Por @Alvy — 11 de Marzo de 2024

En este vídeo de Process X se puede ver en acción la famosa frase de «los estados pueden imprimir dinero» pero con monedas. Es un paso-a-paso del proceso completo de fabricación de monedas de 500 yenes en Japón, máquina a máquina. Y no son pocas.

Monedas de 500 yenes / Process XEstas monedas de 500 yenes (unos 3 euros) son las de más alta denominación y se vienen fabricando en el formato actual desde 2021. Son en su mayor parte de cobre (75%) y el resto níquel (12,5%) y zinc (12,5%). El anillo central es de lo que llaman «cuproníquel plateado» y el borde «níquel-latón dorado». El diseño es el mismo desde 1982, aunque ha variado ligeramente el peso y algún otro detalle, en especial medidas de seguridad como las de las monedas europeas: microimpresión, canto, etcétera. Increíblemente algunos detalles del diseño todavía se trabajan de forma artesanal, con lentes de aumento.

El proceso que se muestra comienza con monedas de 500 yenes recicladas por viejas y deterioradas, que pasan a una fundición y cuyos metales básicos se separan, limpian y recombinan. De ahí pasan a fabricarse lingotes, luego listones, láminas y finalmente calentándolas y prensándolas se recortan de forma circular al tamaño adecuado, encajando las dos piezas. En cada paso hay que controlar la calidad de los materiales, que no haya rasguños, la limpieza y precisión micrométrica.

Yo he contado decenas, por no decir cientos de máquinas en los poco más de diez minutos de vídeo, que probablemente es un mero resumen de algo más complejo, claro. El edificio de la Fábrica de la Moneda, las máquinas y los rudos operarios trabajan allí con todas las medidas de seguridad «a la japonesa» que hemos visto en otros vídeos. Ver de principio a fin todo el proceso resulta tremendamente satisfactorio, la verdad.

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Por @Alvy — 11 de Enero de 2024

Microsoft > Apple
Microsoft vs. Apple en una gráfica generada con YCharts / @StockMKTNewz

Microsoft ya tiene una mayor capitalización bursátil que Apple, algo que poca gente hubiera predicho hace unos pocos años. El market cap de ambas –el valor de sus acciones multiplicado por el número de acciones es de 2,886 billones de dólares (trillions en inglés) para Microsoft frente a 2,883 billones de dólares para Apple.

Entre las razones que se citan para esta mejora de Microsoft en los últimos años están su entrada en la IA generativa y por otro lado la decreciente demanda de los productos principales de Apple, como el iPhone, que además ha llevado peor la salida de la crisis global de 2020.

Las dos compañías llevan una década situándose en el primer y segundo puesto del mercado por capitalización bursátil; un día bueno de una y uno malo de otra puede ahora dar la vuelta a la tortilla.

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Por @Alvy — 11 de Enero de 2024

Bitcoin + ETF

Tal y como cuentan Reuters, el New York Times y otros medios, el regulador del mercado estadounidense, la SEC, ha aprobado los llamados ETF de Bitcoin, algo que podría considerarse un «momento histórico para las criptodivisas».

El momento ha coincidido casualmente –o no– con que hace precisamente 15 años un programador llamado Hal Finney, muy cercano al anónimo creador de Bitcoin, publicaba esto:

Finney (DEC, 1956-2014) fue todo un personaje, un gran hacker y la segunda persona que puso a funcionar sus equipos en el proyecto, siendo quien recibió la primera transacción de bitcoins en pruebas, enviada por el mismísimo Satoshi Nakamoto.

Qué son los ETF (de Bitcoin)

Los ETF de Bitcoin son instrumentos financieros cuyas siglas se corresponden con ETF (Exchange-Traded Fund) (o ETP, Exchange-Traded Products, según la terminología de la SEC en su nota). Esos ETF no son bitcoins como tales sino que se trata de fondos compuestos de acciones negociables, que representan a bitcoins como «activos subyacentes».

