Septiembre2021

Por @Wicho — 30 de Septiembre de 2021

El VSS Unity al principio de uno de sus vuelos «al espacio» – Virgin Galactic
El VSS Unity al principio de uno de sus vuelos «al espacio» – Virgin Galactic

Tras la investigación abierta después del vuelo «al espacio» de Richard Branson que hizo que la Administración Federal de Aviación (FAA) de los Estados Unidos le retirara el permiso para volar a Virgin Galactic al final han quedado como amigos y la empresa de Branson ya puede retomar los vuelos.

Tiene que cumplir con dos condiciones que le ha aprobado la FAA:

  • Tiene que utilizar cálculos nuevos a la hora de determinar el espacio aéreo protegido que necesitará para futuros vuelos. La idea es designar un área mayor para que Virgin Galactic disponga más espacio aéreo protegido que incluya distintas posibles trayectorias de vuelo. Hay que recordar que en el vuelo en cuestión el VSS Unity se salió del corredor aéreo asignado.
  • Ha de asegurarse de que se notifica en tiempo real al control de tráfico aéreo de la FAA cualquier posible desviación, no como con el vuelo de Branson en el que tardaron días en hacer la comunicación.

Pero vamos, que al final no ha sido para tanto.

Así que Virgin Galactic puede seguir adelante con Unity 23, el que va a ser el primer vuelo comercial de la empresa, en el que irán a bordo dos oficiales del Ejército del Aire Italiano y un investigador del Consejo Nacional de Investigación de Italia.

Son 450.000 dólares por asiento, por cierto.

Relacionado,

Compartir en Flipboard Publicar / Tuitear
PUBLICIDAD


Por @Wicho — 30 de Septiembre de 2021

La EEI vista desde la Soyuz MS-18 – Oleg Novitskyi/Roscosmos
La EEI vista desde la Soyuz MS-18 – Oleg Novitskyi/Roscosmos

El pasado 28 de septiembre la tripulación de la Soyuz MS-18 cambió su cápsula a otro puerto de la Estación Espacial Internacional (EEI). En concreto la movieron del puerto del módulo Rassvet al puerto del recién llegado módulo Nauka.

Este cambio de puerto ha tenido dos objetivos. Por un lado ha permitido comprobar el funcionamiento del puerto de atraque de Nauka. Aunque ese puerto de atraque durará poco en servicio porque a finales de año será sustituido por el módulo Prichal, que ofrecerá cinco puertos de atraque una vez en servicio. Por otro prepara las cosas para la llegada a la Estación de la Soyuz MS-19 el próximo 5 de octubre y el cambio de tripulaciones que se va a producir.

Y es que si no hay cambios de última hora a bordo de la Soyuz MS-19 van a viajar al espacio Anton Shkaplerov de Roscosmos como comandante de la misión y el director de cine Klim Shipenko y la actriz Yulia Peresild para rodar escenas de la película El desafío a bordo de la EEI. Shipenko y Peresild sólo permanecerán a bordo siete o diez días y volverán a tierra junto con Oleg Novistkyi en la Soyuz MS-18. En cambio Shkaplerov se quedará hasta marzo de 2022 a bordo de la Estación y volverá a tierra en la MS-19 junto con Pyotr Dubrov y Mark Vande Hei, los compañeros de lanzamiento de Novistkyi en la MS-18. Esto hará que Vande Hei se convierta en el astronauta de la NASA que más tiempo seguido haya pasado en el espacio.

Configuración de la EEI tras el cambio de puerto de atraque de la Soyuz MS-18 – NASA
Configuración de la EEI tras el cambio de puerto de atraque de la Soyuz MS-18 – NASA

Para el cambio de puerto iban a bordo de la Soyuz MS-18 sus tres tripulantes originales por si por cualquier cosa hubiera habido que abortar la operación y mandar la cápsula de vuelta a tierra.

