Por @Wicho — 23 de Junio de 2012

Clavo Wi-Fi en Londres
~30 euros por un 24 horas de Wi-Fi en el Millennium Gloucester Hotel de Londres, un hotel que además no es precisamente barato

Wi-Fis que cuestan más por usarlas un día –o más generalmente una noche– de lo que pagamos al mes por la conexión a Internet de nuestras casas. Una molesta carencia de enchufes…

Estas y otras más son las cosas que más nos molestan de los hoteles que nos toca sufrir/disfrutar cuando viajamos, al menos según se puede leer en el informe #Hotelfacts o cómo dar valor añadido a la estancia en un hotel [PDF 911 KB] que el Instituto Técnico Hotelero hizo a través de Twitter.

Los ganadores en el apartado de tecnología son los sospechosos habituales:

  • El wifi es un servicio caro, malo o inexistente, o no alcanza todo el hotel.
  • No se pueden conectar los gadgets a otros aparatos de la habitación (ej. iPad a la TV).
  • Hoteles que no revelan los cargos wifi antes de reservar.
  • Equipos informáticos obsoletos y escasos en los Business center, aunque personalmente me sorprende que aún haya alguien que use esos equipos.
  • Tarjetas demasiado sensibles que se desconfiguran y hacen volver a la recepción, aunque esto yo lo pondría en el apartado de equipamiento del hotel más que en el de tecnología.
  • Que no haya cargadores disponibles para teléfonos móviles y otros gadgets, o tomas de corriente con cables cargadores incorporados o tomas USB.
  • Etcétera…

Son, además, males bastante universales a juzgar por los resultados de una encuesta similar que hizo Frequent Business Traveller cuyos resultados se pueden ver en Hotel Pet Peeves – What Bugs You the Most in 2012.

Los cinco primeros:

  • Internet cara, incluyendo que te cobren por cada uno de los dispositivos que quieras utilizar.
  • Enchufes de corriente inaccesibles o insuficientes.
  • Internet mala y/o lenta.
  • Ruido de la habitación, pasillo, ascensor o instalaciones (gimnasio/restaurante) de al lado.
  • Dificultad a la hora de ajustar el aire acondicionado o la calefacción.

Lo peor es que estoy convencido de que el año que viene seguiremos igual.

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