Comprar o vender «partes» de un ETF facilita la inversión en un producto complejo y poco cómodo para el común de los mortales –una criptodivisa– haciendo que sea algo más flexible y accesible. En el caso de los Bitcoin –a diferencia de otras criptomonedas, que no han sido aprobadas– se ha dado luz verde a once de estos ETF inicialmente: BlackRock, Fidelity, ARK, Grayscale y otras empresas del sector financiero, tras una larga historia de idas y venidas legales antes de su aprobación.

Un ejemplo similar a cómo funcionan los ETF sería operar con petróleo, oro o trigo. Nadie que negocia con estos productos va al banco a por un barril, unos lingotes o sacos de trigo para guardarlos en su casa. En vez de eso, compra el equivalente a un ETF que opera con barriles de petroleo, lingotes de oro o toneladas de trigo y recibe un «papelito» que es lo que guarda (o se lo guardan en un contrato en el banco electrónicamente, más bien).

Trabajar con ETFs para productos «peculiares» de este tipo es increíblemente más cómodo y flexible, aunque también está la cuestión de la volatilidad, más alta en bitcoin que en los activos tradicionales. También tiene la desventaja de que el banco o la empresa que comercializa estos fondos puede quebrar o defraudar a los accionistas que han comprado los fondos si no está todo correctamente auditado y respaldado; se supone que ellos tienen realmente esos bitcoins que guardan a la gente pero no siempre es así. Es sabido que en el MundoReal™ existen infinidad de casos de fraude similares. Así que ¡cuidadín con dónde se mete el dinero! Que luego vienen los de los sellos, los de las preferentes, los de los NFTs y ya se sabe…

La alternativa a no usar ETFs en el ejemplo anterior sería comprar los lingotes de oro y guardarlos en casa debajo del colchón –cosa que algunas personas hacen– aunque eso conlleva otros problemas de seguridad: que no se te incendie o inunde la casa, que no te roben la caja fuerte cuando no estás, que no tengas familiares o amigos codiciosos… En fin, lo típico.

En el caso de Bitcoin los más desconfiados –o conscientes, depende de cómo se mire– prefieren comprar, vender y guardar sus bitcoins personalmente, algo que puede hacerse en casas de cambio (exchanges) o con apps (hot wallets), aunque no es la opción preferida. Las llamadas carteras frías (cold wallets) son el método más seguro, que evita el problema de «not your keys, not your coins» e incluso los hackeos más comunes, dado que la cartera es una llave física que incluso está desconectada de internet.

Hay bitcoiners más espartanos y survivalistas todavía que prefieren memorizar unas cuantas palabras clave a modo de supercontraseña o guardarlas grabadas en placas de metal que protegen en su rudo cuerpo o bajo mil candados. Pero eso también tiene sus problemas: robos, olvidos, accidentes

La mayoría de edad de bitcoin

La SEC aclara que la aprobación de los nuevos ETF de Bitcoin «no implica un respaldo a Bitcoin ni a las plataformas de comercio de criptoactivos», del mismo modo que advierte que son productos no aptos para todos los inversores, especialmente los minoristas que podrían perder todas sus inversiones.

En cualquier caso la decisión del regulador estadounidense puede entenderse también como una especie de gran validación ante el mercado y una mayoría de edad para Bitcoin, que pasa a diferenciarse del resto de criptodivisas –ninguna de las cuales tiene todavía un ETF, aunque algunas empresas ya lo han solicitado– y que marca un punto de inflexión en su ya larga historia: 15 años y contando. Hay empresas, bancos y plataformas tecnológicas que han durado menos, todo sea dicho.

Advertencia: La CNMV española tiene varios documentos sobre estos temas que siempre conviene leer, por ejemplo Los criptoactivos: aspectos que debes conocer y comprobar y la famosa lista de Entidades no autorizadas por la CNMV («Chiringuitos Financieros») sobre dónde no confiar tu dinero.