Durante la maniobra Novitskyi aprovechó para hacer fotos de la Estación en su nueva configuración con los paneles solares iROSa que se pueden ver superpuestos a los dos paneles solares originales en el extremo derecho de la Estación. La orientación de la EEI en la foto es un poco peculiar ya que «está haciendo el pino» para facilitar la maniobra y lo que vemos de frente es su panza. Así, en la parte de arriba, que se corresponde con el morro de la Estación, se puede ver la Dragon 23. Abajo y a la izquierda de ella está el laboratorio europeo Columbus; frente a Columbus está el laboratorio japonés Kibo. En el extremo inferior de la foto se ve el módulo Nauka con sus paneles solares aún desplegados. Si miras con cuidado se ve también la Cygnus 16. En esta imagen se ven anotados en francés los distintos elementos de la Estación.

Relacionado,

Compartir en Flipboard Publicar / Tuitear
PUBLICIDAD


Por @Wicho — 29 de Septiembre de 2021

Los SMS de mi banco - o no
Los SMS de mi banco - o no

Tened mucho, muchísimo cuidado si os llega un SMS con una alerta de seguridad de vuestro banco acerca de actividad sospechosa en vuestra banca online. Aunque aparezca junto con los demás mensajes de vuestro banco, como en la imagen de arriba. En ella los dos primeros mensajes se corresponden a operaciones con mi banco pero el tercero, aunque parece verdadero y con el mismo remitente, no lo es.

Esta técnica de falsificar el remitente del SMS se conoce como smishing y en estos días hay una campaña activa muy fuerte contra clientes de mi banco, que es Abanca. Pero me consta que pasa con otros bancos y organizaciones.

Como estaba al tanto de esa campaña no pulsé el enlace. Además el texto parece muy informal como para venir de Abanca. Y no usa mis dos nombres como hace habitualmente Abanca, aunque en esto de los dos nombres caí más tarde. Pero en cualquier caso, nunca hubiera pulsado el enlace. Una precaución básica en estos casos y que aplico desde siempre es no pulsar en enlaces que vienen en correos o SMS que no estoy esperando. Porque nunca se sabe.

Así que en vez de pulsar el enlace abrí en el móvil la app de Abanca y comprobé que todo estaba en su sitio. Acto seguido llamé al servicio de atención al cliente (900 815 522) para avisar de que había recibido ese mensaje y que me confirmaran que no era de ellos. Que no lo era.

Una vez hecho esto investigué la dirección copiándola y pegándola en URL X-Ray Y resulta que (no pongo las direcciones sino un pantallazo para que nadie vaya a pulsar por error):

La dirección chunga

Sé que mi banco no usa esa dirección web para su sistema de banca en línea. Y además es fácil, si sabes de estas cosas, ver que ese dominio está registrado en Rusia. Pero también sé lo fácil que es que alguien que no esté un poco al loro de estas cosas caiga en la trampa al recibir un mensaje aparentemente de Abanca (o, insisto, de cualquier otro banco). Y más cuando si pulsas en el enlace acabas en la web que se ve a la izquierda. Se parecen como gotas de agua pero la de la derecha es la que es la verdadera:

La web trucha y la web buena

Ojo: yo abrí la dirección chunga en un iPhone con todas las actualizaciones de seguridad aplicadas y porque sé que es una plataforma muy segura. Pero no habría hecho eso en un Android ni es ago que recomiendo que haga nadie si no tiene un mínimo manejo de seguridad en dispositivos. Hay webs que, sólo con visitarlas, son capaces de instalar malware, que es software capaz de robar contraseñas y hacer todo tipo de maldades.

No sé qué pasaría si hubiera metido datos en la web falsa. Probablemente habría recibido un mensaje de error indicándome que llamara a un teléfono en el que se encargarían de pedirme los datos necesarios para esquilmar mis cuentas. Nunca, nunca, jamás, vuestro banco –o la entidad emisora de vuestra tarjeta de crédito– os va a pedir por teléfono vuestras contraseñas ni claves de autenticación en dos pasos.

