La corona solar vista por el instrumento ASPIICS de la misión Proba-3 el pasado 25 de mayo – ESA/Proba-3/ASPIICS/WOW
¿Sabes cuando estiras un brazo para tapar el Sol con la mano y así intentar ver algo en el cielo que está cerca de él? Pues, salvando todas las distancias, es lo que acaban de hacer las naves de la misión Proba-3 de la Agencia Espacial Europea (ESA) para crear su primer eclipse solar artificial y así conseguir imágenes de la corona solar.
Lanzada el cinco de diciembre de 2025 por un PSLV-XL desde el Centro Espacial Satish Dhawan en Sriharikota, India, la misión está formada por dos naves que vuelan de forma independiente pero coordinada.
Son el Ocultador –tu mano– y el Coronógrafo –tus ojos–, que aunque fueron lanzados juntos pronto se separaron para que desde el control de la misión fueran viendo su capacidad de maniobra y de mantener una posición relativa con precisión.
De hecho para obtener la imagen de arriba el Ocultador se colocó a 150 metros de distancia del Coronógrafo y mantuvo su posición con una precisión de hasta un milímetro durante varias horas. Eso hizo que su disco de 1,4 metros de diámetro se proyectara como una sombra de ocho centímetros sobre la apertura de cinco centímetros del instrumento ASPIICS.
Impresión artística de las dos naves de la misión en órbita alrededor de la Tierra y de la sombra que proyecta el Ocultador sobre el Coronógrafo – ESA
Lo que hacen las dos naves de la misión es lo que hacemos en la Tierra durante un eclipse total de Sol para obtener imágenes de la corona solar gracias a la Luna. Pero si bien los eclipses se dan, como mucho dos veces en un año, aunque lo más habitual es que sea uno al año, Proba-3 puede crearlos a voluntad.
Además, si un eclipse natural dura apenas unos minutos desde cada punto de observación, Proba-3 puede hacerlo durar hasta unas seis horas durante cada una de sus órbitas, que duran algo menos de 20 horas.
Esto es porque aprovecha la parte más alejada de la Tierra de su órbita altamente elíptica de 600×60.530 kilómetros para volar en formación, ya que la influencia de la gravedad de nuestro planeta es menor en esos momentos.
Por el contrario, cuando se van a acercando a la Tierra adoptan posiciones relativas que aseguran que las dos naves no vayan a chocar. Es también durante esa fase cuando vuelven a adquirir datos de los sistemas de posicionamiento para determinar sus posiciones de cara a la siguiente órbita.
Por ahora la misión aún está en la fase de puesta en marcha, así que desde el control de la misión observan atentamente el desarrollo de las maniobras por si hubiera que intervenir. Aunque la idea es que el el futuro la misión funcione de forma totalmente autónoma.
Al no estar metida dentro de la atmósfera la misión puede obtener unas imágenes de la corona del Sol bastante más precisas y detalladas que las que obtenemos desde tierra. La idea es que Proba-3 nos de nuevos datos que nos permitan entender mejor el origen de las eyecciones de masa coronal (CME), que pueden perjudicar el funcionamiento de los satélites y las redes eléctricas de la Tierra. La misión también medirá la irradiancia solar total, lo que permitirá seguir los cambios en la producción de energía del Sol que pueden influir en el clima de la Tierra.
Además, está sirviendo como plataforma de pruebas para los sistemas de navegación y posicionamiento que monta, que podrán ser incorporados en futuras misiones.