Por @Alvy

Bryce y Adam de Ballistic High-Speed han probado una nueva cámara de velocidad Shimadzu HPVX3 que es capaz de grabar una película a 20 millones de fotogramas por segundo.

Esta velocidad es notablemente más alta que el millón de fps de una Phantom V2512, otro modelo especializado, y deja en ridículo a otras cámaras que se usan para grabar airbags, explosiones y cosas mundanas por el estilo. (El vídeo comienza con velocidades menores y hacia el final alcanza los gloriosos 20 millones de fps.)

El problema cuando se graba con una cámara a «velocidad ultralenta» es que también necesitas una ultracapacidad de almacenamiento, algo que suele ser poco habitual a menos que seas la NASA o el CERN. Nada de megapíxeles o gigapíxeles: la Shimadzu HPVX3 registra unos 6 terapíxeles por segundo, que es a lo que equivalen los 256 fotogramas por captura que tiene como limitación.

Teniendo en cuenta estos –relativamente– pocos fotogramas a tan altísima velocidad, en la película resultante las balas apenas avanzan su propia longitud durante toda la grabación. No es fácil imaginar algo tan sumamente rápido.

Además está el problema de la sincronización: ¿cómo comenzar a grabar en el momento del impacto? Para esto idearon una barrera fotoeléctrica que, colocada a una distancia fija, permite calcular la velocidad instantánea de la bala, añadir un retardo y luego afinar tras varios intentos. También usaron un detector con un flash capaz de detectar la salida del proyectil en cuestión de nanosegundos.

En las grabaciones descubrieron algunos detalles curiosos, como ondas de choque que se adelantan a la bala, viajando por la superficie del objetivo (una bola de vidrio) a unos 13.700 m/s, que serían Mach 40. Se dice poco: 40 veces la velocidad del sonido. En el vídeo explican que en los 12,8 microsegundos que dura la grabación «incluso el sonido parece inmóvil».

También se puede observar la separación microscópica de materiales en cuestión de microsegundos, en una forma de ver la realidad en la que la materia sólida parece líquida y los fenómenos físicos se congelan y revelan miles de detalles invisibles.

(Vía The Awesomer, ¡bang!)

Relacionado:

Compartir en Flipboard Publicar
PUBLICIDAD


Por @Alvy

Aftersun / Pol Viladoms

Siempre me han fascinado los lugares abandonados: su decadencia estética, el silencio, el paso inexorable del tiempo y el eco de lo que fueron alguna vez. De entre todos ellos, los parques acuáticos de los años 80 ocupan un rincón especial, quizá porque coincidieron con mi juventud en la época de descubrimiento de la madurez.

Así que me ha encantado Aftersun, el proyecto fotográfico que amablemente nos envió Pol Viladoms, que explora precisamente esos escenarios en ruinas que un día fueron templos del ocio veraniego.

Aftersun / Pol Viladoms

A lo largo de quince años, Viladoms ha recorrido más de 50 localizaciones de parques acuáticos abandonados: muchos en la península ibérica, pero también en Francia, Italia, Grecia, Japón o Estados Unidos. Su objetivo no es solo documentar estos espacios, sino reflexionar sobre su vínculo con el turismo de masas, el calor, el bronceado, y esa promesa fugaz de felicidad artificial. En un parque acuático las largas colas de espera son… diferentes, y más cortas, eso es seguro.

Estas instalaciones, surgidas en los 80 y 90 como una extensión del turismo de sol y playa a las ciudades del interior, representaban –y representan, que todavía queda alguno– una diversión hiperbólica convertida en producto desechable. La sobreconstrucción y los cambios de modelo turístico acabaron sellando su abandono. Ahora hay miniparques acuáticos en los hoteles y hasta en la cubierta de algunos cruceros.

El resto quedaron abandonados.

En Aftersun, las fotografías de las ruinas actuales se combinan con fragmentos de antiguas postales de los parques en pleno apogeo, con un efecto de cuatricromía característico. Al recortarlas y aislarlas, Viladoms transforma esos souvenirs en algo íntimo y personal: la trama de colores, impresa y descompuesta, se asemeja al propio recuerdo, que nunca es exacto ni fiable. Una invitación a contemplar lo que fuimos y lo que ya no volverá.

