Por @Alvy — 30 de Noviembre de 2016

NASA IIS Karen
La astronauta Karen Nyberg experimentando con la Microgravity Science Glovebox. Foto: NASA

Robert Frost, ingeniero y controlador de vuelo de la NASA, respondió a esta pregunta al alimón entre Quora y Forbes. Y es que si se piensa un poco, ciertamente no son muchas las cosas que un ser humano pueda hacer en la Estación Espacial Internacional que no pueda hacer un robot… Lo cual llevaría a cuestionar la utilidad de subir gente allá arriba – igual que se cuestiona la de enviar gente a la Luna o lugares tan lejanos como Marte

El resumen de estas cosas son:

  • Servir como sujetos experimentales – dado que efectivamente es irremplazable tener ahí arriba a un ser humano de carne y hueso, ni de lejos comparable a los sensores biométricos y de otro tipo de cara a ver los efectos que las estancias en el espacio tienen sobre los humanos.
  • Realizar experimentos que requieran destreza – porque cierta manipulación de materiales o incluso seres vivos hace falta una habilidad que todavía no está al alcance de los robots convencionales y los que pueden hacerlo a veces son tan gigantesco que no compensaría subirlos.
  • Reparar equipamiento y reemplazarlo – los robots están bien hasta que se rompen, e incluso el mejor de ellos necesita mantenimiento. Podemos hacer robots-que-reparen-robots pero todavía no hemos llegado a ese punto. De hecho muchas misiones espaciales han sido básicamente de tipo reparar y actualizar (ej. Hubble).

Quizá la lista parezca un poco escasa, pero es la que es: si hablamos de otro tipo de misiones (ej. Marte) podría hasta reducirse un poco más – de ahí que sea más barato y práctico enviar rovers, sondas no tripuladas e incluso jugar con la «telepresencia» cuando es posible. Sin embargo, todavía no hay un reemplazo al cien por cien para un ser humano.

Uno de mis ejemplos favoritos puede verse en el episodio Galileo tenía razón (S1E10) de esa miniserie que es De la Tierra a la Luna (1998). Sucedió durante la misión del Apolo 15, cuando los astronautas Irwin y Scott encontraron la roca Génesis en la Luna, una muestra de anortosita extraordinariamente antigua de hace 4.460 millones años. Eso sucedió casi a contrarreloj, en los últimos minutos de una actividad extravehicular gracias a una dura formación previa en geología que les llevó varios meses antes de embarcarse en el viaje a la Luna. Es probable que una cámara o un robot hubieran pasado por alto ese tipo de formaciones y todavía nos estuviéramos preguntando cosas sobre la formación de la Luna. Y es que, como dicen en ese episodio, hay cosas para las que «hay que estar ahí en persona» de cara a decidir sobre la marcha.

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