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Por @Alvy — 16 de Noviembre de 2023

Vi por ahí una mención a esta vieja charla del diseñador Thomas Thwaites en PopTech (2011), titulada Cómo fabriqué una tostadora. Es una versión documentada en imágenes y vídeos de lo que a priori parece una tarea sencilla pero se torna imposible: la ingeniería inversa de un electrodoméstico normal y corriente, que encierra lo que unos dirían es una complejidad malévola y otros un entramado social maravilloso.

Para la tarea Thwaites se autoimpone unas reglas que obviamente acaba «flexibilizando» según se enfrenta a los problemas. Así que tras comprar y desmontar la tostadora de 10 euros más sencilla que consigue encontrar se da cuenta de que tiene cerca de 400 componentes, demasiados para plantearse recrearlos todos. Así que se conforma con conseguir los materiales básicos o materias primas.

Estas materias primas se pueden simplificar en unos pocos: acero, cobre, mica y plástico. El acero para la estructura, el cobre para los cables, la mica como aislante térmico y el plástico para darle su forma característica y encapsularlo todo. Buscando documentación –y gente que le ayude, porque ya ha decidido que solo no tiene ninguna oportunidad– intenta conseguir hierro con el que fabricar acero, algo bastante difícil de hacer «en primera persona» incluso tras bajar a una mina y conseguir algunas piedras de mineral de hierro.

Otro tanto le sucede con el cobre y la mica. El cobre lo recoge de una antigua mina en forma de agua del que se podía extraer con electrólisis (de la autoimposición de no utilizar herramientas ni técnicas modernas ya se olvidó hace tiempo, claro). El caso es que consigue suficiente como para crear un rudimentario enchufe y un cable. Para la mica se tiene que ir a una montaña a picar. Con el plástico tiene otra aventura pues tras intentar conseguirlo de algún modo del petróleo –y tras la peregrina idea de llamar a BP– abandona el intento para pasar a extraerlo del almidón de patata, algo un tanto intratable en la práctica. Finalmente acaba utilizando plástico reciclado trampeando con que podría considerarse «material procedente del Antropoceno» (o sea, de anteayer).

El resultado es una puta mierda de tostadora, que no tiene ni forma bien definida y de la que salen dos «cables» que seguramente nada más enchufarlos empezarían a soltar humo. Él mismo se descojona mientras lo cuenta; al final «fabricar una tostadora» le costó unas 1.200 libras (1.300 euros) y ni siquiera consiguió calentar una tostada, pues tras la primera prueba falló miserablemente. Una tarea demasiado compleja para una sola persona.

§

Yo, lápiz / Leonard E. ReadTodo esto nos puede retrotraer al famoso ensayo titulado Yo, lápiz (1958) del economista Leonard E. Read (1898-1983) donde se explica que incluso la fabricación de un simple lápiz implica un proceso sorprendentemente complejo (materias primas: madera, grafito, metal, caucho…; herramientas, transporte…) que hacen que una sola persona sea incapaz de fabricarlo hoy en día por sí misma, sino que depende de otras estructuras de la sociedad para ello: tecnología, transportes y logística…

Read usó en su día este ejemplo para argumentar a favor de la libertad de empresa, explicando que se requieren materias primas de diversos lugares para casi cualquier proceso y también todo tipo de habilidades para la fabricación y ensamblaje de cualquier objeto, desde un Boeing 787 a un simple lápiz.

Según el economista, todo esto lo coordina «la mano invisible del mercado», algo que no podemos ver ni definir al cien por cien con exactitud, pero que no requiere a una «autoridad» que lo planifique; funciona más bien por la ley de la oferta y la demanda. Es una forma interesante de explicar estos aspectos en la economía moderna, las cadenas de suministros y cómo más allá se puede divagar para llegar a la política, la filosofía y la educación. Y todo a partir de un lápiz. O una tostadora, en este caso.

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