Replicube es un todo en uno que sirve para entretenerse y aprender algo de programación, si acaso no lo has probado nunca. Es un juego en el que el objetivo es replicar la imagen que se muestra, pero para hacerlo hay que picar código de modo que la nueva imagen se genere según las instrucciones.
Lo más fácil es seguir el tutorial(«Introductory Puzzles») para aprender a base de ejemplos: allí se explica cómo funcionan los comandos para cambiar colores, los condicionales del tipo IF… THEN… ELSE… END y muchos otros.
El juego tiene además el tacto pixelado de los píxeles como puños (y en este caso también vóxeles como puños) y las ventanas con interfaz y tipografía propia de un equipo de 8 bits, aunque estés corriéndolo con el último Macbook Pro.
Además de esta versión gratuita con unos cuantos puzles hay una versión completa en Steam con más de 100 juegos distintos, así que por problemas de programación que no sea.
Aunque suene paradójico, las herramientas de desarrollo mediante IA hacen creer a los programadores que trabajan más rápido, pero en realidad van más despacio. Esto se desprende de las investigaciones de un grupo de programadores sin ánimo de lucro, que bajo el nombre METR tiene formas de medir el rendimiento real mediante diversas pruebas.
Mientras que los programadores a los que les facilitaron herramientas IA pensaban que serían un 24 por ciento más rápidos, en realidad se retrasaron un 20 por ciento respecto a los tiempos medios en realizar las tareas. Principalmente usaron Cursor Pro con Claude 3.5/3.7 Sonnet.
Este no es el único estudio al respecto; uno de Qodo y algún otro vienen a indicar más o menos lo mismo: que incluso aunque después de haber terminado piensan que son más rápidos, los programadores que usan herramientas IA acaban siendo más lentos.
El profesor Scott Aaronson lleva años trabajando en el apasionante y abstracto tema de la complejidad computacional y preparó un trabajo titulado Why Philosophers Should Care About Computational Complexity acerca de las implicaciones filosóficas que el asunto supone. Además de eso dio esta charla en el campus de la Universidad de Texas, en Austin, donde de forma más cercana y amigable se pueden descubrir todos estos temas relacionados con la computación:
La diferencia entre «conocer» la existencia de un número y poder calcularlo, utilizando números primos como ejemplo. No es lo mismo tener su representación concreta o un algoritmo eficiente para hallarlo que no poder tenerlo.
Funciones extremas y no computables. Algunas como la función del castor afanoso(busy beaver) o la función de Ackermann muestran estructuras tan enormes que superan la capacidad de toda la computación. Esto está relacionado con los trabajos de Turning y Gödel.
Interacción, entrelazamiento y verificación cuántica. Cuestiones complejas cuando hay dos observadores entrelazados: los protocolos de demostración y verificación para varios observadores y partículas cuánticas superan las barreras clásicas de verificación de la computación.
IA y aprendizaje profundo. De predecir a razonar: los LLM transforman la estadística en algo ingenioso, normalmente lenguaje natural. Al mismo tiempo, arrojan luz sobre cómo sufren de «alucinaciones», y prometen la mejora recursiva de sus propias capacidades.
Entre otros datos curiosos deja caer que el mayor primo conocido* es el 282.589.933−1, que el castor afanoso (5) = 47.768.870, con el (6) siendo como mínimo 10↑↑15 (esto es, una torre de potencias de altura 15 como cota inferior) y que la densidad de almacenamiento máxima del Universo es de unos 1069 bits por metro cuadrado de superficie, que está relacionada con la entropía del principio holográfico.
No espero que la computación se llegue a ejecutar en operaciones al ritmo del tiempo de Planck, ni que resuelva el problema de la parada, ni que demuestre que P=NP en tiempo polinómico. Saber de esas limitaciones aporta poco consuelo. Esto es porque, como en el chiste de los exploradores huyendo del oso, «no hace falta superar al oso, tan solo al compañero de huida». Del mismo modo, la IA no necesita vencer los límites fundamentales de la física para cambiar el mundo; basta con que nos supere a nosotros.»
– Scott Aaronson
Cada una de estas cuestiones, desde los límites del conocimiento de los números primos hasta la encrucijada de la conciencia artificial, es todo un terreno explorado someramente. La esperanza radica en la capacidad colectiva de hacernos preguntas ingeniosas, diseñar herramientas innovadoras y a veces de colaborar entre diversas disciplinas.
_____ * Aunque yo tengo el dato del 2136.279.841-1, no sé dónde está el error (?)
¡Ah, los tiempos cumbre de Valle del silicio*. Este precioso plano de Silicon Valley muestra la californiana zona donde se han asentado desde tiempos inmemoriales las empresas tecnológicas. Actualmente también es el título de una serie de «humor tecnológico» altamente recomendable. Aparte de eso ha dado nombre a un sinfín de variantes, incluyendo el Madrid Valley, el Málaga Valley y no se cuántos más.
En este formato gráfico, más parecido al plano de un parque de atracciones que a un plano de una ubicación real, se pueden ver carteles y leer nombres y logos de decenas de empresas. Puede ser todo un juego del tipo «A ver quién recuerda más…» de aquella época de los 80s y 90s… La mayoría de ellas están muertas. Así a simple vista, se ven que a mí me suenen:
Infoworld
Oracle
Hyundai
Fry’s Electronics (¡legendaria tienda!)
Digital
Foxconn
IBM
Sony
Unisys
Seagate
Siemens
Advanced Micro Devices (AMD)
Intel
Apple
Motorola
Seagate
Borland
…
Y ya paro porque si menciono más de los que conozco me sobrevendrá un ataque de viejunez.
Me da la impresión que algo de mapa geográfico tiene porque hay compañías como IBM o tiendas como el Fry’s que aparecen en dos lugares distintos, así que debían tener varias ubicaciones.
Además, la carretera gigante que baja desde San Francisco al norte parece ser la legendaria ruta 101. Alguna otra puede que sea El Camino Real, entre los informáticos conocida coloquialmente como El Camino Bignum, por aquello de que así «tendría más precisión» (los bignum permiten más números que los enteros y los reales, en la notación del lenguaje LISP).
_____ * Hay que aprovechar para recordar que en Panorama para matar (1985), la que fuera última película de Roger Moore de la saga 007, llamaban a la zona «El valle de la silicona», en una traducción tan aberrante como incorrecta.