Medio mundo está flipando ante los asombrosos descubrimientos de un grupo de científicos marinos argentinos del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) y el Schmidt Ocean Institute. Están explorando las profundidades abisales del océano frente a Mar del Plata, a bordo del Falkor (too), un barco-laboratorio con más tecnología que un episodio de Star Trek.
Desde el barco han bajado a las profundidades abisales un robot submarino llamado cariñosamente SuBastian (sí, como el cangrejo de La Sirenita, pero sin el acento caribeño) a más de 4.000 metros de profundidad. ¿El objetivo? Mapear montes submarinos, estudiar corales y esponjas abisales, y recolectar muestras de organismos que probablemente ni saben que existe algo llamado «superficie» en el planeta. Como lo están retransmitiendo en vídeo de ultra alta definición –creo que en tiempo real, y luego hay resúmenes reaccionados de todo tipo en YouTube– está viralizándose, como quien dice. Minipunto para la ciencia popular.
¿Qué han encontrado hasta ahora? Pues criaturas rarísimas que parecen salidas de una peli de Guillermo del Toro: esponjas gigantes, peces con cara de «yo no pedí nacer aquí» y estructuras geológicas que nos dicen cómo se mueve la Tierra bajo el mar, como si fuera una placa tectónica con resaca. En el vídeo «volumen 5» aparecen, en otros, un pez trípode y una especie de anémona que podría ser una mano robótica con chupópteros en vez de dedos.
Pero lo más asombroso es que gran parte de ese ecosistema nunca lo había visto ningún ser humano. Los científicos están, literalmente, descubriendo nuevos mundos… Y sin necesidad de salir del planeta. Eso sí, los selfies con las medusas que brillan en la oscuridad, que no falten.