Por @Alvy

Un proyecto para recuperar viejos disquetes: desde los archivos de Stephen Hawking a software de los vetustos Amstrad / Future Nostalgia (CC) Universidad de Cambridge

La Universidad de Cambridge tiene un proyecto de preservación digital con el precioso nombre de Future Nostalgia. La idea es salvaguardar todo aquello interesante que encuentran en formato disquete antes de que desaparezca por la degradación del óxido de hierro magnetizado. Es una lucha contrarreloj para evitar que la «obsolescencia tecnológica» borre medio siglo de memoria informática.

El proyecto, dirigido por Leontien Talboom, está centrado en concreto en los disquetes con interfaz Shugart en tamaños de 3, 3,5, 5,25 y 8 pulgadas, que son los más comunes y vulnerables. Cual restauradores de obras de arte antiguas, ya han salvado unos 150 de estos disquetes, con contenidos a cual más interesante, entre ellos:

  • Los disquetes de Stephen Hawking. Entre los 113 cajones de documentos que el científico donó a la Universidad de Cambridge había decenas de disquetes de 5,25 y 3,5 pulgadas con sus cartas, conferencias y hasta juegos que usaba con su sintetizador de voz.
  • Correspondencia inédita del político británico Neil Kinnock, de los años 80-90, hallada en disquetes de 8 pulgadas que se creía que solo contenían discursos.
  • Listas y escritos del poeta inglés Nicholas Moore (1918-1986), conservados en disquetes antiguos, una muestra del uso temprano de ordenadores en labores de literatura.
  • Archivos de sociedades paranormales localizados en donaciones a la biblioteca… Porque en el mundo antiguo también había de tó.
  • Disquetes experimentales del sistema Lexitron (1978), uno de los primeros procesadores de texto, que revelan cómo funcionaban las herramientas de edición digital en los años setenta.

¿Y por qué todo esto? Los expertos temen que dentro de unas décadas el periodo de los años 1970-2000 acabe siendo todo un agujero negro documental, al perderse los soportes físicos de la época o el conocimiento técnico para leerlos.

En la práctica cada disquete requiere un trabajo de limpieza y lectura para luego descifrar su sistema operativo y el procesador de texto originales que se usaron. Había algunos poco comunes, como el Diamond Recall de Amstrad. El caso es que los técnicos acaban teniendo que «traducir» o descifrar el código, cual filólogos o criptógrafos.

Además de esta dificultad, se han encontrado con otra curiosidad: algunos disquetes era regrabados varias veces, y contienen «sorpresas». Los hay que tenían etiquetas que no siempre eran fieles a lo que realmente contenían. Abrir cada uno de ellos es como desenterrar una cápsula del tiempo de hace 40 años.

El proyecto Future Nostalgia colabora con la Digital Preservation Coalition, un grupo con el que quieren crear una guía abierta de buenas prácticas sobre la preservación digital. También planean organizar talleres públicos en fechas señaladas, como el World Digital Preservation Day (apunta: próximo 6 de noviembre) para que cualquier persona pueden llevar sus propios disquetes para recuperar datos familiares.

Más información:

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Foto: Universidad de Cambridge.

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Por @Wicho

Foto de producto del Arduino UNO Q, el primer producto fruto de la compraPendiente de las oportunas autorizaciones por parte de las autoridades competentes, Qualcomm ha anunciado que se compra Arduino. No hay cifras oficiales, aunque se estima que la operación debe estar entre los 100 y 300 millones de dólares.

Sí, el fabricante de los procesadores que dan vida a muchos de los dispositivos móviles del mundo, y una de las empresas más tochas del mundo, se quiere comprar la empresa que fabrica las placas que se pueden utilizar para controlar casi cualquier cosa y que son extremadamente populares en el mercado educativo y en el mercado maker.

Así que la duda, inevitable, creo, es cómo van a encajar las culturas de ambas empresas y los planes de futuro que puede tener Qualcomm para Arduino y su hardware y su software.

Por de pronto han anunciado ya su primer producto, el Arduino UNO Q, que lleva un microprocesador Qualcomm Dragonwing™ QRB2210 y un microcontrolador de tiempo real STM32U585 por 39 euros. Junto con él sale también Arduino App Lab, un nuevo entorno de desarrollo.

Tener detrás los recursos de Qualcomm puede ser una gran noticia para la comunidad arduinera. Pero también puede ser un desastre.

Habrá que sacar las palomitas y ver cómo termina esto.

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Por @Alvy

¡Las últimas tendencias de la red que te harán un experto!

Hace unos años, casi el 92 por ciento de los hogares españoles tenía un horno microondas. Así que parece claro que es un chisme que se ha erigido como uno de los iconos de los electrodomésticos modernos, junto a televisores y lavadoras. De hecho hay gente en pisos pequeños que puede apañarse casi sin nada… Excepto sin este pequeño invento para calentar alimentos rápida y fácilmente.

En Taylor.Town hay una completa Historia de los hornos microondas, que cubre desde su nacimiento a mediados del siglo XX hasta la actualidad. Es una historia de mejoras tecnológicas y adaptación a las necesidades de los consumidor, porque el invento es bastante elemental y no ha cambiado tanto con el tiempo.

Un invento militar reciclado

Pantente del MicroondasEl horno microondas nació de la tecnología militar desarrollada durante la II Guerra Mundial, en concreto del magnetrón de cavidad utilizado en los radares.

