Por @Wicho — 2 de Junio de 2023


Personal de Boeing trabajando en una Starliner – Boeing

Boeing y la NASA llevaban un tiempo diciendo que, tras múltiples retrasos, iban a intentar lanzar la primera misión tripulada de la Starliner el próximo 21 de julio. Pero en una rueda de prensa celebrada esta pasada noche anunciaron que el lanzamiento quedaba aplazado indefinidamente. El motivo, dos graves fallos de seguridad.

El primero tiene que ver con las líneas de los paracaídas de frenado a la cápsula. Por lo visto tienen una resistencia menor de la que constaba en todos los registros. Y tras recalcular su comportamiento con el dato correcto resulta que en el caso de que un paracaídas no se desplegara durante la reentrada es casi seguro que las líneas de los otros dos se romperían porque al ser más débiles de lo que se creía no tienen margen suficiente de resistencia. Esto tendría consecuencias catastróficas.

El segundo es que Boeing ha utilizado una cinta adhesiva para fijar cableado en el interior de la cápsula que en ciertas condiciones puede ser inflamable.

Mark Nappi, el responsable del programa por parte de Boeing, dice que tienen que determinar hasta dónde tienen que desmontar la cápsula para solucionar estos problemas, además de que habrá que hacer nuevas pruebas en vuelo de los paracaídas.

Así que aunque dicen que no descartan que la Starliner pueda volar este año yo estoy convencido de que no será así.

Dado que la NASA contrato el programa de desarrollo de la Starliner con Boeing a precio cerrado –igual que hizo con SpaceX y la Crew Dragon– todos los gastos que se deriven de esto los absorberá la empresa, que en octubre de 2022 ya llevaba perdidos 883 millones de dólares con la Starliner.

Y es que no hay que olvidar que su primer lanzamiento fue un fiasco. Y que el segundo tuvo que ser aplazado casi un año a causa de unos problemas con las válvulas de propelentes del módulo de servicio que aún no está claro que hayan sido aclarados del todo.

Independientemente de la nueva mancha para la imagen de Boeing, me parece extremadamente grave que una Starliner con esa cinta potencialmente inflamable haya volado a la Estación Espacial Internacional. Lo de los paracaídas, como no iba tripulada, no me lo parece tanto.

La NASA sigue muy interesada en que Boeing ponga en servicio la Starliner para así disponer de dos naves distintas con las que lanzar tripulaciones. Pero mientras la Crew Dragon acaba de cumplir tres años en servicio durante los que ha llevado a cabo siete misiones para la NASA y tres para empresas privadas habrá que esperar lo que toque por la Starliner. Y eso que el contrato con SpaceX fue por 2.600 millones de dólares frente a los 4.200 que se llevó Boeing.

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Por @Alvy — 2 de Junio de 2023

Submarinos, asteroides y memoria

Iván nos escribe de vez en cuando para adelantarnos algunas de sus creaciones en cuanto a juegos retro, ahora también para el Apple Watch, además del iPad y el iPhone. En este caso hemos podido probar versiones de Sea Battle, Asteroids y Simon, aquí llamados simplemente WatchG30, Watchteroids y Simori.

Submarinos, asteroides y memoriaWatchG30 es una recreación del mítico reloj Casio Game-301, donde además de ver la hora, fecha y alarmas se podía jugar capitaneando un submarino al que los barcos enemigos lanzan cargas de profundidad. Es probablemente uno de los juegos más simples del mundo, con un único botón para moverse (hay solo tres posiciones posibles) y otro para disparar. A medida que se avanzan niveles aumenta la velocidad; yo conseguí llegar hasta el 7 o el 8 con cierta dificultad.

Watchteroids es una simpática versión de la eterna máquina de los Asteroides reducida a su mínima expresión. Aunque el aspecto es estupendo aquí el problema es la gran cantidad de controles del arcade original: botones para girar en uno y otro sentido, disparar, impulsarse o saltar al hiperespacio. La solución es que aquí «donde se hace clic es donde se dispara» y moverse pasa a ser un poco secundario. También hay un «salto al hiperespacio» bastante benévolo… ¡Y ovnis!

