Por @Wicho — 31 de enero de 2019

Yutu 2 visto por el aterrizador de la misión
Yutu 2 visto por el aterrizador - CLEP/CNSA

Después de soportar temperaturas de hasta -190 ºC durante la noche lunar –que dura dos semanas– el rover Yutu 2 se despertaba a eso de las 13:00, hora peninsular española, del 29 de enero de 2019. El aterrizador hacía lo propio a las 13:39 del día siguiente.

El rover se despertó primero porque tiene mucha menos superficie para absorber el calor, con lo que necesista más tiempo para alcanzar la temperatura de funcionamiento adecuada. Ambos utilizaron unidades de calor de radioisótopos (RHU) para mantener sus componentes a una temperatura que, aunque no les permitía funcionar, aseguraba que no se fueran a estropear con el frío.

El sobrevivir a la primera noche lunar es otro paso importante para la misión, pues confirma que los sistemas funcionan como se espera.

Después de despertar los dos arrancaron su programa de actividades científicas de modo automático y están en comunicación con el control de la misión a través de Queqiao, el satélite que hace de relé de comunicaciones. Entre ambos llevan ocho instrumentos que incluyen varias cámaras, espectrómetros, un radar para estudiar la Luna por debajo de la superficie, un dosímetro para medir radiación, y un instrumento que medirá cómo interactúa el viento solar con la superficie de la Luna. Yutu 2 está ahora mismo a unos 18 metros al noroeste del aterrizador, pero está previsto que siga moviéndose para tomar mediciones en todos los puntos que pueda.

Uno de los primeros resultados que han obtenido es el dato de que la temperatura del suelo en el lado oculto de la Luna es mucho menor que la medida por las misiones Apolo, así que el ver por qué es una de las preguntas que puede ayudar a resolver la misión.

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