26 de Marzo de 2008

Industria y Salud. Foto (c) Nacho Palou
Zona industrial en las cercanías de Helsinki.

Por Esther Celma Se sabe que la economía industrializada daña al medio ambiente y a la salud pública, pero se desconoce el impacto real de los múltiples focos de contaminación. Porque intervienen muchas variables: la concentración de los agentes químicos, como interaccionan entre sí, el tiempo necesario para que se desplacen entre el suelo, el aire y el agua, cómo reaccionan una vez distribuidos y su tiempo de exposición sobre los ecosistemas y la población.

La complejidad de recoger y relacionar estos datos dificulta la gestión del riesgo asociado a la contaminación.

El proyecto de investigación internacional NoMiracle estudia estos factores y analiza cómo se desplazan y acumulan los compuestos químicos artificiales por el planeta para obtener datos fiables.

Los datos obtenidos y procesados mediante un nuevo modelo de medición científica basado en algoritmos se plasman en mapas de riesgo. Así las instituciones que tienen capacidad de decisión tienen una herramienta muy visual para asesorarse con objetividad.

NoMiracle empezó en el 2003 y acabará en el 2010. En este proyecto de investigación internacional participan 38 universidades y empresas.

La Universidad Rovira i Virgili (URV) de Tarragona coordina los estudios de vulnerabilidad de los acuíferos a través del Centro de Innovación en Tecnología Química El responsable del grupo de investigación de la URV, el doctor Francesc Giralt explica que uno de los primeros resultados de su trabajo es un rastro mayor de benceno, porque las gasolinas sin plomo presentan mayores cantidades. También el rastro del plomo, por cierto, es “claramente visible”.

También se constata que la industria petroquímica de Tarragona es una zona de riesgo porque “somete a la población a una exposición crónica de compuestos químicos”.

Otro factor importante es la presencia de partículas en el aire. Las que miden entre 0,1 y 10 micras presentes en el aire acaban "en los pulmones y cómo absorben los compuestos volátiles o semivolátiles procedentes de los coches o de los asfálticos de los pavimentos, la probabilidad que éstos también acaben en los pulmones es muy alta". La Organización Mundial de la Salud considera que el límite aceptable para la salud no debe superar las 40 micras de partículas por metro cúbico de aire. Sin embargo, conocer el comportamiento de los contaminantes no es suficiente para evaluar su impacto en la salud. En conjunto, depende de "la cantidad y concentración de agentes químicos, su estructura y el tiempo de exposición, pero también de la propia resistencia de un organismo o ecosistema a otros estresantes".

Esther es periodista freelance. Corresponsal de El Vigía y adjunta de El Periódico en Tarragona. También colabora con TV3 y la Agencia Efe.

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