Por @Alvy — 16 de Noviembre de 2023

Vi por ahí una mención a esta vieja charla del diseñador Thomas Thwaites en PopTech (2011), titulada Cómo fabriqué una tostadora. Es una versión documentada en imágenes y vídeos de lo que a priori parece una tarea sencilla pero se torna imposible: la ingeniería inversa de un electrodoméstico normal y corriente, que encierra lo que unos dirían es una complejidad malévola y otros un entramado social maravilloso.

Para la tarea Thwaites se autoimpone unas reglas que obviamente acaba «flexibilizando» según se enfrenta a los problemas. Así que tras comprar y desmontar la tostadora de 10 euros más sencilla que consigue encontrar se da cuenta de que tiene cerca de 400 componentes, demasiados para plantearse recrearlos todos. Así que se conforma con conseguir los materiales básicos o materias primas.

Estas materias primas se pueden simplificar en unos pocos: acero, cobre, mica y plástico. El acero para la estructura, el cobre para los cables, la mica como aislante térmico y el plástico para darle su forma característica y encapsularlo todo. Buscando documentación –y gente que le ayude, porque ya ha decidido que solo no tiene ninguna oportunidad– intenta conseguir hierro con el que fabricar acero, algo bastante difícil de hacer «en primera persona» incluso tras bajar a una mina y conseguir algunas piedras de mineral de hierro.

Otro tanto le sucede con el cobre y la mica. El cobre lo recoge de una antigua mina en forma de agua del que se podía extraer con electrólisis (de la autoimposición de no utilizar herramientas ni técnicas modernas ya se olvidó hace tiempo, claro). El caso es que consigue suficiente como para crear un rudimentario enchufe y un cable. Para la mica se tiene que ir a una montaña a picar. Con el plástico tiene otra aventura pues tras intentar conseguirlo de algún modo del petróleo –y tras la peregrina idea de llamar a BP– abandona el intento para pasar a extraerlo del almidón de patata, algo un tanto intratable en la práctica. Finalmente acaba utilizando plástico reciclado trampeando con que podría considerarse «material procedente del Antropoceno» (o sea, de anteayer).

El resultado es una puta mierda de tostadora, que no tiene ni forma bien definida y de la que salen dos «cables» que seguramente nada más enchufarlos empezarían a soltar humo. Él mismo se descojona mientras lo cuenta; al final «fabricar una tostadora» le costó unas 1.200 libras (1.300 euros) y ni siquiera consiguió calentar una tostada, pues tras la primera prueba falló miserablemente. Una tarea demasiado compleja para una sola persona.

§

Yo, lápiz / Leonard E. ReadTodo esto nos puede retrotraer al famoso ensayo titulado Yo, lápiz (1958) del economista Leonard E. Read (1898-1983) donde se explica que incluso la fabricación de un simple lápiz implica un proceso sorprendentemente complejo (materias primas: madera, grafito, metal, caucho…; herramientas, transporte…) que hacen que una sola persona sea incapaz de fabricarlo hoy en día por sí misma, sino que depende de otras estructuras de la sociedad para ello: tecnología, transportes y logística…

Read usó en su día este ejemplo para argumentar a favor de la libertad de empresa, explicando que se requieren materias primas de diversos lugares para casi cualquier proceso y también todo tipo de habilidades para la fabricación y ensamblaje de cualquier objeto, desde un Boeing 787 a un simple lápiz.

Según el economista, todo esto lo coordina «la mano invisible del mercado», algo que no podemos ver ni definir al cien por cien con exactitud, pero que no requiere a una «autoridad» que lo planifique; funciona más bien por la ley de la oferta y la demanda. Es una forma interesante de explicar estos aspectos en la economía moderna, las cadenas de suministros y cómo más allá se puede divagar para llegar a la política, la filosofía y la educación. Y todo a partir de un lápiz. O una tostadora, en este caso.

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Por @Wicho — 15 de Noviembre de 2023


Las instalaciones de Oticon en Kongebakken – Oticon

Cuando conté en casa que Oticon, uno de los principales fabricantes de audífonos del mundo, me había invitado a ver sus instalaciones de investigación y desarrollo a mi familia le dio un poco la risa. Y es que llevan tiempo metiéndose conmigo porque dicen que cada vez oigo peor. Claro que una ya tiene una edad y la presbiacusia está ahí. Y también muchas horas de escuchar música con cascos mucho antes de que el móvil me avisara de que me estaba pasando. Y unas cuantas decenas de conciertos.

Curiosamente, Oticon tiene un origen familiar: fue fundada en 1904 por Hans Demant, cuya esposa tenía una discapacidad auditiva. A la muerte de Hans en 1910 tomó las tiendas de la empresa su hijo William y aún hoy en día la empresa, que cotiza en bolsa, está bajo el control de la William Demant Foundation, que es dueña de entre el 55 y el 60 % de las acciones. Así que dentro de lo que cabe aún persiguen los objetivos de la familia. Claro que la escala ha cambiado. Hoy en día Oticon vende unos 17 millones de audífonos al año en los alrededor de 130 países en los que tiene oficinas de ventas y cuenta con unas 20.500 personas en su plantilla; en 1939 eran 15 personas.