Los ingenieros se dieron cuenta que esos mangetrones se calentaban sobremanera y servían para templar las manos¹. ¡Ahí había negocio! En 1947 su empresa, Raytheon, presentó el Radarange 1132, un enorme aparato de 1.600 vátios refrigerado por agua basado en una idea sencilla: encerrar los alimentos en una jaula de Faraday y bombardearlos con ondas de 2,45 GHz para agitar las moléculas de agua y generar calor. A Percy Spencer, al que se atribuye la patente, se le derritió una chocolatina al estar cerca de un magnetrón en pruebas. Todo un momento ¡ajá!

Modelos posteriores como el Tappan RL-1 de 1955 estaban más pensados para el público general, pero a 1.295 la unidad (unos 14.000 euros de hoy en día) eran un auténtico lujo. En los años 60 y luego en los 70 y 80s llegaron por fin los microondas baratos, como los Amana y Sharp. De hecho fue Sharp quien inventó el plato giratorio y luego llegarían funciones como el autodescongelado, los botones preprogramados y un calentamiento más homogéneo. De ahí a los modelos conectados a Alexa era cuestión de tiempo.

La ciencia de las microondas

En el artículo La ciencia de los hornos microondas de Greg Blonder hay mucho más detalles sobre cómo estos hornos obran su «magia»¹. En los magnetrones de 2,45 GHz, que curiosamente comparten frecuencia con el wifi y el Bluetooth (de ahí las interferencias que hay –o había– a menudo) las ondas electromagnéticas alcanzan su máxima potencia cada 12,2 cm o fracción, dependiendo del llamado índice de refracción: carne, hielo, agua… es distinto para cada material. Por cierto que eso de que los microondas «cocinan de dentro a fuera» es una leyenda urbana; en realidad la cocción va de la superficie al interior por conducción.

El resumen es que en el interior de un microondas hay patrones con nodos fríos en las paredes y puntos calientes cada pocos centímetros. ¿La solución para lograr el calentamiento uniforme? Hacer girar la comida; basta un motor y algunos engranajes. Este rústico método no es perfecto, pero sirve para la mayor parte de los alimentos, que pueden calentarse a una velocidad de unos 2,8 °C por segundo si son «finos». En general para descongelar se utiliza menos potencia y más tiempo y para calentar rápido, máxima potencia.

Siendo un electrodoméstico presente en la mayoría de los hogares del mundo no me queda claro si ese 8 por ciento que todavía no tiene uno en España es por imposibilidad o por alguna renegación de la tecnología del tipo «la radiación es peligrosa» o «es que destruye los nutrientes».

Habiendo pasado todas las regulaciones de seguridad y si se usan materiales adecuados como recipientes, raro sería que fueran tan temibles. Llevan casi un siglo de vida entre nosotros, y ni tan mal. Así que menos pensamientos raros y más ciencia, café caliente y palomitas.

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¹ Resulta que al padre de Greg Blonder, aunque del segundo artículo, es el que calentaba las manos en un magnetrón durante la II Guerra Mundial, como cuenta el primer artículo.

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Por @Alvy

Un ingenioso sistema para medir con precisión médica la frecuencia cardíaca usando las señales del Wi-Fi

Cinco segundos es todo lo que se necesita para medir la frecuencia cardíaca de una persona mediante señales Wi-Fi con precisión clínica, gracias a un ingenioso sistema desarrollado por un equipo de la Universidad de California, Santa Cruz. No hacen falta relojes inteligentes ni sensores; simplemente estar a menos de 3 metros de distancia.

De momento es una prueba de concepto que nació con la idea de crear un dispositivo wifi barato ayudado por un algoritmo de aprendizaje automático para obtener resultados «clínicamente válidos».

El sistema, bautizado apropiadamente como Pulse-Fi, utiliza la señal de un emisor y un receptor wifi (por ejemplo una Raspberry Pi) para ver cómo se alteran las ondas electromagnéticas al atravesar el cuerpo humano. Esas variaciones incluyen pequeñas fluctuaciones causadas por los latidos del corazón. Son imperceptibles a simple vista, pero detectables matemáticamente cuando se filtra el «ruido» ambiental.

Los investigadores hicieron pruebas con 118 participantes, colocados en 17 posiciones diferentes: sentados, de pie, tumbados, caminando… En todos los casos fueron capaces de registrar la frecuencia cardiaca con un nivel de error mínimo (comparado con un sensor tradicional): el error medio fue de solo 0,5 latidos por minuto. Con periodos más largos de monitorización la precisión mejora todavía más, acercándose a la exactitud de un pulsioxímetro médico.

Sus creadores dicen que ese hardware de 10 o 20 dólares como la ESP32 o la Raspberri Pi funciona bien, independientemente de dónde se coloque en la habitación (siempre que el sujeto esté a menos de esos 3 metros de distancia). Añaden que probablemente con equipos más caros y sofisticados tenga incluso mayor precisión.

Entre las aplicaciones podrían estar la monitorización en el hogar o en salas adaptadas para telemedicina, aunque tampoco sería raro verlo en los gimnasios, supongo. Si la idea funcionara con otros sensores quizá podría también medir la frecuencia respiratoria (y por extensión, la apnea del sueño). Como el wifi está presente en casi todos los hogares del mundo puede esto podría ser un pequeño gran avance en la forma de monitorizar la salud.

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Foto: Erika Cardema / Universidad de California, Santa Cruz.

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