Por @Wicho — 13 de Abril de 2024

Vista elevada de una planta de Boeing en la que se ven las tres secciones del fuselaje de un Boeing 787-10 listas para su ensamblado
Las tres secciones del fuselaje de un Boeing 787-10 listas para su ensamblado – Boeing

Sam Salehpour, un ingeniero que lleva más de una década trabajando para y en Boeing, ha decidido hacer pública esta semana su preocupación por cómo son ensamblados los fuselajes de los 787 y los 777. Según él los procedimientos utilizados podrían provocar su fallo estructural incluso, y especialmente, en pleno vuelo.

Ha tomado esta decisión después de que, siempre según él, en la empresa le hayan ignorado, ninguneado, amenazado con violencia física, trasladado del 787 al 777, e incluso amenazado con el despido.

Según el señor Salephour en el caso del 787 el problema está en que Boeing usa más fuerza de la estipulada en las especificaciones oficiales del proceso para unir los distintos segmentos del fuselaje. Esto hace que algunas de las partes en las que las distintas piezas del fuselaje no encajan a la perfección queden disimuladas, con lo que la empresa se ahorra rellenar esos huecos y por ello tiempo y dinero.

Es, como explica José Manuel «Gizmo», como si intentas montar una maqueta cuyas piezas no encajan bien y aprietas y aprietas para hacerlas encajar.

Estas dificultades en el encaje fino de las piezas son una consecuencia bien entendida de la fabricación en fibra de carbono y precisamente por eso se usan suplementos para rellenar estos huecos, suplementos que pueden ser líquidos o sólidos. Si el relleno se realiza correctamente las fuerzas se transmiten adecuadamente y no pasa nada; todo funciona como debe.

Pero si no las pones porque haces fuerza para que no se vean en cuanto esa fuerza ya no está presente esos huecos reaparecen. Y con ellos las cargas a las que se ve sometido el fuselaje no son las esperadas. Para el señor Salephour esto, con el tiempo, puede llevar al fallo estructural de esos fuselajes.

Un 787 durante su ensamblado – Boeing
Un 787 en pleno proceso de ensamblado – Boeing

Boeing, por supuesto, niega que esto sea un problema. O al menos que lo sea a corto plazo, pues alega que estos esfuerzos no previstos nunca van a ser un problema durante la vida útil de un 787; que el fuselaje va a aguantar sin problemas mucho más allá de lo que tiene que durar un avión.

Salehpour dice también que durante el taladrado de los orificios de fijación en las uniones de las secciones del fuselaje, Boeing supuso que, debido a la fuerza aplicada no había ningún hueco en el que pudieran caer restos. Bajo esa asunción no es necesario separar las piezas después de haber hecho los taladros para limpiar la zona y alisar los bordes de los orificios. Pero según cifras de la propia Boeing en realidad hasta un 80 % de los orificios hay presentes restos. De nuevo es algo que él cree que puede afectar a la larga a la durabilidad del fuselaje del 787.

Y por si esto fuera poco Salephour descubrió que en el ensamblado del 777, línea a la que fue enviado como castigo, las cosas tampoco van mucho mejor. Dice haber visto personas saltando sobre las chapas que forman el fuselaje para conseguir encajar unas secciones con otras.

Todas estas alegaciones están siendo estudiadas por la Administración Federal de Aviación (FAA) de los Estados Unidos. Y es de esperar que se lo tomen muy en serio tras su papelón con el 737 MAX. Salehpour intervendrá la próxima semana en una audiencia del Senado convocada por el senador Richard Blumenthal «para examinar la quebrantada cultura de seguridad de Boeing, centrándose en testimonios de primera mano.»

En cualquier caso, es un nuevo varapalo para Boeing, que en los últimos años no levanta cabeza a causa de sucesivos problemas de calidad de sus aviones, algo que recientemente le ha costado sus puestos a la cúpula directiva de la empresa.

(Algunos datos vía The New York Times y The Seattle Times).

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Por @Wicho — 4 de Abril de 2024

Portada del libroA Wing and a Prayer: The «Bloody 100th» Bomb Group of the US Eighth Air Force in Action Over Europe in World War II. Por Harry H. Crosby. Open Road Media (14 de septiembre de 2021). 350 páginas.

La recientemente estrenada serie Los amos del aire dice en sus créditos que está basada en el libro Masters of the Air de Donald A. Miller. Pero lo cierto es que la serie contiene un montón de escenas sacadas directamente del libro de Crosby, por lo que me extraña mucho que no lo mencionen.

De hecho Harry H. «Croz» Crosby es el protagonista principal de la serie. Lo que es lógico porque, salvo un mes de permiso en los Estados Unidos, estuvo en Inglaterra con el 100 Grupo de bombardeo todo el tiempo desde que los primeros aviones llegaron a la base aérea de Thorpe Abbots en mayo del 43 hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.

El libro, publicado por primera vez en 1993, es una memoria de sus vivencias, de las de algunos de sus compañeros, y de la unidad durante esos dos años y pico. Una memoria sincera, sin nada del heroísmo que muchas veces se asocia a los vencedores de un conflicto. Una memoria en la que no esquiva la cuestión de si lo que estaban haciendo era correcto; de si valía cualquier cosa con tal de derrotar al régimen nazi; de si esas cosas que hacían no los estaban convirtiendo a ellos en monstruos.

