Por @Wicho — 18 de Abril de 2024

Los TW-EF3A en los cuatro colores en los que están disponibles: negro, verde, gris claro y rosa
Foto de familia de los TW-EF3A en los cuatro colores en los que están disponibles: negro, verde, gris claro y rosa – Yamaha

Desde siempre he usado auriculares intraaurales sin mayor problema. Pero de un tiempo a esta parte me molestan cada vez más. Así que cuando leí la nota de prensa acerca de los auriculares intraaurales abiertos Yamaha TW-EF3A [página de producto en inglés; por alguna extraña razón no la hay en español] pregunté si me podían enviar unos para probar y así lo hicieron amablemente. Llevo usándolos varias semanas y estoy muy positivamente asombrado con la calidad de su sonido.

Que los TW-EF3A sean unos auriculares intraaurales abiertos quiere decir que se apoyan en la parte inferior interna de tus orejas pero sin meterse en el canal auditivo. Esto quiere decir también que ni de lejos te aíslan del exterior como unos intraaurales ni como unos supraaurales; los ruidos que te rodean siempre se van a colar en mayor o menor medida. Los más tenues ni los oirás, pero los más fuertes seguro que sí.

Esto tiene sus ventajas y sus inconvenientes. La ventaja principal –aparte de la comodidad de no llevar nada metido en el oído– es que estarás al tanto de tu entorno, lo que está muy bien si los llevas puestos por la calle. El principal inconveniente es, a la vez, que siempre estarás al tanto de tu entorno. Y que la música no suena al mismo nivel que con unos intraaurales o con unos supraaurales.

Otro inconveniente es que se te pueden caer mientras caminas tranquilamente por la calle. Me pasó una vez con el izquierdo y otra con el derecho. Así que aunque cumplen con los estándares IPX4 de resistencia al sudor y la humedad desde luego no los recomiendo para hacer ejercicio. Al menos nada que cause más movimiento que una bicicleta estática.

Aún así he de decir que los TW-EF3A serán pequeñitos, pues los transductores (altavoces) que montan son de tan sólo 13 mm, pero suenan impresionantemente altos y bien para su tamaño. Debe ser cosa de su construcción en titanio, lo que por lo visto favorece la reproducción de los tonos bajos, y de las tecnologías True Sound, que según el fabricante ofrece un buen sonido cargado de realismo, detalle y claridad y Listening Care, que permite disfrutar plenamente de la música incluso a niveles bajos de volumen. Por lo visto compensa las frecuencias altas y bajas que son difíciles de oír a niveles bajos de volumen y mantiene la gama sonora original de la música incluso a niveles bajos de volumen.

Sí, ya sé que ningún fabricante va a hablar mal de sus productos nunca. Pero en este caso compro todo eso que dicen: como dije al principio los TW-EF3A suenan espectacularmente bien para lo que son. O al menos para las expectativas que yo tenía. Por supuesto no crean el escenario sonoro de unos intraaurales o de unos supraaurales. Pero al menos lo intentan. Y la separación de canales es muy buena con sonidos muy claramente a la izquierda o a la derecha según toque.

Sí es cierto que al principio me dio la impresión de que los agudos eran demasiado restallantes y sibilantes. Pero es una sensación que desapareció muy pronto. No sé si porque al principio tenía los oídos un poco tontos o porque los auriculares necesitaban algo de rodaje.

Su respuesta de frecuencia, por si quieres el dato, va de los 40 a los 19.000 hercios, lo que es un poco menos que el rango auditivo de una persona. Al menos que del rango auditivo teórico. No quiero mirar el mío a estas alturas de mi vida.

Batería y conectividad

Los TW-EF3A en verde junto con su estuche de cargaCada auricular pesa 5,9 gramos y el estuche de carga añade 33 gramos más, así que el conjunto suma 45 gramos.

Completamente cargados los TW-EF3A tienen una autonomía de 10 horas. Los auriculares se cargan siempre en el estuche, no tienen ningún conector para ello. El tiempo de carga completa es de dos horas, mientras que diez minutos de carga les dan para una hora de reproducción.

A esas diez horas hay que añadir 16 horas más disponibles en el estuche cuando está completamente cargado. El estuche se carga vía USB-C y también necesita dos horas para ello. La caja incluye un cable USB-A a USB-C de 30 cm. Pero ningún adaptador de corriente. Tendrás que utilizar uno que ya tengas o conectarlo a un ordenador u otro dispositivo con un puerto USB libre. Puedes cargar los auriculares a la vez que el estuche.

