Después de varios aplazamientos porque la meteorología no colaboraba Blue Origin lanzaba hace unas horas su misión tripulada NS- 33. En ella seis personas más han estado unos minutos en caída libre por encima de la línea de Von Kármán, lo que les permite decir que han estado en el espacio.
Con ella el New Shepard, en la que ha sido su decimotercera misión tripulada, ha llevado a un total de 70 personas al espacio, de las que cuatro han hecho el viaje dos veces. Según la gente de Shuttle Almanac, que lleva las cuentas de estas cosas, la misión ha llevado el número de personas que han ido al espacio a 750. De ellas 636, incluidas 84 mujeres, han entrado en órbita. 119, incluyendo 29 mujeres, han participado en vuelos suborbitates.
Aunque de esas 119 personas sólo 75 han volado por encima de la ya citada línea de von Kármán, situada a los 100 kilómetros de altitud y tradicionalmente considerada el límite del espacio; el resto han superado los 80 kilómetros que en los Estados Unidos se consideran suficientes para decir que has ido al espacio.
En el caso de la NS-33 la cápsula tripulada alcanzó una altitud máxima de 106 kilómetros, con lo que no hay duda de que estuvieron en el espacio, aunque fuera una visita breve. Y es que la duración total de la misión, desde el lanzamiento hasta el aterrizaje, ha sido de tan sólo diez minutos y 14 segundos.
Blue Origin no ha hecho público el precio de los billetes en estos lanzamientos. Pero las estimaciones dicen que el precio final anda entre los 200.000 y los 300.000 dólares. Así que me da un poco la risa floja al pensar en el precio por segundo de vuelo. Pero por lo que pude experimentar cuando hice un vuelo en caída libre, ¡vaya experiencia que tiene que ser!
¿Por qué los números de los teclados de teléfonos y calculadoras están ordenados de esa manera? [~12:40] – En este episodio hablamos de un tema recurrente en el que todos nos fijamos cada vez que marcamos un número o vamos al cajero automático. Si te fijas, resulta que los teclados de calculadoras y por extensión ordenadores tienen el cero abajo y los grupos 123/456/789 van «subiendo». En los teléfonos fijos de teclas y por imitación en los móviles es, en cambio, al revés: utilizan el orden natural de lectura 123/456/789 y el cero también va abajo. ¿Por qué?
Ambos aparatos (calculadoras electrónicas y teléfonos con marcado por teclas) tuvieron su origen moderno electrónico más o menos de la década de los 50; no parece que uno pudiera haberse impuesto al otro por cuestión de antelación histórica.
Hay datos desde el siglo XIX que apoyan muchas teorías. Podría haber una combinación de diversas razones o bien ser el típico caso de desarrollos independientes sobre dispositivos similares, que acabaron por caminos diferentes.
En la charla con David de RNE examinamos algunas fechas, nombres de inventores y razones posibles de este curioso fenómeno.
Además de eso… algo que mencionamos sólo de pasada: ¿Por qué los cajeros automáticos usan el diseño telefónico? Es un estándar familiar, heredado del hardware telefónico: La mayoría de usuarios están más acostumbrados al teclado del teléfono; resulta consistente. Pero la normativa ISO/IEC 9995 como recomendación internacional favorece esta disposición. Este diseño genera lo que se llama una paradoja funcional: en un dispositivo de entrada de números como una calculadora, se adopta el diseño del teléfono, no el más eficiente desde el punto de vista histórico o lógico para realizar cálculos.
La PSP mirando hacia el Sol – NASA/Johns Hopkins APL/Steve Gribben
Hace unos días la Parker Solar Probe de la NASA informaba al control de la misión de que había sobrevivido al vigésimo cuarto perihelio de su órbita alrededor del Sol. Es el punto de ella en el que más se aproxima a nuestra estrella, en el que se coloca a tan sólo 6,2 millones de kilómetros de su superficie. Eso marca el fin de su misión, pues ya ha cumplido todos los objetivos previstos.
