Desde hace unos años la tecnología Wi-Fi para la transmisión de datos de forma inalámbrica se está imponiendo frente a las conexiones por cable y cada vez es más habitual, si no de rigor, que ordenadores portátiles, teléfonos avanzados, agendas digitales, consolas de juegos, e incluso algunos electrodomésticos de línea marrón como televisores y grabadoras la incorporen.
La comodidad no está sólo del lado de los dispositivos que la usan sino de la instalación en los sitios en los que se va a utilizar, ya que no es necesario pasar cables para todos los dispositivos que se quieran conectar, y así es cada vez más habitual encontrar establecimientos del ramo de la hostelería que ofrecen Wi-Fi a sus clientes, así como encontrar puntos de acceso en lugares como estaciones, aeropuertos, y edificios de entidades públicas.
A través de una conexión Wi-Fi es posible utilizar todos los servicios de una red de ordenadores como es la conexión a otros ordenadores para intercambiar archivos, imprimir, etc, aunque sin duda uno de los usos más populares de estas conexiones es utilizarlas para acceder a Internet.
Los dos problemas fundamentales de las conexiones Wi-Fi son, por un lado la velocidad, y por otro, y con diferencia este es el más importante, la seguridad.
En cuanto a velocidad, cualquiera de las variantes que hay hoy en día en el mercado es más lenta que una red ethernet moderna, aunque en realidad esto no es un problema serio para la inmensa mayoría de los usos que se le dan a una conexión Wi-Fi, y no especialmente en el caso de un acceso a Internet donde el factor limitador va a estar prácticamente siempre en la velocidad de la conexión a Internet en sí; cuando se nota más a la hora de enviar o recibir grandes archivos.
El tema de la seguridad es más importante, ya que al ser transmitidas por radio las señales de una red Wi-Fi son muy sencillas de interceptar y si no se utiliza una clave de cifrado para la red o alguna otra opción de protección como una red privada virtual cualquiera que le interese puede ver el contenido de los paquetes de información que circulan por estas redes.
Esto va en contra de la facilidad de configuración del acceso Wi-Fi, que en el caso de tratarse de una red abierta suele ser automático, pero como decíamos, y en especial en el caso de una red de una empresa o que maneje información confidencial, es imprescindible utilizar algún sistema de cifrado.
Aparte de esto, existen hasta 17 variantes aprobadas o en proyecto del protocolo IEEE 802.11, que es el que rige el funcionamiento de las redes Wi-Fi, aunque algunas de ellas están ya en desuso y otras son sólo relevantes desde un punto de vista técnico y de cara a los fabricantes de equipos.
De todas ellas, las más relevantes desde el punto de vista de los usuarios son las 802.11b, 802.11g y la 802.11n:
En cualquier caso, todas ellas con compatibles entre si, aunque a veces el conectar un equipo de un estándar más lento a una red en la que el resto de los equipos son de un estándar más rápido hace que todos tengan que funcionar a la velocidad del más lento.
A la hora de comprar dispositivos que incorporen Wi-Fi o de desplegar una red que lo use la apuesta más segura, hoy por hoy, está en los equipos que soporten el estándar 802.11g, que como decíamos es el último ratificado, aunque en el caso de los adaptadores Wi-Fi que incorporan los equipos normalmente no hay opción de escoger y hay que usar el que traen de serie.