Por @Alvy

Aftersun / Pol Viladoms

Siempre me han fascinado los lugares abandonados: su decadencia estética, el silencio, el paso inexorable del tiempo y el eco de lo que fueron alguna vez. De entre todos ellos, los parques acuáticos de los años 80 ocupan un rincón especial, quizá porque coincidieron con mi juventud en la época de descubrimiento de la madurez.

Así que me ha encantado Aftersun, el proyecto fotográfico que amablemente nos envió Pol Viladoms, que explora precisamente esos escenarios en ruinas que un día fueron templos del ocio veraniego.

Aftersun / Pol Viladoms

A lo largo de quince años, Viladoms ha recorrido más de 50 localizaciones de parques acuáticos abandonados: muchos en la península ibérica, pero también en Francia, Italia, Grecia, Japón o Estados Unidos. Su objetivo no es solo documentar estos espacios, sino reflexionar sobre su vínculo con el turismo de masas, el calor, el bronceado, y esa promesa fugaz de felicidad artificial. En un parque acuático las largas colas de espera son… diferentes, y más cortas, eso es seguro.

Estas instalaciones, surgidas en los 80 y 90 como una extensión del turismo de sol y playa a las ciudades del interior, representaban –y representan, que todavía queda alguno– una diversión hiperbólica convertida en producto desechable. La sobreconstrucción y los cambios de modelo turístico acabaron sellando su abandono. Ahora hay miniparques acuáticos en los hoteles y hasta en la cubierta de algunos cruceros.

El resto quedaron abandonados.

En Aftersun, las fotografías de las ruinas actuales se combinan con fragmentos de antiguas postales de los parques en pleno apogeo, con un efecto de cuatricromía característico. Al recortarlas y aislarlas, Viladoms transforma esos souvenirs en algo íntimo y personal: la trama de colores, impresa y descompuesta, se asemeja al propio recuerdo, que nunca es exacto ni fiable. Una invitación a contemplar lo que fuimos y lo que ya no volverá.

De la primera edición de Aftersun se han impreso 500 copias, a tamaño 20×25cm, con textos de Beatriz Escudero. Son 116 elegantes páginas encuadernadas a la suiza con hilo visto, e incluyen una postal como extra, todo por 45 euros. Una edición preciosa para guardar en la estantería de los libros de fotografía.

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Por @Alvy

¡Ridícula moda de 'Ambigrammia' está arrasando con la creatividad de la gente!

Hacía bastante tiempo que Hofstadter no publicaba libros, aunque le hemos visto en conferencias y leído sus ensayos sobre temas diversos, incluyendo la IA. Su última obra fue Soy un bucle extraño (2007), dedicada a la autorreferencia, así que me ha encantado ver qué ha vuelto con Ambigrammia (publicado por Yale University Press, julio 2025), una obra de más de 300 páginas disponible tanto en papel como en libro electrónico. En la web de la editorial se pueden leer unas 50 ó 60 páginas totalmente gratis.

Estoy seguro de que el papel merece la pena en este caso, porque el libro está lleno de diseños artísticos y técnicos del universo de los ambigramas, ya sabes: esas figuras que se leen igual si las giras 180 grados («del derecho o del revés), con otras variantes que permiten leerlas también en otras direcciones, reflejadas o invertidas. El prólogo es, además y apropiadamente, de Scott Kim, otro artista pionero en este campo.

¡Ridícula moda de 'Ambigrammia' está arrasando con la creatividad de la gente!

El libro, cuyo título informal y «abreviado» es ABCD, recopila cientos de ambigramas creados por Hofstadter y docenas de otros autores. Pero es más que eso. Es una reflexión sobre la creatividad, su dimensión lúdica y su relación con las ciencias cognitivas. Hofstadter parece presentar un concepto llamado «descubrimentalidad» como complemento de la creatividad, con los ambigramas como pequeños rompecabezas visuales que estimulan la mente y la imaginación.

Ambigrammia es, además, una pequeña obra autobiográfica, donde el bueno de Hofstadter relata cómo su vida y sus viajes han estado ligados durante décadas a esta forma de arte lingüístico y visual, con el que se ha topado en múltiples idiomas y culturas. Un libro único, a medio camino entre la tipografía, la ciencia y la filosofía personal del autor. Yo ya estoy salivando esperando a que me llegue para ponerlo entre los primeros de mi Pila™.

