Por @Alvy — 6 de Diciembre de 2019

Visitar el Computer History Museum de Mountain View (California) debe ser toda una experiencia, pero gracias a YouTube puede ser todavía mejor: hacer la visita guiada con el legendario Steve Wozniak (Woz) de anfitrión contando jugosas batallitas de cada máquina de la exposición. [La calidad de imagen y el sonido no son muy buenos, pero son aceptables.]

El vídeo tiene ya unos cuantos años y como dice @Scobleizer que es quien lo grabó se trata de un pase especial para la prensa antes de su inauguración. «Es curioso que este vídeo tenga tan pocas visitas, especialmente en comparación con otros que no son ni de lejos tan importantes». De hecho con poco más de 28.000 visualizaciones merecería recibir el título de joya perdida de la historia de la informática.

La visita es bastante ágil, de cuando el museo todavía no había abierto sus puertas; de hecho parte de la exposición está todavía a medio instalar, con los plásticos protectores puestos. El otro anfitrión es Chris Garcia, curador del museo, quien además de algunas explicaciones también resalta que la PlayStation de la colección era la suya.

Wozniak cuenta un montón de anécdotas personales de la informática moderna: cómo se colaba con un amigo en el Acelerador Lineal de Stanford –uno de los sitios donde se instalaron los primeros superordenadores– para entrar en la biblioteca y conseguir las tarjetas de pedido de los manuales, que luego pedía por correo. Cómo utilizaba un teclado de una máquina de tarjetas perforadas para programar, gracias a que se sabía los códigos de memoria y no tenía que esperar los 40 minutos que solía requerir el perforado (podía hacerlo sin mirar). O cómo programó un Breakout para Atari mientras trabajaba en HP junto con Steve Jobs en tiempo récord: cuatro días sin dormir.

En el paseo se ven decenas de máquinas: ábacos, antiguas calculadoras y huesos de Napier, la Curta y otras sumadoras, una Enigma, varios PDP, un Univac o un IBM 360. También se ve por ahí un prototipo de Pong, la primera máquina recreativa de Allan Alcorn, y probablemente la más pirateada: por cada original se calcula que se vendieron 15 máquinas piratas no-autorizadas similares. Y no tenía software ni código, era completamente electrónica.

La parte más orgásmica de la visita es la sección de los Cray, los míticos superordenadores en los que hasta la longitud del cableado era importante para que fueran más rápidos y se calentaran menos. También fueron de los primeros en utilizar refrigeración líquida; de hecho bromean con que eran ordenadores medio-electrónicos medio-fontanería. Y utilizaban el concepto RISC: pocas instrucciones muy sencillas que podían ejecutarse muy rápido, frente a los CISC con instrucciones más poderosas pero más lentas. Uno de los equipos de la exposición fue construido personalmente por Seymour Cray, de modo que como dicen con admiración casi hacia un semidios «él en persona tocó todos esos cables». García dice que es algo así como una de las «estrellas del Rock» de la informática, junto con Woz, claro.

Por ahí se ven también un Nova de Data General que era la aspiración de muchos aficionados, y Woz recuerda cómo su meta en la vida era poseer un Nova de 4K, porque con eso podría hacer «de todo». También cuenta la gran importancia que tuvo para él su primera radio de transistores, que permitía oír música en cualquier lugar. Era una señal de que con el tiempo «todo se haría más pequeño y más barato». Y más o menos por esas fechas es cuando comenzó a trabajar en el Apple I, como equipo para presentar al Homebrew Computer Club, el club de aficionados a los ordenadores caseros de la zona. Curiosamente explica que el Apple I estaba concebido más como teletipo para conectarse por Arpanet con los equipos grandes de la red que como un ordenador personal como los entendemos hoy en día.

Su relato acerca de la gente y las aspiraciones del Homebrew Computer Club es para enmarcar:

En el Homebrew Computer Club había un montón de gente, unas 500 personas, no ejecutivos, que nos juntábamos en un auditorio. Todos queríamos hablar de la revolución social. Queríamos sentirnos líderes de algo. Las grandes compañías informáticas no se daban cuenta de que tener un ordenador en cada hogar, un ordenado personal, iba a ser algo sumamente valioso, significativo, algo emocional.

Así que todo el mundo comenzó a ahorrar dinero y algunos después de seis meses podían comprar pequeñas máquinas en forma de kits, de esas que había que construir soldando piezas siguiendo un manual, como yo había hecho con mi equipo de radioaficionado cuando era pequeño. Y acabábamos con pequeños ordenadores en los que podías subir y bajar interruptores para poner ceros y unos, que iban a algo llamado «la memoria».

¿Para qué queríamos usar esto? La revolución social, enseñar a los más jóvenes, hacernos los amos y señores de las empresas en que trabajábamos. Podríamos usar uno de estos pequeños ordenadores, teclear los datos financieros y que nos dijeran qué debería hacer la empresa con el dinero, mejorando lo que hacían allí con grandes ordenadores de millones de dólares y legiones de programadores. Íbamos a teclear mensajes en un ordenador que cien personas pudieran leer una hora después y comunicarnos de forma que nadie podría haber imaginado; darles problemas a los niños para resolver, y el ordenador los evaluaría automáticamente y acabaríamos con niños mucho más inteligentes.

Esas fueron las ideas que nos inspiraron. Yo tenía la habilidad técnica para hacerlo, así que construí el Apple I a mano yo solo; todo el hardware y todo el software. Bill Gates había escrito un Basic y era muy popular; así que me di cuenta de que haría falta un lenguaje como ese para que fuera fácil de usar, así que escribí mi propio Basic. Y le puse el tipo de memoria adecuado para que fuera barato. Y al final no era un ordenador como los de ahora, era más como un tecleado, que permitía ver lo que tecleabas en la pantalla de vídeo, que era un adaptador de televisor por así era más barato.

No diseñé el Apple I para hacerme rico o fundar una empresa. Quería «acelerar el mundo» y traer con ello esa revolución social. Así que regalé mis diseños. Los fotocopié y se los di a todo el mundo en el club. Y me decían «es muy fácil construir uno de estos.»

… Entonces pareció por allí Steve Jobs, que me propuso que construyéramos ese ordenador para la agente y fundáramos una compañía llamada Apple. Así que después de que Hewlett-Packard me dijera que no cinco veces a la idea de fabricar ese dispositivo, lo hicimos.

El resto es historia.

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