De la primera edición de Aftersun se han impreso 500 copias, a tamaño 20×25cm, con textos de Beatriz Escudero. Son 116 elegantes páginas encuadernadas a la suiza con hilo visto, e incluyen una postal como extra, todo por 45 euros. Una edición preciosa para guardar en la estantería de los libros de fotografía.

Compartir en Flipboard Publicar
PUBLICIDAD


Por @Alvy

Un espectacular tránsito frente a la Luna de la Estación Espacial Internacional / Andrew McCarthy
Visita a Tycho / Andrew McCarthy

El astrofotógrafo Andrew McCarthy pudo realizar hace unos años esta espectacular captura de un tránsito de la Estación Espacial Internacional frente a la Luna [zoom para más detalle] que, como resulta aparente, da para póster y como tal vende en su tienda web a diversos tamaños, calidades, con marco, sin marco, etcétera.

Lo interesante de la foto es que la Estación Espacial parece estar orbitando la Luna, allá a lo lejos, muy a lo Interestelar… cuando en realidad la Luna está a unos 384.000 km mientras que la Estación Espacial está a tan solo 420 km de altitud. El tamaño de la foto completa cubre unos 45 segundos de arco, que es realmente una mínima fracción vista desde aquí pero que hace mucho efecto con las distancias. Es todo un efecto óptico.

¿Cómo se toman estas fotos? McCarthy utiliza Transit Finder, una aplicación que te dice dónde está (y estará) la Estación Espacial en cada momento. Con eso puedes calcular cómo se verá, si merece la pena conducir un poco para pillar el tránsito, etcétera. Luego usa un teleobjetivo de 800 mm aunque uno de 350 mm puede también servir.

Como sabrá cualquiera que haya visto pasar la EEI por la noche, va toda leche. Así que el tránsito frente a la Luna dura menos de 1 segundo. El truco es tenerlo todo preparado con horas de antelación: trípode, posición exacta a la que apuntar, asegurarse con Time.gov de la hora exacta, etcétera. Entonces se lanza una ráfaga de disparos de 1/1000s y a ver si se da bien.

Felicidades por esta toma, que no es la única que ha conseguido, y muchos agradecimientos por la pequeña guía de una página que ha dejado con consejos de cómo hacer este tipo de fotos.

Relacionado:

Compartir en Flipboard Publicar
PUBLICIDAD


Por @Wicho

La descripción
Una característica destacada de la R8 es lo pequeña y ligera que es para ser una cámara full frame – Canon

Como usuario de cámaras réflex de la marca desde hace algo más de 40 años tardé medio nanosegundo en aceptar la oferta de probar una Canon EOS R8. Mi referencia durante la prueba fue la Canon EOS 5D Mark III que es mi cámara habitual, en adelante la 5D. Los once años de diferencia entre ambas hicieron que, como era de esperar, la R8 me pareciera muy buena. Aunque ha de decir que, para mi sorpresa, descubrí algunas cosas en las que la 5D sigue siendo mejor. Mejor que la R8 en concreto y mejor que las R en general.

La Canon EOS R8 salió en abril de 2023; la 5D en marzo de 2012. Sin repetir todas las especificaciones, es una cámara full Frame sin espejo con un sensor CMOS dual pixel de 24×36 mm de 6.000×4.000 puntos que permiten capturar fotos a 24,2 megapíxeles y que es capaz de grabar vídeo hasta en 4k UHD (3.840×2.160 pixeles) a 59,94 cuadros por segundo. Aunque por supuesto tanto el fotografía como en vídeo se pueden escoger opciones de menos calidad.

La descripción
La alcaldesa de Granada. Más imágenes en Jornadas 1001 Medios 2024: El Futuro del Periodismo – Wicho

La descripción
El primer A321neo de KLM. Más en Planespotting en Barajas con la Canon EOS R8 – Wicho

Seguir leyendo: «Probamos la cámara mirrorless Canon EOS R8»

Compartir en Flipboard Publicar
PUBLICIDAD