Explica también los objetivos iniciales de la 8ª Fuerza Aérea, en la que estaba encuadrado el 100 Grupo, y de cómo estos fueron cambiando según las necesidades de la guerra y la realidad se iban interponiendo.

Cuenta como el 100 era al principio poco más que una banda de críos indisciplinados de veintipico años a los que les habían dado unos B-17 y cómo eso supuso que se convirtiera en la unidad con más bajas de la 8ª;, de ahí lo del Bloody 100th, el Sangriento 100. Lo que no es decir poco cuando la 8ª fue la unidad con mayor porcentaje de bajas de todas las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos.

Y cómo no fue hasta que en noviembre de 1943 el mayor –luego teniente coronel– John Bennett y en mayo del 44 el teniente coronel Thomas Jeffrey tomaron el mando de la unidad cuando las cosas cambiaron radicalmente. Especialmente bajo el mando del segundo el 100 empezó a volar en formaciones cerradas como debían y sus cifras de bajas pasaron a estar en la parte baja de las de la 8ª y la precisión de sus bombardeos a la parte alta de la tabla.

En definitiva, un libro muy recomendable, en especial si quieres entender de qué va –o qué se supone que debería haber contado– Los amos del aire.

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Por @Wicho — 29 de Marzo de 2024


Starlink en versión airBaltic - Martin Gauss/airBaltic

A principios de este año airBaltic anunció que ofrecerá conexión gratuita a Internet en sus vuelos utilizando el servicio de Starlink. Ahora acaba de hacer las primeras pruebas.

La aerolínea está trabajando con SpaceX para conseguir la certificación necesaria por parte de las autoridades competentes y espera empezar a instalar los equipos en su flota de Airbus A220-300 a finales de este año.


airBaltic opera en la actualidad 47 A220-300, aunque tiene encargados 80 y piensa aumentar su flota hasta las 100 unidades gracias a un futuro pedido. Es la mayor operadora mundial del modelo – Wicho

Toda persona que viaje con la aerolínea disfrutará de ese acceso gratuito a Internet de alta velocidad a bordo en todos los vuelos de airBaltic, sin complicaciones ni páginas de inicio de sesión. Desde el momento en que entren en el avión tendrán acceso a Internet.

Sin complicaciones ni páginas de inicio de sesión mola.

Relacionado,

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Por @Wicho — 25 de Marzo de 2024

El MAX 9 de Alaska Airlines que perdió la cubierta en pleno vuelo visto desde fuera con un plástico cubriendo el hueco del fuselaje
El MAX 9 de Alaska Airlines que perdió la cubierta en pleno vuelo – NTSB

Boeing acaba de anunciar importantes cambios en su cúpula directiva. No lo dicen expresamente pero la última crisis del 737 MAX, desencadenada por la pérdida en pleno vuelo de un tapón del fuselaje de un MAX de Alaska Airlines es la causa.

Aunque según cuentan en The Air Current al final fue la presión de los directores ejecutivos de United Airlines, Southwest Airlines, American Airlines y Alaska Airlines la que terminó por precipitar los cambios. Según un directivo de una de las aerolíneas, «hay un estamento en la cúspide que se niega a ver la realidad. No puedo decirles que el emperador no tiene ropa.»

Dave Calhoun, el director de la empresa, la dejará a finales de año; Stan Deal, el director de la división de aviones comerciales, se retira con efecto inmediato y será sustituido por Stephanie Pope, quien recientemente se había convertido en Directora de Operaciones de la empresa; y Larry Kellner, presidente de la junta, no se presentará a la reelección en mayo en la junta de accionistas.


John Lovell, investigador de la NTSB responsable del caso, revisando el MAX 9 de Alaska Airlines que perdió uno de sus «tapones» en vuelo, otro problema que el sistema de seguridad de Boeing no detectó – NTSB

No es la primera vez que el MAX le cuesta el puesto al director ejecutivo de la empresa: en diciemrbe de 2019 Dennis Muilenburg, quien entonces ocupaba el puesto, fue despedido. Fue sustituido por Dave Calhoun, el que ahora se va.

La gota que colmó el vaso con Muilenburg fue, quizás, el fracaso de la primera misión de la cápsula espacial tripulada Starliner de la empresa. Pero venía tocado, muy tocado, por los accidentes de los vuelos 610 de Lion Air y 302 de Ethiopian Airlines que terminarían por dejar en tierra el MAX durante cerca de veinte meses.

En el caso de Calhoun la gota que colmó el vaso puede haber sido la decisión del Departamento de Justicia de abrir una investigación por el incidente de Alaska Airlines, que llega poco después de un demoledor informe de un comité que afirma que la dirección de Boeing está desconectada de la cultura de seguridad de la empresa.

Hace unos días Brian West, el al menos por ahora aún director financiero de la empresa, prometía cambios:

Sin entrar en las sinergias y eficiencias, en realidad se trata de centrarse y dirigir la empresa no como un negocio, sino como una fábrica. Dirigirla como una fábrica y centrarse en la seguridad, la calidad y la estabilidad. Esa oportunidad está ahí.

Quizás las cabezas de Calhoun, Deal y Kellner sean el primer pago de esa promesa.

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