Por @Wicho — 15 de Octubre de 2024

Esta mañana SpaceX lanzaba un lote de satélites Starlink desde el Complejo de lanzamiento 40 de Cabo Cañaveral. Ese lanzamiento marcó la tercera vuelta al servicio del Falcon 9 en dos meses y medio. Por si fuera poco un par de horas después lanzaba otro lote desde el Complejo de lanzamiento espacial 4E de la Base de la Fuerza Espacial de Vandenberg.

En esta caso los lanzamientos habían sido detenidos primero por decisión de SpaceX y luego de la Administración Federal de Aviación (FAA) de los Estados Unidos por un fallo de la segunda etapa del Falcon 9 que lanzó la tripulación Crew 9 hacia la Estación Espacial Internacional (EEI) el pasado 28 de septiembre.

El problema fue que el motor de la segunda etapa se encendió durante aproximadamente medio segundo más de lo previsto durante la maniobra de frenado para deorbitarla. Eso hizo que la segunda etapa en cuestión cayera fuera de la zona planeada.

Lo que no sabemos es por qué se produjo ese fallo. Pero la FAA está satisfecha con lo que sea que le haya contado SpaceX, y por ello el pasado día 11 autorizaba la vuelta al servicio del Falcon 9. Aunque SpaceX estaba ocupada con el lanzamiento del quinto Starship y de la sonda Europa Clipper. Y por eso no lanzaron un Falcon 9 –bueno, dos– hasta hoy,

La vez anterior que el Falcon 9 quedó fuera de servicio fue el 29 de agosto cuando la segunda etapa no pudo encender correctamente su motor para poner en la órbita adecuada otro lote de satélites Starlink y volvió al servicio el día 31. La anterior a esa, la primera de este año fue cuando falló el aterrizaje de la primera etapa el 12 de julio; la vuelta al servicio se produjo el día 29 de ese mismo mes.

Es muy poco habitual que los cohetes de SpaceX tengan problemas. Pero tampoco hay que olvidar que con el primer lanzamiento de esta mañana la empresa llegó a los 97 lanzamientos orbitales en un año, rompiendo su récord de 96 lanzamientos de 2023. Y aún quedan dos meses y medio de 2024.

Compartir en Flipboard Publicar / Tuitear
PUBLICIDAD


Por @Wicho — 15 de Octubre de 2024

Portada del libro con el título formado por libros apilados que representan las letras del títuloBibliotecas: Una historia frágil. Por Andrew Pettegree y Arthur Der Weduwen. Traducción de Enrique Maldonado Roldán. Capitán Swing Libros (6 de mayo de 2024). 716 páginas.

Quienes atesoramos una colección de libros en casa –y cada vez más en los discos duros de nuestros ordenadores y similares– tenemos más o menos claro, o deberíamos tenerlo, que probablemente no le vaya a interesar mucho a nadie cuando ya no estemos.

Pero eso no es nada nuevo; lleva pasando toda la historia y a todas las escalas, no sólo con bibliotecas personales, que hace unos cientos de años sólo las personas más pudientes podían reunir. Como dicen los autores del libro:

Ninguna sociedad se ha mostrado nunca satisfecha con las colecciones heredadas de las generaciones anteriores. Lo que con frecuencia veremos en este libro no es tanto la aparente destrucción gratuita de hermosos artefactos, tan lamentada en anteriores estudios de la historia de las bibliotecas, sino abandono y desprecio, ya que los libros y las colecciones que representan los valores e intereses de una generación a menudo no interpelan a la siguiente.

De hecho durante mucho tiempo el concepto actual de las bibliotecas públicas no existió; eran más bien en los que los gobernantes de turno o las personas de alta clase hacían una demostración de su poderío económico frente a sus pares.

Pero la invención por parte de Gutenberg de la imprenta y la cada vez mayor disponibilidad de papel puso en marcha un proceso que culminó con la aparición de las bibliotecas públicas tal y como las concebimos ahora. O al menos como las concebíamos antes de que la llegada de los contenidos multimedia e Internet desencadenaran otra crisis de identidad más en su historia.

Aunque fue un proceso lleno de falsos arranques y en el que muchas veces se tomaron caminos equivocados; un proceso en el que el mero hecho de decidir qué tipos de contenidos tenían lugar en una biblioteca pública o no llevó a enfrentamientos.

Este libro es una muy interesante y llena de detalles historia de las bibliotecas. Que, como he venido diciendo, ni de lejos han tenido su existencia asegurada. De ahí el subtítulo «Una historia frágil.»

Arriba está enlazada la versión Kindle pero creo que este libro pega más en su versión en papel en la biblioteca de cualquiera a quien le interese la historia de las bibliotecas.

