Por @Alvy — 26 de Diciembre de 2021

No mires arriba (Adam McKay, 2021) es la última película de argumento «¡Que viene el asteroide!» que se acaba de estrenar en Netflix, de esas que nos encantan por aquí por lo apocalíptico. Pero a diferencia de otras es quizá la más realista de todos los Armageddons, Deep Impacts, Buscando un amigo para el fin del mundo, Greenlands y otras que tantas sobremesas nos han amenizado. Pero, ¡ojo! es grande y genial no por la «precisión científica» ni por los efectos especiales, sino por el realismo social de la historia del fin del mundo que relata. Y eso que puede tomarse como una comedia.

Y es que desde que vimos el desarrollo de la realidad en los años posteriores a Idiocracia (Mike Judge, 2006) quedó claro que la estupidez de los seres humanos como civilización, y especialmente de los gobernantes, medios de comunicación y empresarios, son el camino más corto hacia el abismo. La película desarrolla —como dice jocosamente el tráiler– «algo que los protagonistas no creen que pueda ser real, basado en hechos reales… que todavía no han sucedido».

Sin desvelar/spoilear nada más allá de lo que deja entrever el tráiler, digamos que la película comienza el manido telescopio en el que dos astrónomos mediocres descubren que un asteroide de tipo «destructor total» va a llegar a la Tierra pocos meses después. Así que tras calcular su trayectoria no pueden sino alertar a las autoridades. Pero a pesar como es sabido existe incluso el Departamento de Defensa Planetaria de la NASA, hacerle entender la magnitud del problema (toda) a esas autoridades resulta ser un ejercicio fútil ante la inutilidad de los personajes. Y cuando intentan hacerlo con lo medios topan con una mayor ineptitud si cabe y con la «barrera de fuerza» de los medios sociales, las fake news, las conspiraciones y todo sirve a la gente para no aceptar que el mundo está ante la peor noticia de la historia.

El reparto casi coral de la película está plagado de estupendos actores y actrices, desde Meryl Streep haciendo de Presidenta de los EE.UU. (en una especie de cruce entre Donald Trump y Sarah Palin, incluyendo un momento de superpoderosa reminiscencia a Isabel Ayuso de la Comunidad de Madrid) a Leonardo DiCaprio, Jennifer Lawrence y estupendos papelitos para Cate Blanchett, Jonah Hill, Ariana Grande, Ron Perlman y muchos más. Presupuesto no ha faltado, desde luego.

Es imposible no ver la película sin sentir un poco de nerviosismo e incluso ansiedad ante los zopencos a los que deben enfrentarse los científicos, que especialmente hábiles tampoco son, hay que reconocerlo. Te lleva del miedo a la risa de una escena a otra, pero hay un inquietante poso de verosimilitud en todo lo que se cuenta. De hecho se podría cambiar el asteroide por cualquier otra catástrofe: pandemia global, emergencia climática… y el resultado –diálogo frase por frase– podría ser el mismo: lo que sucede en el mundo que nos rodea cuando algún extraño instinto humano de no-supervivencia nos hace negar la realidad para quedarnos con lo que más nos reconforta.

Un diez en anticipación y visión para los guionistas, y un notable muy alto para quien ha conseguido montar y ensamblarlo todo con tanta habilidad.

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