Por @Alvy

Astro App: una forma de explorar el cielo nocturno de forma personalizada

Astro App es un proyecto de astronomía de Shrivu Shankar que combina varias de sus aficiones, entre ellas el aprendizaje automático y la inteligencia artificial. La idea de la app es construir una pantalla personalizada con lo que puedes ver en el cielo nocturno desde tu ubicación. Todo comienza indicando dónde estás en un mapa.

La app indica qué planetas, estrellas, galaxias y nebulosas se pueden ver desde el sitio en que te encuentras, tanto por su ubicación como por su visibilidad. Hay una gráfica que indica la posición exacta, o puedes verlo en 3D o simplemente con su azimuth (ángulo hasta el norte geográfico) y altitud sobre el terreno. Hay un color para cada tipo de objeto estelar. La IA integrada es la que calcula qué se ve y cómo se ve.

Naturalmente, necesitas tener un cielo limpio para poder ver algo, así que olvídate si estás mirando desde alguna ciudad, porque las luces ambientales, farolas y edificios impedirán que veas un pepino. Pero si te alejas y estás en el campo, la playa o mejor aún en algún lugar montañoso elevado podrás ver no solo los planetas sino con un poco de suerte grupos de estrellas, nebulosas y quizá alguna galaxia. No como se suele pensar sino tal vez como luz difusa. Pero algo es algo.

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Por @Alvy

Palomas: ratas del aire. Aunque poco apreciadas por muchos por la suciedad, el ruido y las enfermedades que traen a las ciudades, a veces pueden tener su utilidad práctica.

Durante la Segunda Guerra Mundial todo el mundo que no estaba en el frente intentaba ayudar en lo que podía. Así que al famoso psicólogo B.F. Skinner, por aquel entonces en Harvard, se le ocurrió que sería buena idea entrenar palomas condicionándolas para guiar misiles balísticos hacia los objetivos enemigos. Esto que podríamos llamar una «idea de bombero» se demostró técnicamente posible.

Skinner fue un pionero en el campo del condicionamiento, y aplicó este principio a las ratas y también a las palomas. La idea consistía básicamente en colocarles un conector metálico en el pico y hacerlas picotear unos controles en respuesta a estímulos visuales (probablemente imágenes de ciudades o algo parecido). De este modo serían capaces de dirigir los misiles en pleno vuelo. Lo explicó todo años después en Pigeons in a Pelican, que hace referencia a las nobles aves y al nombre secreto que usó el ejército: Proyecto pelícano.

El condicionamiento sólo tenía que durar cinco minutos, que era el tiempo que el misil tardaría en llegar a su objetivo. Eso sí: el cómo acabaría la paloma, posiblemente estampada, achicharrada o una combinación de ambas cosas, era otro cantar.

El ejército no pareció apreciar la idea y nunca la puso en marcha, pero ahí quedó el guante para quien quisiera recogerlo. Los experimentos de Skinner con las «palomas piloto» recibieron un tardío reconocimiento en forma de premio Ig Nobel en 2024, ya sabes, esos que se dan a las investigaciones más locas, disparatadas y sin sentido que aun así hacen pensar.

En el viejo vídeo de la BBC que cuenta esta historia la hija de Skinner explica cómo el psicólogo pensaba que estas ideas locas, aunque poco prácticas y realistas, pueden ser inspiradoras para otras innovaciones inesperadas.

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Por @Alvy

Foto (CC) TechCrunch / Sam Altman en Disrupt San Francisco 2019 @ Flickr.

La noticia de ayer fue que Elon Musk y un consorcio de inversores han ofrecido oficialmente 97.400 millones de dólares por OpenAI, o más bien a la entidad sin ánimo de lucro que la controla.

Hay un lío desde hace tiempo porque OpenAI, Inc. se fundó como entidad de investigación de este tipo –incluso Musk aflojó el bolsillo, porque le podría venir muy bien para la IA de Tesla– pero acabó derivando en algo comercial.

Para liar más el asunto, OpenAI, Inc. tiene una pata comercial que es OpenAI Global, LCC a través de la cual vende sus suscripciones. Esta corporación es propiedad al 51% de OpenAI, Inc y el 49% de Microsoft (que pagó 13.000 millones).