En centro de I+D de la empresa está en Kongebakken, a las afueras de Copenhague. Ocupa una parcela de 38.000 metros cuadrados y trabajan en él unas 1.500 personas que se reparten en tres edificios. El verde, comprado a Intel, empezó a funcionar en 2005; el azul, de nueva construcción, en 2014; y el amarillo, también de nueva construcción en 2020. De Kongebakken salen todos los avances en audífonos de la empresa, aunque la producción está en sendas plantas en Polonia y Ballerup.

Seguir leyendo: «De visita por el centro de investigación y desarrollo de audífonos de Oticon»

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Por @Wicho — 14 de Noviembre de 2023

Hace un par de días se quejaba –y con razón– José Manuel de que la torre de avistamiento más antigua de la aeronáutica española, situada en Guadalajara, corre el riesgo de desmoronarse. «Cuidar el patrimonio histórico-industrial, ¿para qué?, se lamentaba. Y su tuit me recordó que recientemente he descubierto la existencia de la Ruta europea del patrimonio industrial (ERIH por sus siglas en inglés).

Captura de pantalla del mapa de la ruta
El mapa de la ERIH. Basta con ir haciendo zoom para descubrir puntos de interés, aunque también se puede filtrar por puntos de anclaje, país, o rutas regionales y temáticas

Según la descripción de su web:

ERIH, la Ruta Europea del Patrimonio Industrial, es la red de información turística del patrimonio industrial en Europa. La red está gestionada por la asociación ERIH, que cuenta con unos 350 miembros en 27 países. Más de 100 sitios miembros son Puntos de Anclaje, sitios de excepcional importancia histórica en términos de patrimonio industrial que también ofrecen una experiencia de alta calidad al visitante. Las Rutas Regionales profundizan en la historia industrial de paisajes especialmente afectados por la industrialización. En total, presentamos en nuestro sitio web más de 2.200 lugares de interés de todos los países europeos. Todos ellos están asignados a una o varias de las 16 Rutas Temáticas Europeas, representan ramas de la industria e ilustran la diversidad y -junto con más de 270 biografías- la interconexión de la historia industrial europea y sus raíces comunes. Las presentaciones de los sitios se complementan con artículos sobre la historia industrial de los países de Europa y el desarrollo de las industrias que componen las rutas temáticas. El ERIH está certificado como «Itinerario Cultural del Consejo de Europa.»

No sé si la torre de Guadalajara llegará a salvarse a pesar de que se supone que el ayuntamiento está tramitando su declaración como bien de interés cultural (BIC). Pero como alguien interesado en el patrimonio industrial y que a menudo incluye visitas a sitios de ese estilo en sus viajes ERIH me parece todo un descubrimiento.

Llegué a ella, por cierto, a través de una información que recibí acerca de un homenaje que le hicieron al Alto Horno nº1 de Sestao.

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Por @Wicho — 13 de Noviembre de 2023

Portada del libro en la que se ve a un señor asombrándose ante algo que lee en la pantalla de su portátilMr. Internet: Cómo se relacionan la tecnología y el género y cómo te afecta a ti. Por Marta Beltrán. Next Door (27 de septiembre de 2023). 134 páginas.

Aunque la tecnología, entendida en este libro básicamente como los campos de la informática, Internet y los videojuegos, podría parecer neutra, en realidad le hemos traspasado los sesgos de género de la sociedad. Como dice la autora, citando las leyes de Kranzberg, «La historia de la tecnología es la historia del ser humano y de sus objetivos, motivaciones, necesidades o, incluso, obsesiones o defectos.»

Y más en concreto le hemos traspasado los sesgos de género de nuestra sociedad. A poco que prestes un poco de atención al tema y te informes es evidente que en el caso de las mujeres hay una clara brecha digital. No sólo en cuanto a su presencia en profesiones relacionadas con la ciencia y la tecnología –quizás más en el segundo caso– sino también en cuanto a competencias digitales y en cuanto a su presencia –o más bien falta de ella– en los puestos en los que se toman decisiones, lo que hace que esa brecha sea difícil sino imposible de reducir.

No existe avance sin ética ni tecnología sin humanismo. Como no puede haber progreso sostenible sin asegurarse de no dejar a nadie atrás.

– Teresa Viejo
vía Lorena Fernández Álvarez

Este libro pone en negro sobre blanco todo lo que esto supone y cómo afecta especialmente a las mujeres, aunque en realidad nos afecta a todas las personas independientemente de nuestro género, ya que si dejamos de lado a la mitad de la población nos estamos perdiendo sí o sí la riqueza que aporta.

Si ya has reflexionado sobre el tema lo mismo no descubres muchas cosas nuevas en este libro, pero como poco te servirá para ordenar ideas. Y malo será que no aprendas algo. Si no has pensado jamás en esto, ya tardas en leerlo.

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