Una cosa que no me gustó es que no hay manera de saber cuánta carga le queda al estuche sin poner los auriculares en él. El LED que tiene en su frontal y que indica la carga que le queda (20 % o más, menos del 20 %, o nada) sólo se enciende cuando los metes; no sirve con abrir la tapa.

Se conectan al mundo vía Bluetooth 5.3 multipunto con los perfiles A2DP, AVRCP, HFP y HSP y soportan los codecs SBC y AAC. Lo de multipunto quiere decir que puedes tenerlos emparejados y conectados a la vez con dos dispositivos como por ejemplo el ordenador y el móvil.

Lo de lo perfiles quiere decir que los puedes conectar prácticamente a cualquier dispositivo del mercado y que pueden controlarlo con los botones físicos –nada de cosas táctiles aquí– que incorporan. Eché en falta que tuvieran un sensor que detecte cuando te los quitas y que pare la música automáticamente. También quiere decir que pueden funcionar como manos libres para el teléfono móvil.

Lo de los codecs, ambos con pérdida, quiere decir que por mucha calidad que tengan tus archivos de sonido, los TW-EF3A nunca la van a aprovechar a tope. Pero tampoco es su objetivo. Para escuchar Spotify o similares son más que buenos.

También son muy buenos, por cierto, como manos libres. Los he usado todo este tiempo para contestar llamadas a mi móvil y nadie se ha enterado –o al menos nadie ha dicho nada– de que estaba usando unos auriculares. Que ya sabes que a veces la calidad de los micros de los auriculares deja que desear

Para esto los TW-EF3A incluyen una función llamada Clear Voice destinada a mejorar las bandas de frecuencias de la voz. Lo malo es que no se activa automáticamente. Por lo que en el 90 % o más de las llamadas que contesté no la utilicé porque olvidé darle al botón. Así que sí, la voz suena algo mejor con ella. Pero sin ella también suena muy bien. También la puedes utilizar cuando escuches música, a modo de ecualizador que potencia la voz.

También tienen un modo juego que hace que el audio y el vídeo suenen más sincronizados, lo que se supone que es útil al ver vídeos o jugar. Pero o bien no uso juegos muy exigentes –que probablemente– o no hay gran diferencia.

En fin, que estoy encantado con ellos. De hecho, aunque tengo unos auriculares intraaurales de gama bastante más alta que objetivamente suenan mucho mejor, los he abandonado en favor de los TW-EF3A, que por 50 euros me parecen un chollo y absolutamente recomendables.

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Por @Alvy — 18 de Abril de 2024

Es más fácil escribir un programa incorrecto que comprender uno correcto.

Los epigramas son «frases breves e ingeniosas, frecuentemente satíricas», algo así como «ocurrencias» o «frases agudas». Y hete aquí que a alguien se le ocurrió hace tiempo escribir (o recopilar) 120 epigramas sobre informática y programación.

Cuidado con el abismo de Turing, en el que todo es posible pero nada de lo fácil es interesante.

Con solo leerlos se ve que tienen cierta viejunez: hablan mucho de Fortran, Lisp y otros lenguajes que eran más populares hace décadas, además de menciones a mini y microordenadores y cosas así. Según parece provienen de Epigrams in Programming, de Alan J. Perlis, de la universidad de Yale, en un artículo publicado en el SIGPLAN de la ACM en 1982.

Todo programa tiene (al menos) dos propósitos: aquel para el que fue escrito y otro para el que no.

Es entretenido revisarlos, en parte por ser una especie de documento de otra época, en parte porque son realmente satíricos y graciosos –si les coges el punto informático, claro– y en parte porque pueden servir como inspiración. O para hacer tazas, camisetas o pósteres, que siempre hay una frase de estas para cada ocasión.

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Por @Wicho — 18 de Abril de 2024

La NASA acaba de anunciar que ha dado el visto bueno para seguir adelante con el desarrollo del dron Dragonfly con el objetivo de lanzarlo rumbo a a Titán en julio de 2028… O al menos para intentarlo.

Dragonfly es, para mí, una de las misiones más asombrosas e ilusionantes de los últimos años. Aprobada a mediados de 2019 su objetivo es enviar un «dron» a estudiar Titán, una de las lunas de Saturno. Sí, vamos a enviar un dron a Titán. Casi nada.

