Por @Wicho — 2 de Mayo de 2016

Hace poco más de veinte años parecía bastante razonable suponer que con todo lo grande que es el universo nuestro Sol no iba a ser la única estrella a cuyo alrededor orbitaran planetas, pero no teníamos pruebas de la existencia de ningún planeta más allá de nuestro sistema solar.

Hoy sabemos a ciencia cierta que existen planetas extrasolares, pues usando distintos telescopios hemos detectado ya miles de ellos, y eso que apenas hemos empezado a mirar. Además, según vamos mejorando nuestros instrumentos y técnicas de observación cada vez vamos afinando más.

El último descubrimiento en lo que a planetas extrasolares se refiere viene de la mano del telescopio Trappist, un telescopio belga instalado en el Observatorio Europeo Austral en Chile y operado por control remoto desde Lieja.

El telescopio Trappist
El telescopio Trappist

Tal y como se puede leer en Tres mundos potencialmente habitables hallados alrededor de una estrella enana ultrafría cercana un equipo de astrónomos dirigido por Michaël Gillon ha encontrado tres planetas de tamaños similares a los de la Tierra o Venus en órbita alrededor de la enana marrón 2MASS J23062928-0502285, ahora también conocida como Trappist-1, algo que es la primera vez que sucede.

Trappist–1 y el Sol
Situada a unos 40 años luz del Sol la estrella ahora conocida como Trappist–1 tiene sólo el 11% del diámetro de éste y es mucho más fría, de ahí su color rojizo – ESO

Esto es importante porque aunque los astrónomos suponían que las enanas marrones también pueden tener planetas en órbita alrededor de ellas hasta ahora no habíamos detectado ninguno; es aún más importante porque con los instrumentos actuales son las únicas alrededor de las cuales podemos detectar planetas de un tamaño similar al de la Tierra en los que podemos aspirar a encontrar señales de vida; en el caso de estrellas más grandes aún no somos capaces de detectar la presencia de planetas de ese tamaño.

En el caso de Trappist-1 los dos planetas más cercanos a la estrella, que tardan respectivamente 1,5 y 2,4 días en dar una vuelta a su alrededor, reciben, respectivamente 2 y 4 veces la cantidad de radiación de su estrella que la que la Tierra recibe del Sol, lo que probablemente hace que se parezcan más a Venus que a la Tierra, aunque podría haber zonas habitables en su superficie. El tercer planeta tarda entre 4,5 y 73 días en dar una vuelta a Trappist-1, con lo que parece que queda justo fuera de la zona de habitabilidad.

De hecho el laboratorio de planetas habitables no los ha añadido a su catálogo ante las más que razonables dudas de que no sean para nada habitables, diga lo que diga la nota de prensa; Daniel Marín habla más de esto en La cambiante zona habitable de Trappist-1.

Pero el descubrimiento de estos planetas es más importante aún porque hasta un 15 por ciento de las estrellas más próximas al Sol son enanas marrones ultrafrías, lo que facilitaría la detección de más planetas similares a la Tierra potencialmente habitables «aquí al lado».

Eso sí, no podremos ver alienígenas saludándonos desde ellos ni nada parecido; todo lo más podremos detectar la presencia en su atmósfera de moléculas que relacionamos con la vida tal y como la conocemos.

Pero bueno, como decía al principio, hace unos años ni sabíamos a ciencia cierta que hubiera planetas extrasolares.

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