Simori reproduce el clásico juego de memoria con un aparato de cuatro teclas, cuatro botones y cuatro tonos musicales. Un clásico entre los clásicos al que cualquiera puede jugar y que siempre es un reto por aquello de «autosuperarse».

Los juegos se pueden descargar para los diferentes sistemas (iPhone, iPad, Apple Watch) directamente en la App Store. Recomiendo no perderse ninguna de sus otras creaciones porque se gozan bastante.

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Por @Alvy — 2 de Junio de 2023

Peel - Little drum machine in your browser

Quienes quieran probar algo musical en plan sencillo pueden echar un vistazo a
Peel, una caja de ritmos minimalista que funciona directamente en el navegador, sin más requerimientos. No es un TR-808 de Roland pero para empezar está genial.

Sus características son fáciles de enumerar:

  • 11 sonidos de batería
  • 16 pasos
  • Selector de velocidad (bpm)
  • Selector de volumen por sonido
  • Posibilidad de compartir y cargar patrones

Tan solo hay que darle al botón Reproducir e ir activando o desactivando las casillas. Si se hace con cierta gracia –y un poco de matemáticas, me gustaría añadir– el resultado es bastante curioso.

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Por @Alvy — 2 de Junio de 2023

MQ- Reaper / U.S. Air Force / Cory D. Payne

Tan interesante como distópica resulta la siguiente historia acerca de las simulaciones con un dron de la Fuerza Aérea estadounidense que en unos «juegos de guerra» de esos de prueba ha mostrado un peculiar comportamiento debido a los «objetivos desalineados», algo sobre lo que se habla mucho en teoría pero que luego es difícil controlar en la práctica. Al final acaba la cosa como con el superordenador W.O.P.R. de Juegos de Guerra.

Básicamente al dron se le instruyó con la orden de destruir objetivos premiándole con puntos, aunque los operadores humanos podían tener la última palabra sobre la acción final a llevar a cabo (sí/no destruir los objetivos). ¿Qué sucedió? El dron interpretó que podría cumplir mejor con su objetivo y conseguir más puntos eliminando antes al operador humano que a veces decía «no destruir». Pero la cosa no se quedó ahí; el relato es inquietante:

(…) En una prueba simulada se encargó a un dron dotado de IA una misión identificación y destrucción de emplazamientos SAM [misiles tierra-aire], en la que la decisión final de «destruir» o «no destruir» la tomaba un humano. Sin embargo, tras haber sido «reforzada» en el entrenamiento para que la destrucción de los SAM fuera la opción preferida, la IA decidió que las decisiones de «no destruir» del humano estaban interfiriendo con la misión principal -destruir los SAM- y atacó al operador en la simulación.

Tal y como explican los expertos: «Lo entrenamos en la simulación para identificar y apuntar a una amenaza SAM. Y entonces el operador decía sí, destruye esa amenaza». El sistema empezó a darse cuenta de que, aunque a veces identificaba la amenaza, el operador humano le decía que no la destruyera, pero conseguía los puntos destruyéndola. ¿Y qué hizo? Destruyó al operador. Destruía al operador porque esa persona le impedía cumplir su objetivo».

«A continuación entrenamos al sistema con: “Oye, no mates al operador, hacer eso es malo. Perderás puntos si lo haces”. ¿Y qué empezó a hacer? Empezó por destruir la torre de comunicaciones que el operador utiliza para comunicarse con el dron e impedir que destruya el objetivo» (…)

La historia tiene algunos detalles más, como que los expertos recalcaron la importancia de desarrollar algo de ética en la IA antes de que se siga desarrollando. Se puede leer, junto con otras previsiones acerca de cómo evolucionarán en el futuro los combates aéreos y espaciales en este artículo sobre una reciente cumbre de expertos en el tema: RAeS Future Combat Air & Space Capabilities Summit.

Actualización: ahora dicen que ha sido todo un poco «exagerado» y que se trataba más bien de un «ejercicio mental hipotético».

(Vía The Guardian.)

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Foto (DP) MQ- Reaper / U.S. Air Force / Cory D. Payne). Traducción cortesía de DeepL.

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