Por @Alvy — 29 de Abril de 2015

Los detalles importantes en esta proeza «propia de las hormigas» llevada a cabo por pequeños robots son los siguientes: (a) el suelo ha de ser de cristal y (b) los objetos han de ser metálicos o estar ligeramente lubricados.

La forma en la que esto funciona es la normal: el rozamiento entre quien «tira» del otro objeto y el suelo ha de ser mayor que el del otro objeto contra el mismo suelo. Ese mayor rozamiento se obtiene mediante unas patas con «zapatos» similares a las de los insectos que reptan por las paredes, como hormigas, lagartijas y arañas. La capacidad de «anclar» las patas al cristal mientras los otros objetos simplemente se deslizan es la clave del asunto.

En el vídeo se ve no sólo como robot de 12 gramos puede mover una pesada taza de cientos de gramos, sino que llega a mover una pesa de 21 kg que son cerca de 1800 veces su propio peso [01:30].

Según dicen los ingenieros de Stanford este superpoder equivaldría a que un ser humano fuera capaz de arrastrar una ballena azul. Con la diferencia de que incluso si esa persona tuviera suficiente fuerza sus zapatos no tendrían el agarre suficiente contra el suelo en ningún caso.

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