Como cada 22 de octubre, hoy se celebra el Día internacional del bloqueo de mayúsculas, esa peculiar forma de escritura que usamos para simbolizar ESTAR GRITANDO o –cuando no se abusa de ello ni se hace con mala intencion– enfatizar una palabra o expresión.
Qué mejor día para explorar desde cuándo existe la diferenciación entre letras mayúsculas y minúsculas, un origen que está razonablemente bien documentado.
De roma al siglo VIII
¿Te habías fijado en que los griegos y los romanos SÓLO USABAN MAYÚSCULAS al escribir? Esto es así porque en aquella época no existían las minúsculas y todas las letras y signos se escribían en capitalis monumentalis, que es como llamaban a las mayúsculas.
Hacerlo así debía resultar poco expresivo además de dar lugar a algunas confusiones. Por no hablar de que al ser más elaboradas era más lento escribirlas (sobre todo al picar en piedra, ¡ja!)

Así que a partir del siglo IV los escribas desarrollaron la caligrafía uncial y la semiuncial, que resultaba más rápida y práctica. No había unas reglas fijas y todos los manuscritos de la época muestran cierta variedad.
Del siglo VIII a la imprenta, hasta la actualidad

Hacia el siglo VIII o IX los escribas del imperio carolingio plantean una renovación y unifican el uso de las letras, fijando las reglas que perdurarían para siempre:
- Mayúsculas al inicio de las frases y de los nombres propios.
- Minúsculas para el resto del texto.

En el siglo XII el sistema ya se había consolidado en toda Europa, especialmente con la invención de la imprenta de Gutenberg en el siglo XV, donde se usaban tipos góticos con letras tanto en mayúsculas como minúsculas. En aquella época se llamaban de «caja alta» y «caja baja» porque las mayúsculas estaban en una caja encima de las minúsculas (que eran más accesibles al ser más comunes).
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Imágenes: Grok, Wikimedia Commons, (DP) Leiden University Libraries, (CC) Albert Efraim.
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En la noche del próximo sábado 25 al domingo 26 de octubre hay que retrasar los relojes. A las 3:00 volverán a ser las 2:00. Un cambio en el que ganamos una hora para dormir pero perdemos la ilusión porque vuelven las tinieblas. Y es que en el llamado cambio al horario de invierno se hace de noche antes, y el anochecer, que estaba empezando a las 19:30 (según zonas), pasará a ser a las 18:30 (!) Para compensar un poco, también amanece antes.
