Por @Wicho — 29 de Agosto de 2004

Cryptonomicon

Criptonomicón (Cryptonomicon). Neal Stephenson. Avon Books, noviembre de 2002. Inglés. (También traducido al castellano).

Esta novela cuenta dos historias, una que transcurre durante la Segunda Guerra Mundial y otra a principios o mediados de los 90, que se ven enlazadas mediante un descubrimiento más o menos casual realizado por los protagonistas de la historia de finales del siglo XX.

En ambas historias la criptografía juega un papel importante, especialmente en la que transcurre durante la II GM, no sólo por la importancia que tuvo para el desarrollo de la guerra el que los aliados fueran capaces de descifrar los códigos alemanes y japoneses, sino por el uso que hacen de ella los protagonistas para proteger su secreto; en la historia moderna la criptografía es una herramienta fundamental para los protagonistas, que pretenden crear un paraíso de datos libre de todo control gubernamental, y para ahondar en el secreto que oculta el descubrimiento que une las dos historias.

Aunque esta novela goza de un cierto status de obra de culto, en mi opinión está quizás un tanto sobrevalorada, pues aunque me pareció entretenida, hay varias cosas que no acaban de gustarme.

Por una parte, aunque es necesario que Randy Waterhouse sea el nieto de Lawrence Waterhouse para enlazar ambas historias, me parece exagerado que además vaya a dar por casualidad con el hijo y la nieta de Bobby Shaftoe, uno de los protagonistas de la primera historia; la historia habría funcionado igual con otros personajes que no tuvieran relación alguna con él. También es mucha casualidad que los Kivistik tengan relación con ambos arcos de la historia.

Otra cosa que no me gustó -aunque soy consciente de que es algo que a otros lectores les ha encantado- fue el exceso de «relleno» que tiene la novela, como por ejemplo la disquisición acerca de relación entre la agudeza mental de Lawrence Watehouse y el tiempo transcurrido desde su última eyaculación, la descripción con pelos y señales de como Randy considera que hay que comer los cereales Cap'n Crunch -y sí, ya se que es una referencia al famoso phreaker/hacker-, o el proceso empleado por Randy y sus tíos para repartirse la herencia de los abuelos. No es que estas disgresiones estén mal en general, pero creo que hay demasiadas.

De todos modos lo peor, en mi opinión, es el fin de la novela. Da la impresión de que Stephenson no sabe como acabarla y termina por convertirla en una caza del tesoro con loco incluído. No me creo nada de lo que hace Andrew Loeb hacia el final; no entiendo por qué Rudy von Hacklheber toma la decisión que toma, y no me creería ni en un millón de años que los gobiernos implicados dejaran a Randy y compañía salirse con la suya tan facilmente.

En resumen, una novela entretenida y recomendable, pero al mismo tiempo una pequeña decepción, quizás por todo lo que había leido acerca de ella con anterioridad.

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