Por @Wicho — 17 de Abril de 2024

Hace un mes Alejandro Otero comentaba que lo que parecían los restos de un palé con baterías viejas de la Estación Espacial Internacional (EEI) habían caído sobre su casa en Fort Myers en Florida. Y que no le habían dado a su hijo por poco. He estado pendiente del tema y por fin la NASA ha confirmado que en efecto esa pieza proviene del palé en cuestión.

Más en concreto es parte de uno de los soportes que ayudaban a fijar las baterías en el palé. Está hecho de la aleación metálica Inconel, mide 10 centímetros de altura, 4 de diámetro, y pesa unos 725 gramos. El palé entero con las baterías tenía un tamaño similar al de una nevera y pesaba unos 2.600 kilos, así que podía haber sido peor.


La pieza en cuestión comparada con una igual – NASA

Alejandro llegó a la conclusión de que la pieza en cuestión podía venir del palé gracias a un tuit de Jonathan McDowell que mencionaba la hora y ubicación de su reentrada.

Ese palé fue «tirado por la borda» de la EEI en marzo de 2021 después de haberse quedado sin nave en la que ser colocado para una reentrada controlada. Esto, a su vez, viene del fallo del lanzamiento de la cápsula tripulada Soyuz MS-10 en octubre de 2018.


El palé en cuestión – NASA

A bordo de ella iba el astronauta de la NASA Nick Hague. Y una de sus tareas previstas era ayudar a la instalación de unas baterías nuevas en la Estación que habían llegado a bordo del carguero espacial japonés Kounotori 7. Pero al no llegar Hague a la EEI cuando estaba previsto no quedó más remedio que sacar las baterías nuevas del Kounotori 7 y dejarlas en el exterior de la Estación a la espera de que pudieran ser cambiadas.

Eso hizo que las baterías que iban a ser reemplazadas, que tenían que haber sido colocadas junto con su palé en la bodega de carga del carguero para su reentrada controlada en la atmósfera, perdieran su billete de vuelta. Con el problema extra de que esos palés sólo cabían en los Kounotori. Y de que los Kounotori 8 y 9 ya tenían comprometida su capacidad de carga para llevar a la EEI otros dos nuevos juegos de baterías y, sobre todo, traer de vuelta baterías viejas.


El HTV-8 ya acoplado a la Estación Espacial Internacional. Se puede ver el palé con baterías asomando de su compartimento de carga no presurizado - NASA

Así que al final, terminado el proceso de reemplazo de las 48 baterías de la EEI, que duró cuatro años, no quedó más remedio que deshacerse de ese palé por las bravas y esperar que se desintegrara por completo en la atmósfera. Aunque también podían haberlo dejado indefinidamente en el exterior de la Estación, donde no molestaba mucho.

Claro que ahora sabemos que no se desintegró por completo. La NASA dice que utilizará lo aprendido para actualizar sus modelos de reentrada. Pero al señor Otero y a su hijo nadie les quita el susto del cuerpo. Y queda aún por ver quién se va a hacer cargo de los daños ya que si bien las baterías eran propiedad del gobierno de los Estados Unidos el palé había sido lanzado por la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial (JAXA).

(Algunos datos vía Ars Technica).

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Por @Wicho — 13 de Abril de 2024

Vista elevada de una planta de Boeing en la que se ven las tres secciones del fuselaje de un Boeing 787-10 listas para su ensamblado
Las tres secciones del fuselaje de un Boeing 787-10 listas para su ensamblado – Boeing

Sam Salehpour, un ingeniero que lleva más de una década trabajando para y en Boeing, ha decidido hacer pública esta semana su preocupación por cómo son ensamblados los fuselajes de los 787 y los 777. Según él los procedimientos utilizados podrían provocar su fallo estructural incluso, y especialmente, en pleno vuelo.

Ha tomado esta decisión después de que, siempre según él, en la empresa le hayan ignorado, ninguneado, amenazado con violencia física, trasladado del 787 al 777, e incluso amenazado con el despido.

Según el señor Salephour en el caso del 787 el problema está en que Boeing usa más fuerza de la estipulada en las especificaciones oficiales del proceso para unir los distintos segmentos del fuselaje. Esto hace que algunas de las partes en las que las distintas piezas del fuselaje no encajan a la perfección queden disimuladas, con lo que la empresa se ahorra rellenar esos huecos y por ello tiempo y dinero.

Es, como explica José Manuel «Gizmo», como si intentas montar una maqueta cuyas piezas no encajan bien y aprietas y aprietas para hacerlas encajar.

Estas dificultades en el encaje fino de las piezas son una consecuencia bien entendida de la fabricación en fibra de carbono y precisamente por eso se usan suplementos para rellenar estos huecos, suplementos que pueden ser líquidos o sólidos. Si el relleno se realiza correctamente las fuerzas se transmiten adecuadamente y no pasa nada; todo funciona como debe.

