Por @Wicho — 1 de Noviembre de 2018

La comisión encargada de investigar la causa del fallo del lanzamiento de la cápsula tripulada Soyuz MS-10 ya ha emitido su informe. Su conclusión es que el fallo se produjo porque durante el ensamblado del cohete Soyuz FG que la lanzó el sensor de separación del propulsor lateral D resultó dañado.

En condiciones normales los propulsores laterales caen por su propio peso en cuanto se paran sus motores, pues unos instantes antes se han soltado sus sujeciones inferiores y la parte de arriba no va sujeta sino encajada en el núcleo del cohete, un poco como la cabeza del fémur en la cadera, con lo que se desliza fuera de su receptáculo gracias a la fuerza de la gravedad.

Pero para evitar cualquier contacto entre los propulsores laterales y el núcleo del cohete se abren unas válvulas que hace que salga un chorro de oxígeno líquido que hace que la punta del propulsor lateral se separe inmediatamente del cohete. Por eso los propulsores caen dando tumbos, formando la famosa cruz de Korolev:

La apertura de esas válvulas es activada por un sensor, que es el que estaba doblado unos seis grados y medio en el propulsor D, algo que se pudo comprobar el inspeccionar sus restos. Al no abrirse la válvula en cuestión el propulsor o bien no se separó o si lo hizo luego volvió a entrar en contacto con el núcleo central del cohete, perforando su tanque de combustible.

Momento del impacto
Momento del impacto – Roscosmos/RussianSpaceWeb

Afortunadamente el sistema de guiado del Soyuz FG detectó el problema y activó inmediatamente los cohetes de escape situados en la cofia, colocando a la Soyuz MS-10 y a sus tripulantes en una trayectoria balística que los llevó a aterrizar unos minutos después sanos y salvos aunque considerablemente agitados.

La idea de que fue un fallo de montaje y no de producción se ha visto reforzada por el lanzamiento con éxito el pasado día 25 de octubre de un satélite militar de la serie Lotos S-1 a cargo de un Soyuz 2.1b, que comparte sistema de separación con el Soyuz FG. Ahora vienen el lanzamiento de un satélite de navegación Glonass, también en un Soyuz 2, el 3 de noviembre, y el de la cápsula de carga Progress MS-10 el 18 de noviembre, ya en un Soyuz FG. Y sí, es un incordio que tanto los cohetes como las cápsulas se llamen Soyuz.

Si los dos lanzamientos van bien el 3 de diciembre otro Soyuz FG lanzará la cápsula tripulada Soyuz MS-11 rumbo a la Estación Espacial Internacional. Es un lanzamiento cuya fecha, de hecho, se ha adelantado, pues inicialmente estaba previsto para el 20 de diciembre. Pero esto da más margen por si hay que aplazar el lanzamiento, en especial teniendo en cuenta que la Soyuz MS-09, que en estos momentos está atracada en la EEI, tiene que volver a Tierra a principios de enero de 2019 porque se acaban los 200 días durante los que puede permanecer en el espacio.

Es un alivio que todo parezca indicar que los lanzamientos de tripulantes a la EEI vayan a poder reanudarse tan rápido, porque de otro modo podría haber quedado deshabitada a principios de enero por primera vez desde el 2 de noviembre de 2000.

Pero en Roscosmos tienen que ponerse mucho más serios con el control de calidad de lo que hacen, porque en los últimos meses al fallo del lanzamiento de la Soyuz MS-10 hay que añadirle el agujero de más de la Soyuz MS-09.

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