Por @Alvy — 15 de Diciembre de 2014

Esta delicioso documental titulado Linotype: The Film (2012) cuenta la historia de la linotipia, un invento que revolucionó a finales del siglo XIX la forma de preparar los textos para las imprentas.

Estos monstruosos victorianos, imposibles y descomunales artilugios mecánicos, eran máquinas con un solo objetivo: permitir que un operador pudiera teclear más rápido componiendo líneas que se fundían en metal al instante para luego ser encajonadas a mano en columnas y utilizadas en las imprentas de la época.

De ese apasionante universo tipográfico metálico provienen un montón de técnicas y terminología que todavía se utilizan en la actualidad. Las máquinas eran armatostes de dos toneladas que como explican los expertos «parecían más máquinas de Rube Goldberg que otra cosa». Funcionaban con mecanismos, cintas, correas y metal fundido. Podían matarte si no tenías cuidado con ellas, tal era su tamaño y el peligro si se metía la mano en el lugar equivocado. (Esa descripción me recordó al célebre relato Etaoin Schrldu de Fredric Brown, una de las muchas perla de la ciencia-ficción de este autor).

Linotype-Thefilm

Como auténticas reinas del steampunk estas máquinas «escritoras de líneas» (lino-type) utilizaban tipos (letras) individuales de ancho variable llamadas «matrices». Un gran avance era que se reutilizaban una vez empleadas como molde metálico: recorrían un laberinto mecánico del que caían en el lugar adecuado según unas marcas en sus bordes. Un ingenioso mecanismo permitía además «justificar» las columnas de las líneas insertando unas varillas de metal. Y los teclados utilizaban la configuración etaoin shrldu según la distribución de letras en inglés, no el qwerty.

Tan complejo era el invento que todos los que previamente habían intentado crear máquinas similares fracasaron miserablemente; tan solo en 1886 Ottmar Mergenthaler y sus socios dieron con un conjunto de mecanismos completos, fiables y duraderos tras resolver parte a parte diversos problemas en los que llevaban años trabajando. Incluso Edison admiraba a la linotipia. Y durante décadas este invento aceleró sobremanera la producción de textos, dando nacimiento a auténticas factorías de linotipistas que escribían a toda velocidad para periódicos y revistas. Quizá la mayor revolución para la escritura, las noticias y las revistas desde la invención de la imprenta.

Hoy en día mantener y manejar una linotipia es pura artesanía. Apenas hay piezas de repuesto pero, lo que es peor, cada vez menos gente tiene conocimientos sobre cómo funcionan los diversos mecanismos y cómo se reparan los problemas más habituales. Algunos mantienen estas máquinas como objetos históricos; ciertos museos intentan rescatar las que se encuentran por ahí para su preservación.

El documental de Doug Wilson es sencillamente brillante, toda una obra de amor al arte. Está narrado por algunas de las personas que todavía se relacionan con las linotipias, algunos tras vivir vidas enteras junto a ellas. Una relación que sin miedo podría decirse que era casi de amor por aquellas máquinas. Para cualquier interesado en el mundillo del diseño, la tipografía o la impresión tradicional es casi una obligación verlo – de lo que además sin duda disfrutarán. Se puede conseguir directamente en la tienda de la película; en la cuenta de Vimeo de la producción hay diversos trailers, entrevistas y material adicional que también merece la pena ver.

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