Y también creo que es un compañero más que recomendable para el inconmensurable El infinito en un junco de Irene Vallejo, aunque con una carga emocional muchísimo menor.

_____
El enlace a Amazon lleva nuestro código de asociado, así que si compras el libro o alguna otra cosa tras haberlo seguido es posible que cobremos algo en forma de comisión. Pero como siempre si lo compras en la librería de tu barrio nos parecerá igual de estupendo.

Compartir en Flipboard Publicar / Tuitear
PUBLICIDAD


Por @Wicho — 15 de Octubre de 2024

Foto de producto del tabureteUno de mis vicios confesables es el del planespotting. Hacer fotos a aviones, sí. Tengo una charla de cinco minutos sobre eso. Pero practicarlo implica a menudo estar horas de pie. Así que como voy teniendo una edad hace poco decidió buscar un taburete plegable que llevarme conmigo para practicar este «deporte». Y el agraciado ha sido el Walkstool Basic.

Mis criterios eran que, plegado, cupiera en un trolley de cabina o en la mochila con la que viajo habitualmente; que no pesara demasiado; que, dado que no estoy hecho una sílfide, aguantara un peso razonable; y que la altura del asiento, una vez desplegado el taburete, fuera cómoda.

El Walkstool Basic, en cualquiera de sus dos versiones, cumple con todas ellas, algo que los miles de taburetes de marca NiSuPu que puedes encontrar por ahí tengo claro que hicieran. Así, tras medir el interior de mi trolley y de mi mochila compré el de 60 centímetros, que plegado ocupa 41 centímetros, pesa 725 gramos, aguanta hasta 175 kilos de peso, y, como su nombre indica, tiene el asiento a 60 centímetros del suelo una vez abierto.

Hay una versión de 50 centímetros que plegado mide 36, pesa 675 gramos y soporta 150 kilos. Pero preferí la de 60 porque con mi altura me tengo que bajar memos para sentarme.

El taburete me costó 60 € en Amazon, y me parecen muy bien empleados porque cumple de sobras con lo esperado, tal y como he podido comprobar ya en dos viajes y otras tantas sesiones de spotting.

Un fotógrafo sentado en un taburete Walkstool
El taburete se utiliza colocando el asiento como el sillín de una bici – Walkstool

Aunque tengo dos pegas. Una son los pies de plástico duro que trae al final de las patas, pues según como sea el pavimento sobre el que lo colocas tienden a resbalar. La otra es que los topes superiores de las patas, sobre los que te sientas, terminan por clavársete en el trasero si estás mucho rato sentado. Y esto tiene poco remedio. Aunque eso no es malo del todo porque sí te levantas de vez en cuando.

Los pies de plástico se pueden cambiar por unos de goma que además son más anchos, lo que hace que el taburete se hunda menos en terrenos blandos. El juego de tres cuesta cuesta 10 €.

Hay otro modelo de gama más alta, el Walkstool Comfort, que está disponible en alturas de 45, 55, 65 y 75 centímetros y con un asiento de rejilla en vez del del Basic que es un trozo triangular de poliester. Pero aparte de por el calor no creo que haya gran diferencia.

_____
El enlace a Amazon lleva nuestro código de asociado, así que si compras el taburete o alguna otra cosa tras haberlo seguido es posible que cobremos algo en forma de comisión.

Relacionado,

Compartir en Flipboard Publicar / Tuitear
PUBLICIDAD


Por @Wicho — 15 de Octubre de 2024

Hace unas horas un Falcon Heavy despegaba de la plataforma 39A del Centro Espacial Kennedy para lanzar la sonda Europa Clipper de la NASA rumbo a Europa, la luna de Júpiter con la que, de un modo nada casual, comparte nombre. Unas horas después del lanzamiento el control de la misión indicaba que no sólo estaba en contacto con la sonda sino también que sus paneles solares se habían desplegado correctamente, con lo que ya podían afirmar que tenían una misión.

Europa Clipper es una misión diseñada para entrar en órbita alrededor de Júpiter –entrar en órbita alrededor de Europa sería imposible sin una enorme carga de combustible debido a la escasa gravedad de la luna– pero con unas órbitas diseñadas para aproximarse el menos en 45 ocasiones a Europa al altitudes de entre 2.700 y 25 kilómetros.

Europa Clipper con el satélite que le da nombre y Júpiter al fondo
Europa Clipper con el satélite que le da nombre y Júpiter al fondo – NASA/JPL-Caltech

Seguir leyendo: «Un Falcon Heavy, en vez de un SLS, lanza la sonda Europa Clipper de la NASA rumbo a Europa, la luna de Júpiter»

Compartir en Flipboard Publicar / Tuitear
PUBLICIDAD