Por @Wicho — 5 de Agosto de 2023

Tras un mes de viaje después de su lanzamiento el telescopio espacial Euclid de la Agencia Espacial Europea llegaba hace unos días a su destino en el punto de Lagrange L2 del sistema Sol-Tierra. Es un punto situado a 1,5 millones de kilómetros de nuestro planeta en dirección al exterior del sistema solar y es muy popular para observatorios espaciales porque desde él el Sol, la Tierra y la Luna quedan siempre de espaldas y no molestan en las observaciones, además de que la Tierra también puede hacer de parasol.

De hecho el observatorio Gaia y el telescopio espacial James Webb, cuyas órbitas salen en este vídeo, también están allí. Igual que lo está el observatorio ruso-alemán de rayos X Spektr-RG, aunque supongo que no sale en el vídeo por aquello de la invasión rusa de Ucrania.

Otra ventaja del punto L2 es que en él la gravedad del Sol y de la Tierra se compensan, de tal forma que una nave puede permanecer allí gastando muy poco combustible, cuya disponibilidad normalmente es lo que marca la vida útil de casi cualquier sonda que lancemos en la actualidad.

Sin embargo no hay peligro de que estos observatorios choquen entre ellos ya que no están exactamente en el punto L2 sino que lo orbitan a más o menos distancia. Y las órbitas están ajustadas para que no pueda haber colisiones. Euclid y el Webb, por ejemplo, nunca estarán a menos de 400.000 kilómetros uno del otro.

Primeras imágenes de prueba

Además de haber llegado a su destino Euclid está ya enfocado después de que la posición de su espejo secundario haya sido ajustada, con lo que estamos recibiendo ya las primeras imágenes de prueba, aunque el telescopio no entrará en servicio hasta otoño.


A la izquierda una imagen de cámara de longitud de onda visible (VIS); a la derecha una del espectrómetro y fotómetro de infrarrojo cercano (NISP). Ambas están a la misma escala . Al no estar procesadas en las dos imágenes quedan algunos artefactos no deseados, por ejemplo los rayos cósmicos que se disparan en línea recta, que se ven especialmente en la imagen del instrumento VIS – ESA/Euclid/Euclid Consortium/NASA, CC BY-SA 3.0 IGO

Aparte de calibrar los dos instrumentos de a bordo el equipo de la misión tiene un desafío extra, que es averiguar por qué los sensores del instrumento VIS captan más luz de la esperada. Esa luz provoca un patrón no esperado en las imágenes que se superpone a la de las verdaderas fuentes astronómicas. Apuntando el telescopio espacial en distintas direcciones han podido comprobar que la luz inesperada sólo se detecta en ciertas orientaciones, lo que da pistas sobre el origen de la luz extra y cómo podría reducirse.

También queda por terminar de calibrar el sensor de guiado fino (FGS) de Euclid, que proporcionará información sobre hacia dónde apunta. El FGS utiliza varias estrellas para orientar el telescopio de forma extremadamente estable hacia sus objetivos, lo que garantizará le poder obtener imágenes de gran nitidez.

El objetivo de Euclid durante los seis años que se prevé que dure su misión es cartografiar la estructura del universo a gran escala y ayudarnos a comprender la materia y energía oscuras. Para ello creará el mapa 3D más exacto y más grande del universo, que revelará cómo se ha expandido el universo y cómo ha evolucionado la estructura a gran escala durante su historia. Y partir de esto podremos aprender más acerca del papel de la gravedad y la naturaleza de la energía y materia oscuras.

La misión está en Twitter como @ESA_Euclid.

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