Por Avión Revue — 18 de Abril de 2009

pregunta de Antonio Barcón (As Pontes, La Coruña)

Los sistemas de deshielo y antihielo en el borde de ataque son suficiente en la mayoría de los casos

Los aviones, por regla general, no disponen de un sistema para deshelar las alas por completo. El motivo es que el hielo, en vuelo, tiende a acumularse en los bordes de ataque, es decir, la zona delantera de las alas y superficies de cola. Para estos casos, la aeronave sí dispone de sistemas para combatir el hielo. Básicamente, son de dos tipos: antihielo y de deshielo.

Los sistemas antihielo tienen la función de evitar la formación de hielo y consisten en un equipo que calienta el borde de ataque, licuando el hielo que pueda formarse en él, y por tanto evitando que se acumule. También existen sistemas que van depositando una película líquida de anticongelante en esas mismas zonas.

Los sistemas de deshielo son los que se encargan de deshacerse del hielo que se ha formado. La mayoría consisten en equipos que deforman ligeramente el borde de ataque, de tal forma que el hielo se fractura y se suelta. Los más «visibles» son quizás las denominadas «botas», que son recubrimientos de caucho o sustancias similares que se llenan líquidos o gases para hincharlos como globos. Otros sistemas recurren a pequeños electroimanes dentro del borde de ataque, que al activarse intermitentemente, atraen el metal que forma la cubierta del borde de ataque haciéndolo vibrar. Las hélices y tomas de aire de los motores también disponen de sistemas similares para evitar la formación de hielo.

Normalmente es muy difícil que se acumule hielo en otras zonas del avión, ya que la misma velocidad del aire lo desprende. Sin embargo, en algunos aviones sí se ha detectado este fenómeno, y se requiere a los pilotos que vigilen la formación de hielo, y sí sospechan que esto está ocurriendo (por condiciones externas y degradación de las características de vuelo del avión), traten de abandonar lo antes posible la zona de formación de hielo. Esto puede lograrse muchas veces cambiando la altura a la que se vuela.

Aun con todo esto, en algunas aeronaves, ha sido necesario disponer de un sistema que caliente el combustible en las alas, sólo ligeramente, por supuesto a una temperatura muy lejos del punto de inflamación de este, de tal forma que parte de ese calor se traspase al metal que forma el ala y actúe como una calefacción antihielo. En tierra es donde se puede formar hielo en cualquier punto de la aeronave. Esto ocurre normalmente tras una noche a la intemperie o de lluvias seguidas de nieve o frío intenso. En estos casos, suele bastar el rociado de la aeronave con un líquido anticongelante que deshace el hielo que se haya podido formar. Igualmente, por seguridad, en muchas ocasiones un operario del sistema de deshielo puede ser requerido a tocar físicamente con sus manos la superficie del ala o de cola para comprobar que no hay hielo, especialmente el denominado hielo claro, transparente y difícil, por tanto de ver. Los líquidos empleados, según su composición y concentración, son válidos para un determinado espacio de tiempo, por eso el deshielo se suele llevar a cabo cerca de las cabeceras. Si se sobrepasase ese tiempo en tierra, la aeronave deberá ser deshelada de nuevo antes de despegar.

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