Por @Wicho — 27 de julio de 2017

Impresión artística de la CST-100 en órbita
Impresión artística de la CST-100 Starliner en órbita - Boeing

Según la última revisión de la NASA del estado de las naves espaciales tripuladas que están diseñando Boeing y SpaceX podríamos estar a pocos meses de ver los primeros lanzamientos de prueba de ambas.

El primero, previsto para finales de 2017, sería el denominado SpX Demo-1 de SpaceX, con una Dragon 2 vacía; el segundo, el Orbital Flight Test de Boeing, sería a mediados de 2018, de nuevo con una Starliner vacía. Tanto Boeing como SpaceX están construyendo ya las naves que utilizarán en esas misiones. Y si toda va bien en ellas las primeras misiones tripuladas las seguirán a los pocos meses.

Interior de la Dragon v2
Interior de la Dragon v2

Pero aquí tanto la NASA como Boeing y SpaceX se encuentran con un problema que tendrán que solventar.

Cuando la agencia empezó a pensar en los parámetros bajo los que contratar el lanzamiento de astronautas con empresas privadas en principio pensó en exigir un factor LOC, Loss Of Crew, que mide el número de lanzamientos en los que se produce un fallo que causa la pérdida de la tripulación de 1 en 650. Esto es unas 10 veces el de los transbordadores espaciales, que en 135 misiones sufrieron dos accidentes mortales, el del Challenger y el del Columbia.

Pronto quedó claro que esta cifra era imposible de alcanzar, con lo que terminaron por bajarlo a 1 en 270. Pero aún así 1 en 270 está demostrando ser también complicado de alcanzar, entre otras cosas porque ahora los cálculos se hacen con modelos sobre basura espacial más exigentes que cuando se firmó el contrato.

Así que aunque tanto Boeing como SpaceX siguen intentando acercar el factor LOC de sus naves al pedido es posible que la NASA tenga que decidir que un factor más bajo es suficiente, aunque seguro que mayor que el de los transbordadores.

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