuselaje para conseguir encajar unas secciones con otras.

Todas estas alegaciones están siendo estudiadas por la Administración Federal de Aviación (FAA) de los Estados Unidos. Y es de esperar que se lo tomen muy en serio tras su papelón con el 737 MAX. Salehpour intervendrá la próxima semana en una audiencia del Senado convocada por el senador Richard Blumenthal «para examinar la quebrantada cultura de seguridad de Boeing, centrándose en testimonios de primera mano.»

En cualquier caso, es un nuevo varapalo para Boeing, que en los últimos años no levanta cabeza a causa de sucesivos problemas de calidad de sus aviones, algo que recientemente le ha costado sus puestos a la cúpula directiva de la empresa.

(Algunos datos vía The New York Times y The Seattle Times).

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Por @Wicho — 4 de Abril de 2024

Portada del libroA Wing and a Prayer: The «Bloody 100th» Bomb Group of the US Eighth Air Force in Action Over Europe in World War II. Por Harry H. Crosby. Open Road Media (14 de septiembre de 2021). 350 páginas.

La recientemente estrenada serie Los amos del aire dice en sus créditos que está basada en el libro Masters of the Air de Donald A. Miller. Pero lo cierto es que la serie contiene un montón de escenas sacadas directamente del libro de Crosby, por lo que me extraña mucho que no lo mencionen.

De hecho Harry H. «Croz» Crosby es el protagonista principal de la serie. Lo que es lógico porque, salvo un mes de permiso en los Estados Unidos, estuvo en Inglaterra con el 100 Grupo de bombardeo todo el tiempo desde que los primeros aviones llegaron a la base aérea de Thorpe Abbots en mayo del 43 hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.

El libro, publicado por primera vez en 1993, es una memoria de sus vivencias, de las de algunos de sus compañeros, y de la unidad durante esos dos años y pico. Una memoria sincera, sin nada del heroísmo que muchas veces se asocia a los vencedores de un conflicto. Una memoria en la que no esquiva la cuestión de si lo que estaban haciendo era correcto; de si valía cualquier cosa con tal de derrotar al régimen nazi; de si esas cosas que hacían no los estaban convirtiendo a ellos en monstruos.

Explica también los objetivos iniciales de la 8ª Fuerza Aérea, en la que estaba encuadrado el 100 Grupo, y de cómo estos fueron cambiando según las necesidades de la guerra y la realidad se iban interponiendo.

Cuenta como el 100 era al principio poco más que una banda de críos indisciplinados de veintipico años a los que les habían dado unos B-17 y cómo eso supuso que se convirtiera en la unidad con más bajas de la 8ª;, de ahí lo del Bloody 100th, el Sangriento 100. Lo que no es decir poco cuando la 8ª fue la unidad con mayor porcentaje de bajas de todas las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos.

Y cómo no fue hasta que en noviembre de 1943 el mayor –luego teniente coronel– John Bennett y en mayo del 44 el teniente coronel Thomas Jeffrey tomaron el mando de la unidad cuando las cosas cambiaron radicalmente. Especialmente bajo el mando del segundo el 100 empezó a volar en formaciones cerradas como debían y sus cifras de bajas pasaron a estar en la parte baja de las de la 8ª y la precisión de sus bombardeos a la parte alta de la tabla.

En definitiva, un libro muy recomendable, en especial si quieres entender de qué va –o qué se supone que debería haber contado– Los amos del aire.

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