Por @Wicho — 30 de Diciembre de 2011

En el último consejo de ministros del año, y a pesar de aquello que había dicho Mariano Rajoy de que «hablarían con todas las partes implicadas antes de tomar una decisión», ha aprobado el reglamento de la Ley Sinde [PDF 2,4 MB], aunque quizás a partir de ahora debería ser Ley Sinde-Wert.

Es igual que en otros países este tipo de leyes hayan demostrado ser inútiles, es igual que en países como Suiza y Holanda, cuarto y décimo en la lista de los países que mejor protegen la propiedad intelectual se haya comprobado que las descargas no suponen perjuicio alguno para los creadores; es igual que el Consejo General del Poder Judicial se haya opuesto a la aprobación de esta ley.

Es mentira que sólo sólo se vaya a aplicar «con protección judicial, frente a quienes indebidamente hacen negocio contra la piratería», pues aunque el gobierno pudiera haberla aprobado con esa intención –y estoy siendo muy generoso en esta apreciación– nadie puede controlar el uso que se vaya a hacer de ella después.

Y teniendo en cuenta que el párrafo 2e del artículo 17 del reglamento dice que para utilizarla los titulares de derechos tendrán que justificar la concurrencia de «ánimo de lucro o de un daño causado o que podría causarse a los titulares y que no tengan obligación legal de soportar», es como para preocuparse.

El problema es que todos los que tenemos un mínimo conocimiento de cómo funciona esto de Internet, y como ya se ha visto en otros países, sabemos que esta ley no va a funcionar ni va a solucionar los problemas de la «industria cultural», y eso da miedo…

Así, que todo parece indicar que 2012 será un año duro, en el que habrá que ir convirtiendo al Manual de desobediencia a la Ley Sinde en una de nuestras lecturas de cabecera.

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