22 de Octubre de 2015

Ver Mejor

Soluciones para ver mejor hay muchas, desde las tradicionales gafas y lentillas hasta la cirugía, que hoy en día es algo tan normal y corriente como visitar al médico de cabecera. De hecho, la cirugía ocular es probablemente uno de los mejores ejemplos de cómo la ciencia y la tecnología pueden «mejorar» uno de los sentidos del ser humano de forma permanente (o casi), devolviéndolo a su rendimiento óptimo.

El pasado Día Mundial de la Visión 2015, en un encuentro titulado Mejora tu Visión los profesionales de STAAR Surgical explicaron cómo funcionan sus lentes intraoculares ICL, que llevan más de cerca de dos décadas fabricando e implantando y cuentan con la aprobación de la FDA. Desde entonces se han implantado en más de 500.000 intervenciones; de hecho, España es de hecho el país europeo en el que más ICL se han utilizado: unas 60.000 (el cuarto a nivel mundial).

El ojo con una lente ICL implantada en la cámara posteriorLas lentes intraoculares, tal y como dicen algunos «usuarios», son como «lentillas permanentes». Están fabricadas de un material llamado colámero, que es cien por cien biocompatible, tienen el tamaño y forma adecuados para el ojo de cada persona y no se notan. Su forma y colocación corrigen los defectos de visión cuando se implantan en el ojo detrás del iris, en la llamada cámara posterior.

Pero a diferencia de la cirugía tradicional con láser que modifica la córnea «tallándola», por decirlo de algún modo, estas lentes no modifican las diversas partes del ojo. De hecho, una de sus principales diferencias es que la cirugía es reversible: si años después hay que cambiar algo (o como en el caso de las personas más mayores, aparecen las cataratas), basta con operar de nuevo y retirarlas o cambiarlas. Y si teniendo implantadas estas lentes se necesita una ligera corrección (de pocas dioptrías) se puede complementar con un ajuste fino de láser.

El Dr. Francesc Duch, el especialista en oftalmología que nos explicó muchos de estos detalles, narró también cómo era la operación en sí: apenas dura entre 5 y 15 minutos (se tarda más en los preparativos que en la propia operación) y los pacientes se van a casa casi al momento, pues tras 24 horas de reposo ya pueden hacer vida completamente normal. Como anécdota nos contó que hace años la gente acudía a las consultas pidiendo «el láser», simplemente porque «la palabra láser suena bien» sin saber que a veces son mejor otras opciones, desde las gafas a las lentes intraoculares: es el oftalmólogo quien debe recomendar esto.

Los mejores candidatos para ponerse lentes de este tipo son pacientes entre los 21 y 45 años, con hasta -18 dioptrías de miopía o +10 de hipermetropía (independientemente de si va acompañado de hasta 6 de astigmatismo, o no). El paso por la consulta previa por el oftalmólogo es obligatorio, como no puede ser de otro modo en cuestiones relacionadas con la salud.

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