Así que recordad: nunca hagáis clic o pulséis en un enlace que os llegue en un aviso de estos. Por muy real que os parezca. Abrid la app y comprobad. O llamad por teléfono. Lo mismo os ahorraís un disgusto bien gordo.

Como decía el sargento Esterhaus, «tengan cuidado ahí fuera».

Compartir en Flipboard Publicar / Tuitear
PUBLICIDAD


Por @Alvy — 28 de Septiembre de 2021

Colapsología

La sobrepoblación mundial, el excesivo consumo por parte de los ricos y las pésimas elecciones tecnológicas han colocado a nuestra civilización industrial en una trayectoria de colapso.

– Pablo Servigne y Raphaël Stevens

Conviene estar un poco mentalizado, relajado y documentado antes de enfrentarse a la lectura de Colapsología, de Pablo Servigne y Raphaël Stevens (2015). Es un libro cuyo título viene del concepto surgido para describir cómo será (o podría ser) el fin de la civilización moderna. El fin del mundo tal y como lo conocemos, vamos.

Y es que causas puede haber muchas: ambientales, económicas, pandémicas e incluso tecnológicas. O quizá todas las anteriores, convenientemente entretejidas. Por eso y porque el asunto tiene cierta enjundia y está más que razonablemente documentado es por lo que conviene acercarse al libro con algo de cautela y espíritu crítico; no hacerlo puede llevar a creer que el Apocalipsis al estilo moderno es inevitable y a poner nerviosa a mucha gente que corra a esconderse en búnkeres y aprender a cazar con arcos y flechas. Yo llegué a él tras ver la estupenda miniserie francesa El colapso (2019) que en España se emitió en 2020 y que en 8 miniepisodios de 15 minutos rodados como plano secuencia muestran un distópico colapso en la Francia actual. También había leído hace algunos años el altamente recomendable Colapso: Por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen (2005), un estupendo libro de Jared Diamond (autor también de Armas, gérmenes y acero, otra maravilla) que trata este mismo tema aunque en la historia pasada, no en cuanto a la actualidad. (Cuenta por ejemplo cómo desapareció la civilización de la remota Isla de Pascua cuando básicamente consumieron todos sus recursos y árboles uno por uno hasta quedarse literalmente sin nada. Fin. Adiós, pequeño mundo.)

Colapsología es básicamente un razonamiento didáctico ayudado de algunas metáforas sencillas sobre los límites del crecimiento, la escasez de recursos y cómo todo ello nos está llevando a ese colapso. También tiene algo de «meta-libro» porque es como mencionar al elefante que está en la habitación pero nadie quiere hablar de él o como la exclamación del niño que gritaba que el emperador estaba desnudo. Hay capítulos dedicados a recursos básicos como las energías fósiles y de otros tipos, el agua o a los terrenos de cultivo; explicaciones sobre cómo crecen las emisiones contaminantes, se esquilman los terrenos y se daña la biodiversidad. Todo ello lleva de un modo u otro a que crezcan las desigualdades sociales y se produzcan disturbios y guerras, causando a su vez desestabilización económica y más caos.

En su metáfora, nuestra civilización como un coche sobre el acabamos perdiendo el control. En su viaje acaba consumiendo todo el depósito de combustible, comienza a bajar un puerto de montaña y de repente empieza a fallar. Pero el colapso no significa que se detenga. Va mucho más allá: no sólo no queda combustible; además no funciona el volante, no responden los frenos, se ha salido de la carretera y acabam dando tumbos por la ladera llena de árboles sin que los ocupantes sepamos siquiera a qué vamos a enfrentarnos. Viendo las cifras y evolución de cada uno de los aspectos de nuestra sociedad (consumo de energía, crisis climática, deforestación, superpoblación, inestabilidad económica, desigualdad social) los autores explican a dónde dirigimos: a una terra incognita donde la situación no va a ser precisamente agradable para las generaciones futuras.