Lanzada el 13 de agosto de 2018 su objetivo era introducirse en la corona, para estudiarla con más detalle que nunca hasta ahora. Para ello utilizó varias asistencias gravitacionales de Venus hasta que en su sobrevuelo del planeta del seis de noviembre de 2024 la órbita quedó establecida en la actual, de 6,2×68 millones de kilómetros sobre la superficie del Sol.
Así la PSP se convertía en la nave espacial que más se ha acercado nunca al Sol. Y cuando está en el perihelio de su órbita, en el que alcanza los 687.000 kilómetros por hora, es también la más rápida. Esta velocidad es, junto con su escudo térmico, lo que le permite sobrevivir tan cerca del Sol. Salvando todas las distancias, es como cuando, aunque tengas el horno a 200 grados, metes algo en él. Mientras no toques las paredes internas si lo haces lo suficientemente rápido no te quemarás; la PSP no se quema porque la Corona es muy poco densa aunque está a entre uno y dos millones de grados Celsius.
La Parker Solar Probe y sus instrumentos están diseñados para que nos proporcionen información más detallada que nunca sobre nuestro Sol, cuyo estado llega a afectar a la Tierra y a otros astros. Está estudiando cómo se mueven la energía y el calor a través de la atmósfera del Sol y lo que acelera el viento solar y las partículas de energía solar.
La idea es que con los datos que obtengamos gracias a ella podremos entender mejor el clima espacial y protegernos mejor contra él; no hay que olvidar que el viento solar afecta a la magnetosfera terrestre.
Dos de las cosas que ha podido observar son inversiones repentinas del campo magnético del viento solar, conocidas como retrocesos magnéticos, que generan calor que contribuye a aumentar la temperatura de la corona; y ondas de Alfvén, un fenómeno teorizado en 1942 por Hannes Alfvén que es el que causante principal de la enorme temperatura de la corona en comparación con la de la superficie, que «apenas» está a unos 5.500 grados Celsius. También ha sido la primera sonda en detectar una inestabilidad Kelvin-Helmholtz en una eyección de masa coronal, algo que hace tiempo que sospechábamos que debía pasar pero que nunca habíamos visto.
Y si la Parker Solar Orbiter nos está permitiendo ver el Sol desde más cerca que nunca la Solar Orbiter de la Agencia Espacial Europea nos está permitiendo verlo desde nunca lo habíamos visto antes, pues acaba de conseguir las primeras imágenes de su polo sur que hayamos visto jamás.
En cualquier caso el perihelio de la PSP del pasado día 19 ha sido el tercero a 6,2 millones de kilómetros. Pero no será el último. De hecho se producirán otros dos más este año. Y como la mecánica orbital es la que es, la PSP seguirá girando alrededor del Sol durante los próximos millones de años. Lo que no podrá hacer es variar más su órbita ya que después del sobrevuelo de Venus del pasado mes de noviembre ya siempre estará más cerca del Sol que el planeta.
Así que por ahora, y suponiendo que la administración Trump no le de el matarile, la PSP seguirá observando el Sol órbita tras órbita mientras tenga combustible de maniobra para mantener sus antenas orientadas hacia la Tierra.
Por cierto que el nombre de la sonda es un homenaje a Eugene Newman Parker, un astrofísico estadounidense, no a la consola de Sony. En la década de los 50 Parker predijo la existencia del viento solar y la forma que tendría el campo magnético del Sol en el sistema solar exterior, hoy conocida como espiral de Parker. También propuso, pero ya en 1987, que la elevadísima temperatura de la corona solar podía ser producida por innumerables fulguraciones solares en miniatura.
Fue la primera vez en la historia de la NASA que una misión ha recibido el nombre de alguien todavía vivo en el momento de su lanzamiento. Aunque Eugene Parker falleció el 15 de marzo de 2022, con lo que aunque no vio como la sonda alcanzaba su distancia mínima al Sol sí que pudo enterarse de cómo iba cumpliendo la misión sin mayore problemas hito tras hito.
