Por @Alvy — 21 de Julio de 2024

Este vídeo del aventurero Cooki para la gente de DJI muestra cómo es la subida hasta los 8.849 metros de altitud que marca la cumbre del Everest con un DJI Mavic 3 Pro.

El dron parte del campamento base a unos 5.300 metros y va recorriendo lenguas de glaciar, escarpadas pendientes y arriesgadas paredes a medida que pasa por los Campamentos 1, 2, 3 y 4 (a unos 7.950 metros). A partir de ahí están el Balcón del Everest y el paso Hillary, desde donde solo hay 50 metros hasta la cumbre. El dron vuela bastantes metros por encima, así que no tiene problema alguno.

A lo largo del vídeo se pueden ver como hormiguitas los escaladores que están subiendo una de las míticas rutas para llegar a la cima. Demasiada gente para un sitio tan remoto y especial, sin duda. Prueba de ello es que los campamentos han acabado convertidos en vertederos y circular cerca de la cumbre es como salir con el coche una autopista de circunvalación en hora punta, como se ha visto en muchos vídeos virales. Una pena, y una muestra de cómo el ansiaviva humana es insaciable y no respeta nada.

Las imágenes son preciosas porque están tomadas con una cámara Hasselblad con sensor CMOS de 4/3 en 4K, capaz de grabar con tres lentes distintas. No se dice si tuvieron que reintentar el vuelo varias veces, pero sí que el resultado es una sola toma de 43 minutos [reducida a 4 minutos en el vídeo], con el dron alimentado por una batería extra para aguantar tanto tiempo. Además de todo eso, el DJI va equipado con un sistema anticolisiones para evitar objetos y un RTH («volver a casa») que planifica la ruta óptima para no quedarse colgado por ahí.

Espectaculares tomas; probablemente lo más cerca que se puede estar de una escalada así, que muy pocas personas consiguen realizar a lo largo de su vida.

(Vía Outside.)

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Por @Alvy — 20 de Abril de 2024

Este Hopcóptero es un dron que se desplaza a saltos. Lo han desarrollado en la Universidad de Ciencia y Tecnología de Hong Kong. Originalmente era un cuadricóptero Crazyflie, pero este va equipado con una sola pata, bandas elásticas y una punta de goma. Así que puede volar o saltar.

Entre las ventajas que ofrece es que la batería para saltos le dura unos 50 minutos. Si se usa en el «modo vuelo» entonces no dura más de 6 minutos. La diferencia se debe a que al saltar sólo hay que recuperar la energía perdida por el rozamiento en el impacto. Aparte de eso tiene un récord de salto de altura de hasta 1,63 metros saltando a 2,38 metros por segundo.

El software controla el ángulo en el que la pata telescópica impacta contra el suelo, lo cual hace que se desplace allá a donde se necesita, aunque siempre de forma «aproximada». Una solución interesante que a mi en los vídeos a velocidad ×1 me parece muy satisfactoria; en los ×2 o ×200 es otra película para examinar otros aspectos, pero no tan gráciles.

El cambio de dirección dejándose caer «a saltos» mientras está volando es toda una maravilla. Aparte de eso para el vuelo en exteriores se las han arreglado para montarle unos estabilizadores que le proporcionan bastante estabilidad. Toda una combinación de detalles ingeniosos.

(Vía Tech Explore + New Atlas.)

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Por @Alvy — 27 de Marzo de 2024

Resulta asombroso cómo el ser humano hace de la necesidad virtud, en este caso en las terribles condiciones de una guerra convencional. Con el paso de los meses, el conflicto surgido a raíz de la invasión rusa de Ucrania ha llevado a un tremendo desgaste en armamento y munición para ambos bandos. Equipamiento nada barato y escaso a todas luces. En esta pieza de opinión del Wall Street Journal se recogen algunas declaraciones del General James Hecker de la OTAN explicando algunas de las ingeniosas soluciones que han observado en ambos bandos sobre el campo de batalla.