En su crítica de la tecnología, el libro hace referencia a nuestra «mala elección» a la hora de optar por unas tecnologías u otras: premiamos lo más barato (aunque tenga externalidades negativas, como contaminación) o lo más dependiente del pasado (como instalar puntos de recarga eléctrica en gasolineras, «porque nuestros antepasados rellenaban los depósitos de gasolina en esos lugares de las carreteras, que eran muy convenientes»). Optamos por soluciones a veces contraproducentes que no resuelven los problemas de fondo, como instalar parquímetros, cámaras de vigilancia de tráfico o ampliar los carriles de una autopista en vez de promover el transporte público o las opciones no contaminantes.

Es el momento de que cunda el pánico.

– Greta Thundberg, activista
y David Wallace-Wells, periodista
Time To Panic (The New York Times)

El libro me ha parecido razonablemente bien documentado; está lleno de notas con hiperenlaces (a veces hasta dos o tres por párrafo) para respaldar los datos y aseveraciones que hace. Puede que no todos sean cien por cien fiables o exactos, pero son buenas pistas para investigar más. Muchas proceden de los más altos organismos oficiales: la OMS, la ONU, el IPCC, la IEA y otros. También hay muchos datos de publicaciones científicas, think tanks y artículos, principalmente de publicaciones francesas.

En el libro los autores no se atreven a dar una fecha para el colapso: podría ser 2030, 2050 o 2100, podría retrasarse hasta 2200 o vete a saber si hay alguna forma de evitarlo. Como mucho se arriesga a apuntar diversas señales que podrían anticipar el colapso de ciertos sistemas (con su consiguiente «efecto caótico» sobre otros, algo inexplorado y desconocido). Pero para nuestra desgracia algunas de estas señales las estamos viendo ya. Están por ejemplo los inesperados efectos de un trastorno económico mundial debido a un carguero atascado en un canal, el pánico por el racionamiento de combustibles en Reino Unido, o el desabastecimiento de alimentos por motivos políticos, todos ellos relacionados con los efectos de la globalización. Están los desplomes de la economía como sucedió en 2008 y podría suceder en China o los corralitos financieros –visibles o no tanto– que van y vienen y con los que viven en muchos países. Por no hablar de algo más cercano como el empeoramiento de los huracanes, olas de calor, de frío y otra meteorología extrema, que vivimos y vemos cada día en las noticias.

Es interesante que Colapsología esté escrito en 2015 (prepandemia Covid-19) porque permite ver cómo ha ido sucediendo (o no) lo que narra en los últimos 5 ó 6 años. Por ejemplo, habla de que «una pandemia severa también podría ser la causa de un colapso generalizado, sin que tuviera que acabar con el 99% de la población, bastaría con un pequeño porcentaje.» Aunque está por ver cómo acaba el mundo post-Covid, me da la impresión de que el libro infravaloró la capacidad científica del desarrollo de soluciones (vacunas) aunque también es cierto que pocos eventos ha habido tan desestabilizadores como el de la pandemia de 2020.

Recomiendo conseguir la segunda edición del libro (2020), o la versión Kindle, que está actualizada e incluye un epílogo a modo de pequeño balance de los últimos años. Menciona cómo parece que la economía todavía no ha implosionado y lo positivo de que las energías renovables hayan sufrido un gran impulso. En la parte mala, en cambio, ha habido cada vez más alertas de los científicos sobre la crisis climática e inacción por parte de los gobiernos. Los modelos matemáticos predictivos de diversos sectores que se presentaron en la primera edición parecen bastante correctos (especialmente los climáticos).

Nadie puede afirmar con qué material estará cosido el tejido social del colapso, pero lo que está claro es que la ayuda mutua tendrá un papel importante, por no decir primordial.

– Pablo Servigne y Raphaël Stevens

El libro termina intentando ser optimista y no derrotista –lo cual resulta difícil visto lo visto, la verdad– y aboga por el altruismo, la organización social y la ayuda mutua, frente a la «naturaleza salvaje de la ley del más fuerte y el todos contra todos del mito fundador de nuestra sociedad».

Relacionado:

Compartir en Flipboard Publicar / Tuitear
PUBLICIDAD