Pero si no las pones porque haces fuerza para que no se vean en cuanto esa fuerza ya no está presente esos huecos reaparecen. Y con ellos las cargas a las que se ve sometido el fuselaje no son las esperadas. Para el señor Salephour esto, con el tiempo, puede llevar al fallo estructural de esos fuselajes.

Un 787 durante su ensamblado – Boeing
Un 787 en pleno proceso de ensamblado – Boeing

Boeing, por supuesto, niega que esto sea un problema. O al menos que lo sea a corto plazo, pues alega que estos esfuerzos no previstos nunca van a ser un problema durante la vida útil de un 787; que el fuselaje va a aguantar sin problemas mucho más allá de lo que tiene que durar un avión.

Salehpour dice también que durante el taladrado de los orificios de fijación en las uniones de las secciones del fuselaje, Boeing supuso que, debido a la fuerza aplicada no había ningún hueco en el que pudieran caer restos. Bajo esa asunción no es necesario separar las piezas después de haber hecho los taladros para limpiar la zona y alisar los bordes de los orificios. Pero según cifras de la propia Boeing en realidad hasta un 80 % de los orificios hay presentes restos. De nuevo es algo que él cree que puede afectar a la larga a la durabilidad del fuselaje del 787.

Y por si esto fuera poco Salephour descubrió que en el ensamblado del 777, línea a la que fue enviado como castigo, las cosas tampoco van mucho mejor. Dice haber visto personas saltando sobre las chapas que forman el fuselaje para conseguir encajar unas secciones con otras.

Todas estas alegaciones están siendo estudiadas por la Administración Federal de Aviación (FAA) de los Estados Unidos. Y es de esperar que se lo tomen muy en serio tras su papelón con el 737 MAX. Salehpour intervendrá la próxima semana en una audiencia del Senado convocada por el senador Richard Blumenthal «para examinar la quebrantada cultura de seguridad de Boeing, centrándose en testimonios de primera mano.»

En cualquier caso, es un nuevo varapalo para Boeing, que en los últimos años no levanta cabeza a causa de sucesivos problemas de calidad de sus aviones, algo que recientemente le ha costado sus puestos a la cúpula directiva de la empresa.

(Algunos datos vía The New York Times y The Seattle Times).

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Por @Wicho — 11 de Abril de 2024


Impresión artística del futuro rover lunar que Japón pondrá para el programa Artemisa – Toyota/JAXA

Esta semana el primer ministro de Japón, Fumio Kishida, está de visita en los Estados Unidos. Y entre otra multitud de anuncios la visita ha servido para que se haga público un acuerdo entre ambos países que incluye «el objetivo común de que una persona de nacionalidad japonesa sea la primera no estadounidense que aterrice en la Luna en una futura misión del programa Artemisa, suponiendo que se alcancen ciertos hitos.»

Esta plaza es además de la que ya estaba comprometida a bordo de la estación lunar Gateway que había sido anunciada a finales de 2022. Esa plaza es a cambio del compromiso de Japón de suministrar los sistemas de soporte vital y de control ambiental, cámaras y baterías para el módulo Lunar I-Hab y las baterías para el módulo de reabastecimiento Lunar View y para el sistema de comunicaciones Lunar Link, que son los tres módulos que la Agencia Espacial Europea (ESA) está diseñando y fabricando para la Gateway y en los que está colaborando Japón.

El compromiso de la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial (JAXA) incluía también suministrar las baterías del módulo habitable HALO de la NASA y desarrollar una versión avanzada de su carguero espacial conocida como HTV-XG que servirá para llevar suministros a la estación orbital lunar.


Modelo del Lunar I-Hab en las instalaciones de Thales Alenia Space que está siendo utilizado para ajustar el diseño del interior del módulo para que los futuros astronautas puedan desplazarse dentro de él con eficacia y seguridad – ESA/Thales Alenia Space

Pero, aparte de otro tipo de acuerdos geopolítico económicos entre los Estados Unidos y Japón que habrán influido en la decisión, ahora la JAXA se ha comprometido a que Toyota diseñará un rover lunar presurizado para el programa Artemisa. Un poco al estilo del de Mark Watney en El marciano.

Con él las tripulaciones del programa Artemisa podrán hacer expediciones de hasta 30 días por la superficie de la Luna sin necesidad de volver a su nave o a su eventual base cada día. El vehículo, de cuya entrega en la Luna se encargará la NASA, tendrá una vida útil estimada de diez años. Y es sin duda una adición importante y con mucha pegada mediática a los recursos del programa.

El objetivo es que pueda ser utilizado para la misión Artemisa VII y posteriores. Es una misión que ahora mismo tiene como fecha de lanzamiento muy estimada septiembre de 2031. Así que como se suele decir, largo me lo fiáis. De hecho habría que ver si el program Artemisa sigue vivo para entonces. Y yo tengo mis dudas, en especial si China consigue colocar una misión tripulada sobre la superficie de la Luna antes que los Estados Unidos, que pretende hacerlo en septiembre de 2026 –que será más tarde– con Artemisa III. Y no es nada descabellado pensar que pueda ser así.