En el verano de 1942 el Ejército de los Estados Unidos aceptó la propuesta de John Mauchly y J. Presper Eckert para diseñar y construir un ordenador que fuera capaz de calcular las tablas de tiro de artillería. La idea era no sólo acelerar el proceso, que llevado a cabo por calculadoras humanas tardaba semanas en estar listo, sino de paso eliminar los errores que cada paso dado por una persona podía introducir.
El ordenador sería conocido como ENIAC, de Electronic Numerical Integrator And Computer, Computador e Integrador Numérico Electrónico. Y, según cómo lo mires, se puede argumentar que fue el primer ordenador de la historia. O al menos el primer ordenador moderno.
Pero como hoy sabemos, diseñar y construir el ordenador, algo en absoluto trivial, y mucho menos en aquella época en la que tan siquiera estaba claro que el concepto pudiera funcionar, es sólo la mitad del problema. Y es que sin el programa que le permitiera calcular las tablas en cuestión el ENIAC no iba a servir para eso. Ni para nada.
Esa tarea recayó en Betty Holberton, Kay McNulty, Marlyn Wescoff, Ruth Lichterman, Betty Jean Jennings, y Fran Bilas, seis licenciadas en matemáticas que formaban parte de los cientos de calculadoras que elaboraban las tablas en cuestión. Aunque no lo tuvieron nada fácil porque, por una parte, al principio no tenían acceso físico al ordenador. Y, por otra, porque cuando les encomendaron la tarea aún no existía ningún tipo de manual de programación para el ENIAC.
Así que armadas con los esquemas de cada una de las unidades que formaban el ordenador y la información de cómo se podían conectar entre ellas se pusieron a ello. Y no sólo consiguieron entender cómo funcionaba todo aquello sino que para el 14 de febrero tenían listo el programa de cálculo de tablas de tiro que en unos veinte segundos completaba el trabajo que antes llevaba semanas y cuyo funcionamiento fue demostrado en una presentación pública. Lo que las convierte en las primeras programadoras de la historia, con el permiso de Ada Lovelace. Aunque a diferencia de ella, las seis del ENIAC sí dispusieron de un ordenador en el que ver en acción su trabajo.
Sólo que el mérito del programa fue atribuido a Herman H. Goldstine, responsable del ENIAC por parte del Ejército de los Estados Unidos, y a su mujer Adele, que estaba escribiendo un manual de programación para el ordenador. Y aunque las seis programadoras reales aparecían en unas cuantas fotos publicadas en la prensa, sus nombres nunca aparecieron publicados. Al fin y al cabo en aquella época aún no se le daba la importancia que tiene al software, con lo que mucho menos a quienes se habían encargado de crearlo.
Y de hecho con el tiempo se fue olvidando el papel fundamental de estas seis mujeres en la historia del ENIAC en particular y de la informática en general. Hasta el punto de cuando la autora se presentó en el despacho de la Dra. Gwen Bell, en aquel momento directora del Museo de Ordenadores de Boston, para intentar averiguar quienes eran le contestó que simplemente se trataba de unas modelos.
Afortunadamente esa respuesta no la convenció y siguió indagando hasta sacar a la luz su verdadero y muy relevante papel. Este libro es el resultado de su empeño. No es una biografía al uso de cada una de ellas, aunque sí incluye una breve biografía de todas hasta que las reclutaron para programar el ENIAC y de lo que hicieron después. Pero también cuenta cómo, armadas sólo con sus intelectos –brillantes– y unas enormes ganas de saber, las seis consiguieron no sólo que el ENIAC calculara aquellas tablas sino que, durante años, sirviera para resolver numerosos programas.
Un más que muy recomendable libro. La única pena es que, hasta dónde sé, no está disponible en español.
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