Drones FPV de ataque

Hecker dice que según explicó el ministro ucraniano de Transformación Digital, los famosos drones FPV de los que hemos visto tantos vídeos son capaces de causar más bajas en los tanques y fuerzas enemigas que la propia artillería. Son pequeños, rápidos y maniobrables. Vuelan a unos 30 ó 40 metros de altura y eso los hace indetectables al radar. En sus exploraciones actúan básicamente como kamikazes haciendo estallar las cargas explosivas que transportan si los operadores ven un blanco adecuado.

Estos drones son a veces equipamiento de «sólo ida», sacrificable, aunque a veces son «ida y vuelta» si pueden soltar sus explosivos y retornar a la base, en modo manual o automático. Esto es porque los tanques y trincheras enemigas suelen estar equipados con contramedidas para inutilizar las señales radioeléctricas. Algunos drones son como kits de piezas montables para niños, sorprendentemente ligeros pero capaces.

La defensa de un país… con teléfonos móviles

Otra de las historias impresionantes que cuenta Hecker es cómo para detectar los drones rusos a los ucranianos se les ocurrió un sistema práctico y barato que funcionó extraordinariamente bien. Los drones, a pesar de que son casi indetectables por volar bajo y su velocidad, son muy ruidosos como sabe cualquiera que haya estado cerca de uno de ellos. Ese es uno de sus puntos débiles.

Así que, armados de paciencia y baja tecnología, los ucranianos instalaron 8.000 teléfonos móviles en lo alto de postes de 2 metros, repartidos por todo el país en lugares estratégicos. De este modo los operadores podían escuchar los ruidos de drones que se acercaban y calcular su posición, rumbo y velocidad. Esos «palos y móviles» son dispositivos fácilmente reemplazables que costaban 500 dólares. Toda esa información se convertía en un mapa fácil de consultar para los soldados a través de un iPad.

Las defensas AAA, equipadas con armamento antiaéreo (unas 200 unidades) podían entonces localizar y disparar a los drones con más facilidad. Cuenta que a lo largo de un día detectaron 84 de estas amenazas, pudieron hacer un seguimiento de las 84 y derribar 80. Todo con teléfonos móviles y gadgets de menos de 1.000 dólares, frente a uno de los conocidos misiles Patriot de defensa que cuesta entre 1 y 3 millones.

Drones vs. armamento convencional

A lo largo de su intervención da la impresión que el general Hecker aboga por ideas futuras que sean baratas y prácticas para situaciones como las de Ucrania. Cuenta cómo en los ataques en Yemen se derribaron drones de 7.000 dólares con misiles SM2 que cuestan 700.000 dólares, algo que acaba arruinando a (casi) cualquier bando en una guerra a medio-largo plazo.

Esto me recordó a cuando hace décadas se decía que en Estados Unidos la NSA con todo su poderío era capaz de interceptar y descifrar todas las redes de comunicaciones del mundo excepto la de Osama Bin Laden, porque el líder de Al Qaeda enviaba sus misivas con mensajeros montados en burro, que nadie podía interceptar. Soluciones no convencionales, de baja tecnología, pero sumamente ingeniosas para un mundo donde hay que resolver problemas demasiado complejos.

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Por @Alvy — 16 de Febrero de 2024

Joshua Turner, cuyo trabajo ya hemos reseñado por aquí alguna vez grabó el mes pasado estas espectaculares imágenes con un dron FPV en Shanghái sobrevolando de arriba a abajo los rascacielos de la ciudad. Son tomas vertiginosas durante un día tranquilo, con énfasis en la calidad 4K y unas imágenes nítidas que se pueden disfrutar a máxima calidad y con relajante música.

En las imágenes aparecen el rascacielos más alto de la ciudad, la Torre de Shanghái (632 metros), el Shanghai World Financial Center (492 metros) y el Jin Mao (420 metros). Además aparece la Torre de la Perla Oriental, con sus peculiares «patas» y 468 metros de altura, donde a partir de 01:10 se puede ver incluso a operarios haciendo trabajos verticales, que es un trabajo de esos que «alguien tiene que hacer».

Según cuenta Turner todo está grabado con un Nazgul Evoque V2 de Iflight (unos 600 euros) y una GoPro11 Mini (entre 350 y 450 euros). Hay que reconocer que es difícil distinguir si son imágenes reales o CGI, pero todo cobra más sentido porque sabemos que son reales y cómo se han rodado.

(Vía The Awesomer.)

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