
Una de las peores situaciones informáticas imaginables, la auténtica pesadilla de los administradores de sistemas, se ha producido hace unos días en Daejeon (Corea del Sur). Según cuentan los periódicos y agencias, el incendio de una batería de litio que estaba siendo reubicada en una sala de servidores se propagó de forma descontrolada, llegando a otras 300-400 baterías adyacentes y ardiendo a lo largo de 22 horas. Hicieron falta 21 vehículos y 62 bomberos para contener el fuego.
Ese centro alberga los datos del NIRS, el Servicio nacional de recursos informáticos, dependiente del Ministerio del Interior y Seguridad. Es una especie de centro de datos gubernamental desde donde se operan servidores, plataformas de identidad digital y servicios en la nube. El resultado fue que 647 servicios gubernamentales en línea colapsaron. Y de esos, 96 quedaron físicamente destruidos, mientras que el resto tuvo que ser desconectado y quedó parcial o totalmente inutilizado. En los últimos días han ido recuperando poco a poco los sistemas, pero hay una parte que se ha perdido para siempre. ¿Cómo es posible?
La principal víctima fue G-Drive, el disco en la nube oficial para documentos de los funcionarios coreanos, cuya arquitectura no contemplaba copias de seguridad externas pero era de uso obligatorio. Por suerte aunque 750.000 funcionarios tenían acceso tan solo 125.000 lo usaban y no todos habían usado los 30 GB de espacio asignado para almacenar sus datos. Según cuentan originalmente sí que contaba con copias de seguridad, pero cuando el sistema creció hasta 858 terabytes los responsables optaron por dejar de hacer esas copias de respaldo. ¿Qué podría salir mal? Téngase en cuenta, como apuntaba alguien, que eso son tan solo 35 discos duros que cuestan menos de 15.000 euros y se meten en un armario de servidores; se podrían haber tenido varias copias en distintos centros de datos del país.
Con todo tipo de funcionarios habiendo perdido los datos de los últimos años, algunos «toda una vida laboral» desde 2018, ahora están intentando recuperar lo que se puede a partir de copias locales, correos, documentos impresos y otra red llamada OnNara que servía para trámites administrativos. La forma más pedestre de recuperar las cosas, como cuando yo he tenido que sacar la captura que ilustra esta nota de Archive.org porque su web todavía está caída.
Tampoco se entiende cómo los datos no estaban replicados en varios lugares, especialmente entre Daejeon y Gwangju, un segundo centro de datos alternativo del NIRS, algo que se contradice la misión original de la entidad: «consolidar la gestión tecnológica del gobierno y reducir costes de infraestructura, ofreciendo redundancia nacional». Palabras huecas tras las que se escondía un desastre en potencia, quizá fruto de ese «reducir costes», como así parece que ha sido.
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