Por @Wicho

Por fin he podido ver la charla The Apollo Guidance Computer. Anatomía para ingenieros que impartió Samuel Antonio Jiménez en T3chFest 10 hace unos meses. Yo dría que quizás es más bien para informáticos. O para ingenieros que sepan de informática. Aunque creo que cualquier persona con un poco de interés en el Programa Apolo y con algún conocimiento básico de informática puede seguirla bastante bien.

Todo comienza cuando la NASA se da cuenta de que va a necesitar un ordenador que guíe las naves del Programa Apolo, que no puede depender de las habilidades de los astronautas, por mucho que todos sean experimentados pilotos, muchos de ellos pilotos de pruebas.

Así que empiezan a plantearse las especificaciones de esa máquina, bautizada como Apollo Guidance Computer (AGC, Ordenador de guiado del Apolo), que por el momento sólo existe en papel. La idea original era un ordenador con 256 palabras de memoria RAM, 4K de ROM y una velocidad de 0,1 MHz en 1961. Pero las necesidades de la misión fueron evolucionando de tal modo que al final, allá por 1965, se hablaba de un ordenador con 2K palabras de ROM, 36K palabras de RAM, y una velocidad de 1 MHz.

El problema es que la tecnología de la época producía máquinas del tamaño de habitaciones, con un peso de varias toneladas y un consumo eléctrico equivalente al de un pequeño pueblo. Bueno, puede que un poco menos, pero ya me entiendes.

Y el Programa Apolo necesitaba llevar tres ordenadores: uno en el módulo de comando y dos en el módulo lunar, por aquello de la redundancia. Tres ordenadores que además tenían que ser capaces de ejecutar su software en tiempo real y en modo multitarea, nada de la ejecución por lotes habitual de la época.

Sergio va explicando cómo en el MIT se fueron enfrentando a todos los desafíos que supuso crear esa máquina capaz de llevar una misión tripulada a la Luna. Que, para dar un poco más de contexto al asunto, fue un objetivo anunciado por el presidente Kennedy en su famoso discurso «escogimos ir a la Luna« cuando los Estados Unidos contaban con la friolera de cinco horas de experiencia con misiones espaciales tripuladas.

Los AGC son, aunque cualquier móvil actual tenga sobre el papel una capacidad casi infinitamente más grande, máquinas impresionantes. No sólo por lo que lograron sino por cómo lo lograron.

Dos detalles que destacaría son las memorias de cuerda, en las que literalmente se cosía el software que iban a correr, y su capacidad de reiniciarse en dos segundos de forma automática al detectar cualquier problema sin perder datos. Aunque tampoco está mal que esas máquinas corrieran durante días sin problemas cuando lo habitual el el momento en el que empezaron a diseñarlas era que un ordenador apenas aguantara unas horas en funcionamiento antes de colgarse. Los AGC nunca fallaron en ninguna de las misiones en las que volaron.

Algunos recursos que menciona Samuel en su charla:

Y no, no sale Margaret Hamilton, pero es que la charla, en esta versión recortada para el tiempo del que disponía Samuel, termina antes de que ella entrara a trabajar en el desarrollo del software de los AGC.

En fin, una charla a la que bien merece dedicarle un rato.

(Muchas gracias, Javier).

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