Por @Alvy — 10 de Diciembre de 2015

Tenía pendiente ver Atari: Game Over (2014) y… ¡Vaya joyita! Es un documental de algo más de una hora sobre el auge y caída de Atari, una de las más reconocidas marcas del mundo de los videojuegos de la historia:desde la época en que se creó el mítico Pong y surgieron las máquinas recreativas hasta la época de las videoconsolas caseras como la Atari 2600 y sus legendarios títulos.

De hecho el hilo conductor de la historia es la famosa leyenda sobre el enterramiento de miles de cartuchos de E.T., el extraterrestre en el desierto de Nuevo México. Supuestamente el juego era tan malo, tan malo, tan rematadamente malo que los compradores lo devolvieron a las tiendas. Atari, en el acto definitivo de humillación, decidió enterrarlos bajo diez metros de tierra y hormigón para olvidar la historia. Y es que hay que reconocer que E.T. era malo de narices, pero hay que reconocer que en aquella época muchos eran una auténtica castaña – y E.T. se programó desde cero en cinco semanas.

El documental es una serie de entrevistas con los ingenieros, artistas y gestores de Atari, así como con periodistas y arqueólogos de los videojuegos. También aparecen decenas de fans de Atari y frikis, incluyendo Ernest Cline (autor de Ready Player One) para quienes poder ir a las excavaciones de tan mítico lugar es la experiencia definitiva.

Se tardaron años en conseguir los permisos para poder excavar de forma segura y respetuosa con el medio ambiente; el documental agiliza un poco todo el proceso y se centra más en los personajes y la historia de Atari, el boom y el crash. Entre los protagonistas, Howard Scott Warshaw, creador del juego.

Si algo tiene bueno el documental es un humor extremadamente fino, que bien ha sabido destilar Zak Penn, el director, para aliviar muchas de las escenas.

Atari: E.T.
E.T., Centipede y otros cartuchos Atari descubiertos durante la excavación / (CC) Czar

E.T., el extraterrestre era un coñazo porque entre otras cosas el E.T. se pasaba todo el rato cayéndose en agujeros: cada vez que hacías algo mal, al agujero. Venía un personaje y te tocaba, al agujero. Elegías mal algún botón, al agujero. Y había que salir de allí lentamente con el joystick, todo un aburrimiento, o esperar a que llegara Elliot a ayudarte. Aquello era una soberana plasta. Y, ¿sabes?, es tremendamente irónico, porque… ¿lo pillas tío? Todos esos jodidos cartuchos de E.T. acabaron enterrados en un agujero en medio del desierto.

D.E.P. E.T.. Y larga vida a Atari: Game Over, que merece mucho la pena. (Se puede ver en Netflix en inglés con subtítulos y seguro que en muchos otros sitios también.)

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