Por @Wicho — 2 de Mayo de 2016

Un grupo de científicos de la Universidad de California en Berkley han metido a siete voluntarios en una máquina de resonancia magnética funcional mientras les hacían oír hasta dos horas de historias de un programa de radio, lo que supone que cada uno escuchó unas 25000 palabras en total, y unas 3000 palabras diferentes.

Analizando qué zonas del cerebro se iban activando al oír cada palabra han podido construir un modelo al que han bautizado como PrAGMATiC, de probabilistic and generative model of areas tiling the cortex, algo así como modelo probabilístico y generativo de las áreas en las que se divide el córtex.

PrAGMATiC predice cómo va a reaccionar el cerebro de una persona al escuchar una palabra determinada, y por las pruebas realizadas con otras historias que no habían escuchado antes es muy preciso en los lóbulos parietales, temporales y frontales, pero bastante menos en el córtex motor, en el córtex visual y la superficie inferior del cerebro.

Mapa semántico del cerebro en línea
El modelo interactivo 3D construido con este estudio está en línea

Una de las cosas que comprobaron es que muchas palabras activan diferentes zonas del cerebro; otra es que se agrupan por temas: en el mapa las zonas verdes son las relacionadas con lo visual, las azul claro con lo táctil, las azul oscuro con el exterior, las amarillas con partes del cuerpo, las verde oscuro con números, las marrones con sitios, las rosas con violencia, las naranjas con personas, las coral con lo social, las púrpura con lo mentas y las zonas color teja con el tiempo.

El estudio incluía cinco hombres y dos mujeres, todos ellos con el inglés como lengua madre, así que habría que hacer pruebas con más personas de ambos géneros y en especial con hablantes de otros idiomas para ver si el modelo se corresponde o no, ya que a fin de cuentas se supone que nuestro lenguaje moldea nuestro pensamiento.

Falta mucho –si es que alguna vez sirve para ello– como para que un modelo como este sirva para leer el pensamiento, pero es un curioso avance, aunque de nuevo insisto en que habría que validarlo con más sujetos de prueba, acerca de cómo funciona nuestro cerebro; hay que recordar también que la fMRI no tiene la solución a todo y hay que saber analizar sus datos correctamente.

(Vía Open Culture).

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