El avión condenado poco después de irse al aire - Toshihiko Sato vía Wikipedia
Hoy se cumplen 25 años del accidente del vuelo 4590 de Air France en el que un Concorde se estrellaba apenas unos minutos después de despegar envuelto en llamas del Aeropuerto de París-Charles de Gaulle. Fue el único accidente del avión durante su carrera comercial. Y, a pesar de lo que se suele decir, no fue lo que terminó con ella. Fue, de hecho, la realidad económica de operarlo la que acabó con él.
Según el informe de la Oficina de Investigación de Accidentes (BEA) francesa la causa del accidente estuvo en que el tren principal izquierdo del Concorde pisó una tira de titanio desprendida de uno de los motores de un DC-10 de Continental Airlines que había despegado unos minutos antes de la misma pista. Eso hizo romperse uno de los neumáticos y que sus restos impactaran el ala, lo que a su vez provocó una fuga de combustible que acabó incendiándose.
Para entonces el avión iba por encima de V1, la velocidad a la que puede detenerse de forma segura. Así que la tripulación hizo aquello para lo que estaba entrenada, despegar con la intención de hacer un aterrizaje de emergencia en el cercano aeropuerto de Le Bourget.
Pero entre los problemas causados por el fuego en los motores uno y dos, los daños estructurales causados por el fuego, y las acciones de la tripulación, el avión terminó por entrar en pérdida y estrellarse contra el hotel Hotelissimo.
En el impacto fallecieron las 113 personas que iban a bordo del avión y cuatro más en tierra.
Sin embargo hay otra versión de los hechos que apunta a que un defecto de mantenimiento en el tren de aterrizaje habría hecho saltar una pieza que sería la causante del incendio; de hecho hay testigos que afirman que el avión estaba en llamas mucho antes de llegar a la zona en la que estaba la tira de titanio.
De todas formas, fuera como fuera, para noviembre de 2001 el Concorde estaba de nuevo en vuelo con modificaciones aprendidas del accidente: depósitos de combustible protegidos por kevlar, ruedas anti reventones y cableado más protegido.
Lo que pasa es que para entonces se habían producido los atentados del 11-S, que provocaron una gran caída en la demanda de vuelos, en especial de vuelos de lujo como eran los del Concorde. Y además, Airbus, que para entonces era quien tenía los derechos sobre el modelo, anunció una gran subida en los costes de mantenimiento.
British Airways, una vez que el gobierno de Margaret Thatcher decidió privatizar la aerolínea, se había encontrado con la necesidad de empezar a ganar dinero con él o asumir que habría que retirarlo. Y vaya si consiguió ganar dinero con él, llegando a obtener unos beneficios 500 millones de libras con él. Así que aunque les habría sido más complicado, podían haberlo seguido operando aún con el nuevo coste de mantenimiento.
Pero Air France, por su parte, nunca se vio en esta necesidad, pues los sucesivos gobiernos franceses fueron asumiendo las pérdidas que generaba el Concorde para la aerolínea, así que siempre voló a pérdidas con él. Con lo que el aumento del coste de mantenimiento era una nueva carga en la operación del avión. Así que básicamente decidió que iba a retirarlo, lo que poco menos que forzó a British Airways a hacer lo mismo.
La aerolínea francesa hizo su último vuelo comercial con un Concorde el 30 de mayo de 2003, mientras que el último de British Airways fue el 24 de octubre. Aunque hubo algunos vuelos de despedida más por parte de las dos aerolíneas hasta que el 26 de noviembre de 2003 un Concorde de British Airways voló del aeropuerto de Heathrow al de Bristol, dónde ahora está expuesto. Fue el último Concorde en volar.
El G-BOAF sobre el puente colgante de Clifton poco antes de aterrizar en Bristol – British Airways
Hoy en día sólo se pueden ver expuestos en algunos aeropuertos y museos. O como un modelo de Lego en tu casa.
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