Por @Wicho — 14 de Enero de 2008

Una de las medidas «de seguridad» que se adoptaron en los Estados Unidos después de los ataques del 11-S fue la creación de unas listas de nombre y alias de personas sospechosas contra las que se comparan los nombres de los pasajeros antes de dejarles subir a bordo.

Estas listas, de dudosa efectividad, ya han sido en otras ocasiones causa de problemas con personas como Edward «Ted» Kennedy, senador por el estado de Massachusetts, que no es que se apellide como el que fuera presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, sino que es su hermano, así que en principio no parece muy lógico que estuviera en estas listas, y aún así en 2004 se encontró con que no solo aparecía en ellas sino que tuvo que hacer uso de sus contactos -y se supone que no tiene pocos- para que eliminaran su nombre de esas listas.

Una de las últimas víctimas de este curioso método de filtrado y detección de terroristas ha sido un niño de cinco años cuyo nombre coincide con el de una persona que está en búsqueda y captura, por lo que cuando hace unos días este niño iba a volar con su madre el niño fue llevado aparte, rigurosamente cacheado, y su equipaje examinado a fondo: 5-year-old mistaken for criminal at airport [vídeo].

No contentos con eso, cuando su madre le dio un abrazo para intentar tranquilizarlo en la medida de lo posible mientras le hacían todo esto, los responsables de seguridad del aeropuerto le dijeron que no podría tocarlo porque el niño era un riesgo para la seguridad nacional, con lo que entonces procedieron a cachearla también a ella para asegurarse de que el peligroso individuo no le hubiera pasado nada peligroso o algún tipo de arma en el momento en el que se abrazaron.

Dejando aparte lo ridículo de todo este episodio, los terroristas desde luego pueden estar regodeándose de lo que han conseguido, ya que con medidas y actitudes de este tipo lo único que hacemos es seguirles el juego.

(Elliott > Consumerist > Boing Boing, este enlace estuvo retenido varios días hasta comprobar que no era un riesgo para la seguridad de nadie.)

Actualización: Bruce Schneier enlazaba hace unos días con The Airport Security Follies, un artículo de Patrick Smith para el New York Times en el que Smith, que es piloto de aerolíneas y autor del recomendable Ask The Pilot Feed RSS, escribe acerca de lo inútiles que son la mayoría de las medidas que se adoptaron después del 11-S, ya sea porque no son adecuadas a la nueva forma de actuar de los terroristas, o porque la forma en la que se aplican es incorrecta.

Smith se muestra sorprendido con todo lo que la gente está dispuesta a tragar en aras de este teatro de la seguridad. Traduzco el último párrafo, pero el artículo entero es muy recomendable:

Cómo hemos llegado a este punto sería un interesante estudio sobre política reaccionaria, aprovecharse del miedo y una desconcertante disposición por parte del público americano a aceptar casi cualquier cosa en nombre de la «seguridad». Timada y asustada, nuestra nación no pide seguridad real, sino el espectáculo de la seguridad. Y aunque un porcentaje razonable de los pasajeros, junto con la mayoría de los expertos en seguridad, estarían de acuerdo en que tal teatro en realidad no sirve para nada, ha habido sorprendentemente pocas protestas públicas. En ese sentido, puede que hayamos obtenido exactamente el sistema que nos merecemos.

Y tampoco es cuestión de pensar que esas listas afectan sólo a los estadounidenses, ya que como nos cuenta Edu T por correo electrónico, en un reciente viaje a los Estados Unidos vía Newark descubrió que su nombre y apellidos son similares a los de una persona que está en una de esas listas, con lo que se lo llevaron a una sala aparte en la que estuvo retenido más de dos horas, perdiendo su vuelo de enlace sin que nadie se hiciera responsable de ello ni le dieran razón ni explicación alguna, y a la vuelta le sucedió lo mismo. Como él dice, «A partir de ahora estoy condenado a ser sospechoso de por vida en EEUU».

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