Por @Wicho — 27 de febrero de 2020

No tenía en mi radar la misión del satélite MEV-1 de Northrop Grumman pero me parece un notición: el pasado martes se acoplaba al Intelsat 901, lanzado en 2001 y que se está quedando sin combustible, con el objetivo de actuar como su motor y así prolongar su vida útil en cinco años. Es la primera vez de la historia que dos satélites se acoplan en órbita.

El MEV-1, de Mission Extension Vehicle, Vehículo de extensión de la misión, fue lanzado el 9 octubre de 2019. Tras las primeras comprobaciones en órbita comenzó a utilizar sus motores para pasar de la órbita de transferencia geoestacionaria en la que había sido dejado a una órbita a unos 300 kilómetros por encima de los satélites que están en órbita geoestacionaria.

Mientras hacía esto Intelsat pasaba los clientes del 901 a otros satélites y empezaba a moverlo a la misma órbita hacia la que iba el MEV-1. Es una órbita cementerio, así que de haber habido algún problema se podía haber quedado allí sin afectar a otros satélites. Llegó allí el 1 de febrero.

En los siguientes días MEV-1 fue haciendo varias prácticas de aproximación así como varios sobrevuelos alrededor del Intelsat 901 para comprobar que todo estaba en orden. Finalmente, cuando los controladores de la misión quedaron convencidos de que todo estaba listo, recibió la orden de iniciar la aproximación final.

La fue haciendo de forma autónoma por etapas, aunque con pausas intermedias para que los controladores fueran comprobando que todo iba bien. Para ello usó varios tipos de cámaras y un LIDAR (un RADAR láser). La captura en sí la llevó a cabo introduciendo una sonda que se expandió como un taco en la tobera del motor del Intelsat y luego sujetándolo con tres abrazaderas.

Pruebas en tierra del sistema de captura del MEV-1 – Northrop Grumman
Pruebas en tierra del sistema de captura del MEV-1 – Northrop Grumman

Una vez hechas las comprobaciones pertinentes el MEV-1 maniobrará para moverse a una nueva posición desde la que el Intelsat 901 podrá dar otros cinco años de servicio. Una vez terminado ese periodo el MEV-1 volverá a llevar su pasajero a la órbita cementerio. Y después aún le quedan otros diez años de vida útil, así que se acoplará pasará a otro satélite para proporcionarle el mismo servicio. Mientras tanto el MEV-2, que será lanzado más adelante este año, hará lo propio con otro Intelsat.

El MEV-1 por sin ha conseguido demostrar la viabilidad de la idea de que un satélite dé servicio a otro, algo que hace años de lo que se venía hablando. No sólo permitirá aprovechar mejor satélites cuya electrónica sigue funcionando pero que se están quedando sin combustible sino que también pueden servir para llevar a una órbita cementerio satélites que han agotado su combustible o que han fallado antes de poder moverse a ella. Una estupenda noticia de cara a la gestión de la basura espacial.

Y en el futuro se habla de misiones más ambiciosas como la reparación o el ensamblado de satélites o componentes de sondas y naves espaciales en órbita.

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