¿Y la pobre Europa?

Pero en cualquier caso es un jarro de agua fría para Europa, que a pesar de que va a suministrar los módulos de servicio sin los que la cápsula tripulada Orión de la NASA no puede ir a ningún sitio no tiene más que prometidas una plaza en la misión Artemisa IV y otra en Artemisa V. Pero plazas que serán a la estación Gateway y no a la superficie de la Luna.

Esto viene de que Europa hace años decidió cancelar el programa de cargueros espaciales ATV con los que enviaba suministros a la Estación Espacial Internacional (EEI). Con los cinco que lanzó entre 2008 y 2015 cubrió su participación en la EEI NASA hasta 2017. Pero la Estación, si la NASA se sale con la suya, va a seguir en servicio al menos hasta 2030. Y si Europa quiere seguir participando en ella, que obviamente sí, hay que seguir aportando. Y esa aportación han sido los citados módulos de servicio para las cápsulas Orión de las misiones Artemisa I, lanzada con éxito en noviembre de 2022, a Artemisa IV.

Aunque como la ESA también va a proporcionar al menos los módulos de servicio de las misiones Artemisa V y VI además de los ya citados módulos para la estación Gateway de ahí salen las plazas comprometidas para Artemisa IV y V. Plazas, insisto, a la estación, no a la superficie de la Luna.

Así que hasta esta semana nos quedaba la esperanza de que pudiera ser Artemisa VI la primera en la que una persona europea bajara a la superficie de la Luna. Pero ahora ya sabemos que no.

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Por @Wicho — 6 de Abril de 2024

Hace unas horas la cápsula espacial tripulada Soyuz MS-24 tomaba tierra en las estepas de Kazajistán, poniendo fin a su misión. A bordo iban Oleg Novitskiy de Roscosmos, Marina Vasilevskaya de la Agencia Espacial de Bielorrusia, que ha sido la primera mujer bielorrusa en ir al espacio, y la astronauta de la NASA Loral O'Hara.

Novitskiy y Vasilevskaya habían llegado a la Estación Espacial Internacional (EEI) el pasado 25 de marzo a bordo de la Soyuz MS-25; O'Hara llevaba en la Estación desde su llegada a bordo de la Soyuz MS-24 el 18 de septiembre de 2023.

Con su vuelta a tierra hoy Novitskiy acumula ahora un total de 545 días en el espacio en en cuatro misiones; O'Hara unas horas menos de 204 días en su, por ahora, única misión; y Vasilevskaya un poco más de 13 días.


De izquierda a derecha Loral O'Hara, Oleg Novitskiy y Marina Vasilevskaya – NASA/Bill Ingalls

Marina Vasilevskaya fue la ganadora del proceso de selección para enviar la primera mujer de su país al espacio en lo que no puede ser considerado más que una recompensa por parte de Vladimir Putin a Aleksandr Lukashenko por su apoyo en la invasión de Ucrania por parte de Rusia. En este sentido el papel de Vasilevskaya fue más de turista espacial que de otra cosa, aunque la expresión preferida ahora por las agencias espaciales es la de participante en un vuelo espacial. De hecho no podía entrar en el segmento estadounidense de la Estación sin ir acompañada porque no había completado el entrenamiento correspondiente.

La invasión de Ucrania es el enorme elefante blanco en la habitación del que nadie quiere hablar en lo que se refiere al uso compartido de la Estación Espacial Internacional. Pero quizás nunca ha sido tan evidente la presencia de ese elefante como con la misión de Vasilevskaya.

Novitskiy y Vasilevskaya han ocupado para su vuelta a casa las plazas de Oleg Kononenko y Nikolái Chub de Roscosmos, quienes habían llegado a la EEI en la Soyuz MS-24 junto con Loral O'Hara. Así, al quedarse a bordo de la Estación para volver en septiembre en la Soyuz MS-25 en las plazas de Novitskiy y Vasilevskaya habrán pasado aproximadamente un año seguido en el espacio.

A principios de febrero de este año Kononenko se convertía en la persona que más tiempo acumula en el espacio al llegar a los 879 días, lo que superaba en uno al récord que hasta entonces tenía Guennadi Padalka. Para cuando vuelva su cuenta rondará, dependiendo de la fecha exacta, los 1.100 días, una cifra difícil de superar.

Eso sí, no alcanzará los 437 días seguidos en el espacio de Valeri Polyakov, quien estuvo a bordo de estación espacial Mir entre el 8 de enero de 1994 y el 22 de marzo de 1995. Así que por ahora su récord seguirá vigente.

La astronauta Tracy Caldwell Dyson de la NASA, que también llegó a la EEI a bordo de la Soyuz MS-25, también volverá a tierra en ella junto con Kononenko y Chub.

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