Por @Alvy

El nuevo semáforo con luz blanca: una propuesta para coordinar coches autónomos y conductores humanos / GPT-5Investigadores de la Universidad Estatal de Carolina del Norte proponen añadir una cuarta luz blanca a los semáforos para mejorar el tráfico en entornos donde circulen vehículos autónomos. Si suena futurista es porque lo es… ¿Quién habría pensado que algo tan añejo como el diseño de los semáforos sería mejorable o «apto para robots»?

El sistema, llamado fase blanca, funcionaría con los coches autónomos que colaboraran tanto con los semáforos como entre sí, mediante comunicaciones inalámbricas. Con suficientes vehículos autónomos en un cruce se activaría una luz blanca que indicaría a los conductores humanos que deben seguir al vehículo que les precede. Si predominan los coches tradicionales, el semáforo volvería al modo clásico rojo-ámbar-verde.

Este nuevo modelo emplea computación distribuida: cada vehículo autónomo contribuye al control de la intersección comunicándose entre ellos, reduciendo fallos y mejorando la fluidez incluso si se pierde la conexión con el semáforo. Es como el cruce de la muerte pero en versión funcional.

Dicen que, en las simulaciones, con un 10% de vehículos autónomos se reducen en un 3% los atascos y con un 30%, hasta un 11%. En situaciones con muchos más vehículos de este tipo las mejoras podrían superar el 90%. Lo cual es casi «la ciudad sin atascos». Habría que ver si es una cifra realista, pero las previsiones no están nada mal.

Cambiar todas las infraestructuras de las ciudades y carreteras sería caro y complicado, pero para empezar proponen hacer pruebas en entornos controlados, como puertos, campus universitarios y zonas logísticas, donde puedan circulan más vehículos automatizados.

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Por @Alvy

La fusión del arte y la tecnología: D3 gallery y D3 | Observable forman un nuevo dúo dinámico

La galería D3 de Mike Bostock incluye unos preciosos ejemplos de proyecciones cartográficas del mapa del mundo, más en concreto de algo parecido a las indicatrices de Tissot (aunque no exactamente iguales). Estas indicatrices son básicamente círculos o elipses ubicados sobre el mapa y deformados según los ángulos y distorsiones de cada proyección. Basta concentrarse pensando en ellos como en que todos los círculos son iguales en realidad, y guardan la mismas distancias, se vean como se vean dibujados sobre el plano.

Lo mejor es que en la galería de indicatrices de Tissot que Bostock mantiene en Observable se pueden ver decenas de proyecciones distintas: desde las que deforman su aspecto con suaves curvas a otras más poligonales y radicales; algunas son continuas, otras parecen cortadas en lóbulos por el vacío espacial… La que ilustra esta anotación es la proyección de Robinson, que mantiene bastante bien los tamaños de los círculos aunque se aproximan y solapan en las latitudes extremas.

La galería tiene su código para quien esté interesado en ver cómo funciona todo. Permite construir una malla global de círculos entre las latitudes -80° y 80° y las longitudes -180° a 180°, espaciados cada 10°. Ideal para crear mapas interactivos o modelos visuales de distribución de datos planetarios. O para ver cómo sería un mundo imaginario con su mapa 2D equivalente a la superficie que hayas diseñado a medida.

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Por @Alvy

El mundo perdido descrito por el Inventio Fortunata plasmado en parte en el Globo de Behaim / GTP-5

Explorando algunos enlaces antiguos me topé con la descripción y gran historia del Inventio Fortunata, un libro que data probablemente del siglo XIV pero que se perdió con los tiempos y del que no existe ningún ejemplar. En él aparece la zona del Polo Norte, algo inexplorado hasta entonces, de una forma un tanto peculiar: como una gran montaña de piedra magnética, rodeada por olas, remolinos y cuatro grandes mares. Adentrándome en el tema, he encontrado referencias al Globo de Behaim (1492-1494), que se considera históricamente la primera representación esférica de la Tierra.

Un libro con una historia peculiar

En casi todos los sitios que encontré se cuenta más o menos lo mismo sobre el Inventio Fortunata. Se atribuye a un fraile inglés de Oxford del siglo XIV, probablemente en tiempos de Eduardo III, del que se dice que viajó a la zona polar hacia 1360. Recopiló sus apuntes en forma de libro para relatar al Rey sus descubrimiento, pero hacia 1490 ya se habían perdido todas las copias. Muchos lo apodan «el libro que se inventó el Polo Norte» porque obviamente el viajero no llegó hasta muchas de aquellas zonas ni la presentación resultaba fiel a la realidad (ni la «gran montaña magnética» existe, obviamente). Existe la posibilidad de que se inspirara en Plinio, Ptolomeo y algunos relatos medievales.

(…) En medio de los cuatro continentes hay un remolino en el que se vierten los cuatro mares que dividen el Norte. Y el agua gira a su alrededor y desciende hacia el interior de la Tierra, como si se vertiera a través de un embudo de filtración. Tiene una anchura de 4 grados a cada lado del Polo, es decir, unos 8 grados en total. Excepto que justo debajo del Polo hay una roca desnuda en medio del mar. Su circunferencia es de casi 33 millas francesas, y está compuesta por completo de piedra magnética. Y es tan alta como las nubes (…) se puede ver todo alrededor de ella; es negra y reluciente. Y nada crece sobre ella, pues no hay en ella ni un puñado de tierra.

Septentrionalium Terrarum descriptio. Un mapa del Polo Norte / Gerardus Mercator / 1577
Septentrionalium Terrarum descriptio. Un mapa del Polo Norte / Gerardus Mercator / 1577

Lo interesante es que luego aparecen personajes como el explorador Jacobus Cnoyen, que conocía el libro y había creado sus propias reproducciones en base al original. Mucho después del descubrimiento de América, la idea de aquel Polo Norte llegó hasta los tiempos del cartógrafo Mercator, quien se movía en los mismos círculos de saberes geográficos y que en 1577 (1623 según otras fuentes) todavía completaba regiones desconocidas de sus mapas con los relatos que habían llegado a lo largo de la Historia, a falta de algo mejor.

Seguir leyendo: «El mundo perdido descrito por el «Inventio Fortunata» plasmado en parte en el histórico Globo de Behaim»

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Por @Alvy

Ciudades inundadas por las aguas: otra forma de concienciarse, esta vez en 3D
El puerto de Barcelona inundado por las aguas (6,5 metros)

Sea Level Rise 3D Map es una demostración-simulación con datos de Google y código disponible en Github creada por Akihiko Kusanagim, «Nagix». Muestra cómo se verían las ciudades con la elevación del nivel del mar que se antoja inevitable en las próximas décadas y siglos.

Similar a FloodMap, lo bonito de este simulador es que las imágenes son en 3D y es posible moverse por ellas como en Google Maps/Earth. Basta indicar un lugar en el buscador para saltar directamente y luego usar los botones de la derecha o el ratón y las ruedas para el zoom, con mayúsculas/alt/control para realizar diversos movimientos y cambiar de ángulo. Eso sí, si se abusa de la aplicación durante mucho tiempo se agota la disponibilidad de los «datos gratis de los mapas de Google» y hay usar trucos como cambiar la hora.

La visualización permite visualizar la elevación del nivel del mar, en metros, con el deslizador de la izquierda, y la hora del día para recrear sombras con el de la parte inferior.

Lo he estado probando y además de las icónicas ciudades americanas, que tienen mucho detalle 3D, también funciona con las ciudades españolas, aunque el 3D sea ligeramente menos realista. Pero, para asombrarse, basta.

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