Un grupo de investigadores de la Universidad de Pensilvania ha creado un electrodo para electroencefalogramas (EEG) que tiene aspecto de pelo, se comporta como un pelo… pero se comporta como una especie de «espía» de la actividad cerebral. Es de esos casos en los que la miniaturización es extrema: en vez de los típicos cables, geles pegajosos y sesiones de «peluquería médica», este nuevo invento tiene el tamaño de un pelo, se adhiere directamente al cuero cabelludo y puede monitorizar la actividad cerebral durante más de 24 horas sin moverse.
El sensor está fabricado con un hidrogel impreso en 3D, una especie de blandi-blub médicamente avanzado, y lleva una tinta bioadhesiva que lo fija a la cabeza como si nada. El resultado: camuflado entre el resto de cabellos proporciona «grabaciones cerebrales» de alta calidad, sin interrupciones y sin que parezcas un Borg recién salido de la nave nodriza.
Al ser tan delgado como un cabello humano (literalmente), apenas se ve; basta echar un vistazo a la foto. Dicen que incluso pueden imprimirlo del color de la melena, para que pase totalmente desapercibido. Ideal para quienes necesiten llevar un EEG encima pero al mismo tiempo quieran seguir poniéndose una gorra sin parecer un experimento con patas.
¿Lo malo? Todavía lleva cables. Pero el futuro es inalámbrico, según los científicos. Tiempo al tiempo.
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Imagen (CC) Zhou Lab / Penn State.