Por @Alvy — 15 de julio de 2022

Las visitas a los sitios inusuales y gigantescos, como el gigantesco buque portacontenedores Maersk Ohio, de 292 metros de eslora, tienen su encanto. Yo al menos lo encuentro fascinante por dos razones: la primera, la ingeniería del coloso, unas construcciones titánicas –nunca mejor dicho– cuyas dimensiones se nos escapan a menos que tengas oportunidad de haber estado allí (quien haya estado en un crucero moderno sabrá de lo que hablo). La otra es el encanto de la vida en aislamiento y semi-soledad, en este caso en mitad de alta mar, con una tripulación de tan sólo 13 personas (aunque con capacidad hasta 30).

El vídeo nos muestra todas esas maravillas modernas en algo más de 20 minutos, en los que Bryan Boyle recorre el buque de cabo a rabo, cada puerta y cada rincón. Comienza por el puente de mando, para seguir con los camarotes de la tripulación y las zonas comunes. Es todo un poco tosco y espartano, como todos los trenes/barcos/aviones, al estilo de una pequeña estación polar, pero en medio del mar, y con mucha más maquinaria.

La sala de máquinas incluye los depósitos de combustible, los motores, la gigantesca transmisión de la hélice y toda una variedad de sistemas auxiliares, incluyendo los generadores de emergencia. Llama la atención el color verde chillón por todas partes; no sé si será por alguna razón o que estaba de ofertax en la tienda. Finalmente se pueden ver zonas externas del buque: los contenedores y cómo se organizan, las cadenas, maromas, botes salvavidas y demás.

Una visita guiada a todos los rincones de un buque portacontenedores

Además de las tomas con dron, son interesantes la llegada al puerto [20:00] y cómo se organizan y desplazan los contenedores mediante gigantescas grúas. Tras descargar hay que reparar las zonas dañadas, soplete en mano, para asegurarse de que los contenedores viajan perfectamente seguros; se ve que siempre hay algo que repasar. Es increíble lo rápido que mueven los contenedores para encajarlos cual piezas de Tetris. El buque tiene también gigantescas «tapas» –que seguro que no será ese el nombre técnico– para cubrir y separar la zona exterior de la interior; se puede ver también cómo el proceso de bloqueo y desbloqueo de los contenedores es manual: un operario lo repasa todo puerta por puerta.


Entre otras cosas que me llamaron la atención:

  • El buque está cubierto de roña por todas partes y es que el óxido no perdona en alta mar; la zona de los contenedores se ve especialmente oxidada y tenebrosa, da cosilla. Teniendo en cuenta que el Maersk Ohio se fabricó en 2006 y tiene unos 14 años se diría que tampoco es tan antiguo; aparte de que lo deben pintar a menudo en el barco hay una estancia llena de bidones de pintura porque seguramente es un trabajo casi continuo incluso fuera del dique seco.
  • Los paneles de todos los aparatos son mucho más analógicos que digitales, lo que sorprenderá a los informáticos. Hay botones, interruptores y diales sobresalientes y con luces, que parecen casi del siglo pasado; también hay pantallas y algún que otro ordenador (navegación, comunicaciones, información de los contenedores…) pero en general está menos «informatizado» de lo que cabría imaginar. Algunas zonas del puente recuerdan al Enterprise NCC-1701 de Kirk: elegante pero como «imaginado» en los años 60.
  • Hay diversos cuartos para las herramientas e instrumentos que se utilizan en labores de revisión. Y tiene sentido: si hay que realizar mantenimiento de los motores o de cualquier otro sistema del barco (agua corriente, calefacción, electricidad) más vale tener a mano todo lo que se necesite. De hecho hay estancias llenas de piezas, tubos, llaves, y una zona que incluso parece una ferretería, además de un cuarto especializado en escaleras de todos los tamaños.
  • También hay armarios con ropa apropiada para todo tipo de emergencias, supongo que algo necesario en caso de que haya problemas como fuego, vertido de productos químicos o de cualquier otro tipo. Para cada asunto, equipamiento adecuado.
  • Y cómo no, mi favorito: tiene su sala de entretenimiento, mesa de ping-pong incluida –aunque espacio no hay mucho– y una habitación que es literalmente un videoclub donde hay cientos de DVDs, supongo que para los ratos de asueto y las largas esperas, que también las habrá.

A mi lugares como los rincones de este buque me parecen fascinantes; me imagino que sería fácil rodar una película con un argumento al estilo de La cosa o Alien en un entorno aislado del mundo con peligros inciertos y pocos protagonistas. Seguramente el trabajo y la vida en la marina mercante son un poco más monótonos y aburridos que en la Nostromo, pero, bueno, me imagino que también puedes llegar a puerto y bajarte a tierra firme cada pocas semanas sin el peligro de que te coma un alienígena.

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