Por @Wicho — 10 de Septiembre de 2013

Cabina de pasajeros de un A320
Cabina de pasajeros de un A320

Pues casi como se compra un coche, aunque en lugar de al concesionario, se va directamente al fabricante.

Tal y como explica Finnair en Buying an aircraft los aviones se encargan con años de antelación, pues la capacidad de producción de las líneas de ensamblado es la que es, y un año o así antes de su entrega es cuando se cierran los detalles de personalización.

Para los pasajeros los más obvios, aparte de los colores de la aerolínea en el fuselaje, aunque puede llevar una librea especial, están en el interior de la cabina del pasaje, tanto en los colores como en los asientos.

La aerolínea los compra al fabricante en función del precio, peso, comodidad para el pasajero, condiciones post-venta, etc, y decide si los asientos van a llevar algún sistema de entretenimiento a bordo.

Desde un punto de vista técnico la decisión más importante, al menos según lo cuenta Finnair, es el tipo de motor, que se toma en función de sus parámetros de consumo de combustible y costes previstos de mantenimiento.

Otras opciones pueden ser depósitos de combustible extra, el fabricante concreto de alguno de los equipos, o el tipo de área de descanso para las tripulaciones en el caso de los aviones de largo radio, si el avión monta algún tipo de winglet, y así unas cuantas decenas de detalles más de tipo técnico.

El mono probablemente no venía de serie
El mono probablemente no venía de serie

En la cabina, aparte de un equipamiento estándar de cada modelo que permite a un piloto tener la habilitación de tipo para pilotar un modelo o familia de aviones, como por ejemplo en la familia de los Airbus A320, hay también una serie de equipos extra que la aerolínea puede decidir comprar o no.

Estos son cosas como las bolsas de vuelo electrónicas, que sustituyen a los pesados manuales en papel, head-up display como los de los cazas, CPDLC o comunicaciones por enlace de datos controlador–piloto, radios HF, receptores ADF, etc…

Vamos, que como con los coches, a partir de un mínimo hay que decidir el nivel de acabado que se quiere.

E igual que con los coches, también está el asunto de regatear el precio, pues es extremadamente inusitado que una aerolínea pague el precio de tarifa de un avión; siempre queda aquello de «en cuanto me los dejas si te compro 200».

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