Pero no será la primera nave que aterrice en Titán. Ese puesto le corresponde para siempre a Huygens, una sonda de la Agencia Espacial Europea (ESA) que se posó en ella el 14 de enero de 2005.


Impresión artística de Huygens sobre la superficie de Titán – ESA

Por todo lo que sabemos esta luna de Saturno se parece mucho ahora mismo a la Tierra primigenia. Y dado que no sabemos cómo en la tierra pasamos de química a biología, un proceso que podría estar teniendo lugar en Titán ahora, estudiar las condiciones actuales de Titán nos podría llevar a entender mejor el origen de la vida.

Originalmente tenía que haber estado listo para su lanzamiento en 2026 para llegar a su objetivo en 2034. Pero la falta de financiación –no sólo de Dragonfly sino de la NASA en general– ha ralentizado el proceso. Aunque también ha ayudado que su coste estimado ha ido creciendo, de unos 1.100 millones de dólares hasta los aproximadamente 3.500. Así que hace ya algún tiempo que se sabía que 2024 era un objetivo inalcanzable para el lanzamiento.

Pero la buena noticia es que, tras revisar la financiación disponible y, sobre todo, el nivel de madurez técnico de la misión, la NASA sigue viéndola viable, aunque para un lanzamiento en 2028. Lo que, afortunadamente, no afectará a su fecha de llegada, aún prevista para 2034.

Dragonfly es un octocóptero que durante el día en Titán –que dura ocho días terrestres– volará de un sitio a otro, o que incluso permanecerá en vuelo estático para tomar medidas con sus instrumentos y hacer observaciones con sus cámaras.


Impresión artística de Dragonfly sobre la superficie de Titán – NASA/Johns Hopkins APL/Steve Gribben

En la ilustración se pueden apreciar el generador térmico de radioisótopos, que es el cilindro que sale de su parte trasera; la antena de alta ganancia (velocidad) para el contacto con el control de la misión, que es el disco que hay en la parte superior; los rotores, fabricados en aluminio con el borde de ataque en titanio; y algunas de las aperturas para los sensores, en el morro, que incluyen un lidar (radar láser) y cámaras de navegación para identificar terreno llano para los aterrizajes.

Gracias al generador termoeléctrico de radioisótopos, similar al de Perseverance, al que le da igual que sea de día o de noche, podrá seguir operando también durante la noche para analizar las muestras tomadas con los taladros que llevará en las patas frontales de los patines y llevar a cabo estudios sismológicos, monitorizar las condiciones meteorológicas, y obtener imágenes microscópicas locales usando iluminación LED.

A estas alturas el equipo de la misión ha realizado importantes avances técnicos en el diseño de Dragonfly. Entre ellos: una serie de pruebas de los sistemas de guiado, navegación y control en los desiertos de California en una zona similar a las dunas de Titán; múltiples pruebas de los sistemas de vuelo en los túneles de viento del Centro de Investigación Langley de la NASA; y del funcionamiento en la nueva Cámara Titán del Laboratorio de física aplicada de la Universidad Johns Hopkins de un modelo a escala real con los mismos instrumentos que irán a Titán, sometido a las mismas condiciones de temperatura y presión atmosférica que tendrá que soportar.

Son precisamente estos avances los que han convencido a la NASA de la solidez de la misión y de que merece la pena seguir adelante con ella. Y por ello ha autorizado la fabricación de la unidad de vuelo de Dragonfly.

El Laboratorio de física aplicada (APL) de la Universidad Johns Hopkins, que está gestionando la misión para la NASA, está en Twitter como @JHUAPL. La misión, como tal, no tiene, o al menos no todavía, cuenta.

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Por @Alvy — 18 de Abril de 2024

Los cómics de F/OSS sobre los orígenes de la cultura hacker, los lenguajes y sus personajes

No conocía los Cómics de F/OSS, que están dedicados al software libre y abierto en desde diferentes puntos de vista (FOSS = Free and Open Source Software). Son obra de Joone Hur y se publican desde 2018, a un ritmo lento pero seguro. De momento hay 8 entregas:

Los cómics están muy centrados en personajes, que van desde los orígenes con Babbage y Lovelace a Thomson y Ritchie. Así que sirve como documento histórico tanto por las diversas historias que cuenta como para conocer un poco más a sus protagonistas.

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