Tuits

La reacción no se ha hecho esperar. Primero por inoportuna y macarra. Y segundo, porque los analistas dicen que es una oferta demasiado baja porque OpenAI podría estar valorada a día de hoy en más de 300.000 millones de dólares. Así que Altman, que no se lleva muy bien con Musk desde entonces, ha dicho que «no gracias» y se ha cachondeado diciendo que si quiere le compran a él Twitter por 9.740 millones, que puede ser la décima parte de lo que vale, dado que aunque no cotiza en bolsa y por tanto no tiene una valoración oficial, Musk la adquirió por 44.000 millones y seguramente ya valga el doble.

Atención al detalle de que además Altman no se refiere a la red social de Musk como «X», que es su nombre oficial, sino como «Twitter», el antiguo, metiéndole ahí el dedo en el ojo un poquillo.

Musk, que tampoco es que se corte ni tenga muchas habilidades sociales, le ha contestado con un insulto: «swindler» que viene a ser el equivalente de timador o estafador.

Palomitas

Seguirá el culebrón y lo veremos comiendo palomitas.

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Foto (CC) TechCrunch / Sam Altman en Disrupt San Francisco 2019 @ Flickr.

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Por @Wicho

Cruce de cables 23 (8 de febrero de 2025)

Una niña pequeña interactuando con un robot¿Viene un nuevo invierno de la inteligencia artificial? [~15:50] – En este Cruce de Cables le damos un repaso a la historia de la inteligencia artificial y nos planteamos si puede estar llegando un nuevo invierno de la IA, en especial con el pinchazo de la burbuja que parece haber supuesto la llegada de los desarrollos chinos liderados por DeepSeek.

  • Tradicionalmente se habla de dos inviernos de la IA desde que el término fue pergeñado en la conferencia de Dartmouth del verano del 56.
  • Uno transcurrió entre 1974 y 1980 cuando quedó claro que las promesas de grandes avances en traducción automática, resolución de problemas o visión artificial no se iban a cumplir. El MundoReal™ resultó ser mucho más complejo de lo que parecía y de lo que podían afrontar el tipo de soluciones y la potencia de cálculo disponibles en la época. Sin resultados no hay dinero.
  • El siguiente vino cuando tras unos inicios prometedores a principios de los 80 fue quedando claro que los sistemas expertos tampoco eran la solución que iba a permitir la creación de una inteligencia artificial general. Aunque por primera vez la IA demostró su utilidad en aplicaciones concretas y limitadas gracias a estos sistemas. También fue la primera vez que las redes neuronales se demostraron efectivas, en este caso en tareas de reconocimiento de textos.
  • La ola de entusiasmo actual viene más o menos a partir de 2005 cuando la cada vez mayor capacidad de cálculo disponible unida con colecciones cada vez más grandes de datos permitieron que el aprendizaje automático empezara a funcionar, más en concreto el aprendizaje profundo. .
  • Pero parece que tras los grandes avances aparentes de ChatGPT y familia –que no dejan de ser cuñados estocásticos que hablan de todo sin saber realmente nada– cada vez les cuesta más avanzar, entre otras cosas porque se alimentan de información que recopilan de Internet y en la red cada vez hay más bazofIA –contenidos de calidad más que dudosa– que a veces hacen que incluso retrocedan.
  • Así que lo mismo winter is coming de nuevo para la IA.

En cualquier caso, los diez minutos del programa no dan para mucho, así que recomiendo mucho la lectura de El sueño de la inteligencia artificial, el libro de Gisela Baños, también colaboradora del programa, para los cables que quieran saber más sobre la historia de la IA.

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Cada semana grabamos con David Sierra en el distendido ambiente de Cruce de Cables, el programa de Radio Nacional de España, como colaboradores habituales. Se emite en RNE los sábados de 03:00 a 04:00.

El enlace a Amazon al libro de Gisela lleva nuestro código de asociado, así que si compras el libro o alguna otra cosa tras haberlo seguido es posible que cobremos algo en forma de comisión. Pero como siempre si lo compras en la librería de tu barrio nos parecerá igual de estupendo.

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