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Por @Wicho

Portada del libro con un miembro de los Livesuits en la superficie de un astro con un planeta con anillos al fondoLivesuit. Por James S. A. Corey. Orbit (1 de octubre de 2024).

Esta es una historia corta situada en el universo de La guerra de los cautivos. Pero no sale en ella ninguno de los personajes de La piedad de los dioses salvo los carryx como el enemigo implacable con el que lucha la humanidad. Pero otra rama de la humanidad. De hecho no sabemos si la historia tiene lugar antes o después de lo que cuentan en la novela.

El relato cuenta la historia de Kirin, quien siguiendo los pasos de su amigo Piotr se une a las fuerzas armadas para luchar contra los carryx. Que, ojo, tan siquiera son mencionados por ese nombre en ningún momento. Los dos toman esa decisión como una extensión casi lógica de su trabajo como miembros de un equipo de rescate en su mundo; quieren evitar el sufrimiento de otras personas en la medida de lo posible.

Y solicitan unirse al cuerpo de los Livesuits del título, los trajes vivientes, que son una especie de exoesqueleto dentro del que tendrán que vivir en todo momento durante los cinco años de tiempo real que durará su servicio. El traje les dará más fuerza y resistencia, así como protección contra daños, y poderes casi sobrehumanos. Ellos serán el cerebro del traje.

Entre la distorsión temporal que implican los viajes de un lado a otro y la férrea disciplina militar y control que ejercen los mandos me ha recordado tanto a La guerra interminable como a Starship Troopers. Y he de decir que me ha gustado casi más que La piedad de los dioses.

Aunque también he de decir que el descubrimiento que hace Kirin al final me parece un poco inverosímil. No lo que descubre sino que pueda hacerlo.

Pero en cualquier caso es una dosis de este nuevo universo de James S. A. Corey mientras no llega la segunda novela. Así tendrás tiempo a releer ambos a ver si eres capaz de decidir si la acción de Livesuit tiene lugar antes o después de la de la novela.

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Por @Wicho

Portada del libro el retrato del autor dibujado por Cuthbert Orde en primer plano y un Spitfire en vuelo en la parte superior izquierdaSpitfire Command: A Fighter Pilot’s Memoir of Fighting from Dunkirk to D-Day. Por Bobby Oxpring. Sapere Books (17 de febrero de 2025). 181 páginas.

Diga lo que diga el subtítulo del libro el autor obtuvo sus alas como piloto de la RAF el siete de mayor de 1938. Así que para cuando se produjo la evacuación de Dunkerque él ya llevaba dos años volando. Y su última misión durante la Segunda Guerra Mundial fue una semana antes de que Alemania se rindiera.

Así que en realidad el libro cubre bastante más tiempo de lo que indica.

Empieza, de hecho, con el recuerdo de su padre, que también fue piloto de la RAF, aunque durante la Primera Guerra Mundial, hasta que una colisión en el aire dejó heridas en sus piernas que le impidieron seguir volando.

Y termina con su aterrizaje tras un vuelo libre en Tangmere a los mandos de un Spitfire el día antes de que se firmara la capitulación de Alemania, el día en el que le confirmaron que le ofrecían un puesto fijo en la RAF, en la que siguió hasta el 23 de febrero de 1968, retirándose con el grado de capitán de grupo como jefe de la base de Gatow en Berlin.

Entre eso, seis años de combate llenos de acción a los que no muchos de sus compañeros sobrevivieron, y en los que él mismo fue derribado dos veces. Los terminó con 13 derribos a su cuenta y otros dos compartidos, dos probables, y cuatro bombas volantes V-1 destruidas en solitario y una compartida.

Amazon sabe que me encantan las memorias de pilotos, en especial las de pilotos de la Segunda Guerra Mundial. Así que me insistió durante un tiempo con este libro hasta que me dejé convencer. Y no me arrepiento nada, y menos por los 99 céntimos de euro que me costó.

Así que si eres del ramo del aerotrastorno, no lo dudes, te gustará.

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