Por @Wicho — 17 de enero de 2021

Con casi una hora y media de retraso sobre la previsión inicial, lo que es normal porque era la primera vez que se probaban los procedimientos y el cohete, la NASA conseguía por fin encender los cuatro motores de la primera etapa de un cohete SLS. Pero lo que tenía que haber sido una prueba de algo más de ocho minutos de duración falló cuando apenas pasado el minuto los ordenadores de a bordo detectaron un problema y pararon los motores. Era la prueba final y la más compleja de un total de ocho pruebas a las que ha ido siendo sometido este cohete.

La primera indicación de que algo no iba bien se produjo cuando a los 50 segundos del encendido se oyó como una de las personas que estaban controlando la prueba anunciaba un MCF en el motor cuatro. MCF son las siglas de Major Component Failure, Fallo de un componente clave. Sin embargo los cuatro motores seguían encendidos, tal y como se oye comentar el director de la prueba. Pero a los 67 segundos los ordenadores de a bordo lanzaron el comando de parada a los cuatro motores, poniendo fin a la prueba.

Los motores utilizados para la prueba son Aerojet Rocketdyne RS-25, los mismos que usaban los transbordadores espaciales. Los mismos no sólo en cuanto a su diseño sino en el sentido de que no son nuevos; de hecho los que se usaron para la prueba acumulan en total 25 lanzamientos en su carrera. El motor que falló es el que tiene el número de serie E2060, con tres lanzamientos en su carrera, que incluyen el de a última misión de los transbordadores espaciales.

Los cuatro motores antes de ser montados en el SLS – Aerojet Rocketdyne
Los cuatro motores antes de ser montados en el SLS – Aerojet Rocketdyne

En cualquier caso no eran sólo los motores los que se sometían a prueba anoche; todos los sistemas de combustible y control estaban también involucrados. De hecho esta primera etapa es la misma que la NASA quiere utilizar para el lanzamiento de la misión Artemisa 1.

La NASA y Boeing, el contratista principal del SLS, tenían programada una prueba de más de ocho minutos para simular todo el perfil de un lanzamiento hasta que se separan la primera y la segunda etapa del cohete. Esto incluía poner los motores al 109% de su potencia nominal para el «lanzamiento», bajarlos al 96% para simular el paso por Max Q, el momento en el que el cohete soporta la mayor presión aerodinámica, y volver a subirlos al 109%. La prueba incluía también desplazar las toberas de los motores para simular los movimientos necesarios para mantener el cohete en su rumbo.

Boeing había dicho que necesitarían al menos 250 segundos de encendido para obtener todos los datos necesarios para declarar un éxito la prueba, así que se han quedado como en la cuarta parte de eso.

Los cuatro motores en funcionamiento – NASA TV
Los cuatro motores en funcionamiento – NASA TV

Ahora queda por determinar si realmente falló algo en el motor número 4 –puede haber sido un fallo de un sensor– y ver si es necesario reemplazarlo por otro o no. Un reemplazo, que podría llevarse a cabo sin sacar el cohete del banco de pruebas, sería la peor noticia por el retraso asociado. Un fallo de un sensor sin necesidad de un cambio de motor sería lo ideal. Pero aún en ese caso entre revisar datos y preparar una nueva prueba estaríamos hablando de febrero de 2021, lo que compromete cada vez más la fecha de noviembre de 2021 para el primer lanzamiento real de un SLS.

Y ya no digamos el objetivo establecido por la administración Trump en su momento de volver a poner una misión tripulada sobre la superficie de la Luna antes de que termine 2024. Siempre fue una fecha muy, muy complicada de alcanzar –yo mismo dije desde el principio que imposible, algo que mantengo– y con la entrada de la administración Biden lo más probable es que esa fecha sea eliminada. No sólo por los problemas con el desarrollo del SLS, que tenía que haber volado por primera vez en 2016, sino también porque a la NASA no le han dado ni de lejos el dinero necesario para tener a tiempo otros componentes un tanto fundamentales para la misión como el módulo lunar con el que alcanzar la superficie de la Luna.

El fallo también representa un borrón más en la reputación de Boeing que se suma ya no a los retrasos y sobrecostes de desarrollo del cohete sino también al fallo estrepitoso del primer lanzamiento de una cápsula Starliner en diciembre de 2019. Aún estamos pendientes de un segundo lanzamiento de prueba, ahora mismo previsto para finales de marzo de 2021.

Y otra cosa que debería poner en duda es el concepto del SLS en sí. Demasiado caro, no reutilizable –personalmente, me parece un crimen usar los RS-25 en un sólo lanzamiento y dejarlos caer al mar– y con una utilidad más que cuestionable, en especial ahora que la iniciativa privada está trabajando en cohetes que pueden competir con él como por ejemplo el Starship de SpaceX. Pero hay demasiados intereses políticos en juego como para que eso vaya a pasar.

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