Por @Alvy — 28 de Julio de 2008

Mmmm ¡apetecible hamburguesa! – Get in your grill (CC) JSlander

Jamais Cascio investigó y amplió los cálculos detallados de lo que sería la huella de carbono de una hamburguesa normal y corriente (bueno, con queso); los publicó en The Cheeseburger Footprint.

La conclusión es que la energía requerida para crear una hamburguesa oscila entre 7 y 20 megajoules, según cómo se haga el estudio, pero sólo intentaba lograra una aproximación razonable.

Esto tiene en cuenta todo el «ciclo energético» de la hamburguesa. Como dice allí eso es una miríada de detalles que incluyen cultivar la tierra para producir los cereales para hacer el pan, cultivar y recoger los pepinillos y todo aquello de lo que se alimentan las reses, hacerlas luego crecer, sacrificarlas y luego transportarlas hasta los restaurantes. (Me recordó un poco a los 15.500 litros de agua que hacen falta para «crear» un chuletón.)

De este modo, la huella de carbono en sí estaría entre los 750 y los 3.000 gramos de CO2, dependiendo de cómo se calcule; entre 1 y 3,5 kilos en la práctica si se añade el transporte.

Pero si se añade además el nada despreciable efecto del metano de las flatulencias de las vacas, la cifra casi se dobla hasta llegar más bien a entre 3 y 6 kilogramos de CO2.

En su artículo al final lleva la comparación de esa cifra con las emisiones de coches, de modo que extrae una conclusión más impactante todavía: la huella de carbono de todas las hamburguesas que se comen los norteamericanos en un año es más o menos son equivalente a las emisiones también anuales todos los vehículos todoterrenos (SUV) que circulan por allí, unos 16 millones.

{ Foto (CC) Jslander }

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