La Fujifilm Instax Share SP-1 (por Smartphone Printer) es una impresora de pequeñas dimensiones que cabe en el bolsillo de una chaqueta y con conectividad wifi, destinada a imprimir en película las fotos hechas con el móvil.
Para la impresión utiliza película instantánea tipo Polaroid (la misma que usan las cámaras instantáneas de Fuji) de 8,6 cm x 5,4 cm con un tamaño de imagen de 6,2 x 4,6 cm (más o menos el tamaño de una tarjeta de crédito), ya que la película tiene un borde similar al de las películas Polaroid de toda la vida.
A diferencia de cómo funciona la LG Pocket Photo (de impresión térmica sobre papel fotográfico), la de Fuji dispone de un cabezal LED que transfiere la imagen sobre película fotográfica, en un proceso similar al revelado instantáneo. El resultado son fotos de verdad, con una apariencia muy parecido al que se obtiene con una cámara Polaroid analógica.
El funcionamiento de la Instax Share es muy sencillo. Funciona con dos pilas CR2 (el adaptador a red es opcional) y genera una red wifi propia a la que hay que conectar el teléfono móvil. Desde éste y con la aplicación Instax Share, disponible gratuitamente para iOS y Android, se seleccionan las fotos que se quieren imprimir y se envían a la impresora.
La impresora dispone de una serie de indicadores: tres LED verdes para el estado de las pilas y diez LED también verdes como contador de la película disponible. Cada cartucho tiene diez películas y cuesta unos 8 euros, así que sale más o menos a 80 céntimos cada foto, algo menos comprando paquetes con dos o cinco cartuchos. No es barato pero tampoco es descabellado teniendo en cuenta lo cómodo y fácil e inmediato que resulta obtener copias en papel. El tiempo de impresión es de unos 15 segundos desde que se envía la foto a la impresora.
El botón “Reprint” en el lateral de la impresora sirve para sacar copia de la última foto impresa sin necesidad de volver a enviarla, muy útil para el típico momento de “¡yo también quiero una copia!”.
Para mejorar el resultado de la transferencia de la imagen a la película el software de Fuji dispone de un modo automático de mejora de la imagen que conviene activar. El mismo software también permite editar algunos aspectos de la foto, como redimensionar o rotar la imagen o añadir plantillas con adornos y textos.
La SP-1 no tiene más misterio; lo más "complejo" que permite es poner una contraseña para evitar que cualquiera que se conecte al wifi de la impresora se ponga a imprimir en ella, pero ni siquiera es necesario —y en una fiesta, por ejemplo, puede ser divertido dejar la impresora en abierto y que por ella vayan saliendo en papel las fotos que hace la gente.
Puestos a pedir sería interesante que se pudiera imprimir en la Instax Share directamente desde cámaras como la X100S con la opción Eye-Fi, pero al menos por ahora esto no es posible.
La Fujifilm Instax Share SP-1 cuesta unos 149 euros, que no es un precio barato pero tampoco es excesivo. Eso sí, no esperes la calidad de imagen que se consigue con una impresora de inyección de tinta de sobremesa —de un precio similar o inferior— o en un local de revelado.
La idea de la SP-1 es ofrecer la inmediatez de las fotos en papel en un impresora que cabe en el bolsillo, lo mismo que ofrecía en su día la Polaroid SX-70, pero adaptada a la era de los smartphones. Así que las fotos tienen una resolución, contraste, fidelidad de color y nitidez limitadas. Los mismos ‘peros’ y a la vez el mismo encanto de las Polaroid originales.