Por @Alvy

Sobre la «Disertación acerca del arte combinatorio / Leibniz, imagen limpiada con GPT-5» de Leibniz

Buscando algo de orden en el universo, Gottfried Leibniz publicó en 1666 su Disertación acerca del arte combinatorio, que aunque él mismo más tarde reconoció que no era gran cosa, tiene su interés.

En esta tesis plantea que todos los razonamientos que el ser humano pueda llegar a hacer se reducen a combinaciones de ideas básicas en forma de sonidos, letras o números. Su idea era enumerarlos: planteó una especie de «alfabeto del pensamiento» con los conceptos primarios. Luego se podría jugar con todos los símbolos que lo componían, incluyendo sujetos y predicados, para generar juicios y descubrir verdades. Introdujo conceptos como las permutaciones y combinaciones matemáticas para ello.

Esto sería una forma de razonamiento sistemático en lugar de intuitivo, apto para ser mecanizado. Estaba inspirado a partir del Ars Magna Generalis de Ramón Llull (del 1305, siglo XIV) y, como era costumbre en aquellos tiempos, estos trabajos mezclaban cuestiones matemáticas, lógicas y teológicas, campos a veces no muy desarrollados que hoy en día se consideraría que ni venían a cuento.

De ahí a la Biblioteca de Babel de Borges hay un paso.

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Por @Alvy

Medio mundo está flipando ante los asombrosos descubrimientos de un grupo de científicos marinos argentinos del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) y el Schmidt Ocean Institute. Están explorando las profundidades abisales del océano frente a Mar del Plata, a bordo del Falkor (too), un barco-laboratorio con más tecnología que un episodio de Star Trek.

Desde el barco han bajado a las profundidades abisales un robot submarino llamado cariñosamente SuBastian (sí, como el cangrejo de La Sirenita, pero sin el acento caribeño) a más de 4.000 metros de profundidad. ¿El objetivo? Mapear montes submarinos, estudiar corales y esponjas abisales, y recolectar muestras de organismos que probablemente ni saben que existe algo llamado «superficie» en el planeta. Como lo están retransmitiendo en vídeo de ultra alta definición –creo que en tiempo real, y luego hay resúmenes reaccionados de todo tipo en YouTube– está viralizándose, como quien dice. Minipunto para la ciencia popular.

¿Qué han encontrado hasta ahora? Pues criaturas rarísimas que parecen salidas de una peli de Guillermo del Toro: esponjas gigantes, peces con cara de «yo no pedí nacer aquí» y estructuras geológicas que nos dicen cómo se mueve la Tierra bajo el mar, como si fuera una placa tectónica con resaca. En el vídeo «volumen 5» aparecen, en otros, un pez trípode y una especie de anémona que podría ser una mano robótica con chupópteros en vez de dedos.

Pero lo más asombroso es que gran parte de ese ecosistema nunca lo había visto ningún ser humano. Los científicos están, literalmente, descubriendo nuevos mundos… Y sin necesidad de salir del planeta. Eso sí, los selfies con las medusas que brillan en la oscuridad, que no falten.

Actualización (8 de agosto de 2025) – Ya apareció la estrella de mar «culona» también apodada Patricio, como el de Bob Esponja. (¡Gracias, Javier, por el enlace!)

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Por @Alvy

Para mi pocas cosas son tan mágicas en la física como el magnetismo; quizá los giróscopos, pero poco más. Ahora bien, entender cómo funciona el magnetismo de los imanes, que permite sujetar objetos, levitar o generar electricidad requiere conocer mucho más sobre ellos.

En este vídeo de Ciencia de sofá se explica precisamente cómo funcionan los imanes y por qué no todo puede ser magnético. Es una explicación sencilla a la par que divertida, más propia de clase de física de adolescentes que de divulgación científica, entretenida de ver.

La clave está en los electrones y en una de sus propiedades cuánticas, el espín. El espín es difícil de imaginar porque en mecánica cuántica todo parecido con la realidad es pura coincidencia, pero digamos que cuando los electrones del átomo están libres y sus espines están alineados los átomos se comportan como minúsculos imanes. Junta muchos iguales y ya tienes un efecto macroscópico, algo capaz de «pegar» un recuerdo veraniego en la puerta de la nevera o generar electricidad con el cableado adecuado.

Pero no todo puede ser magnético, porque se requieren tres cosas:

  • Electrones desemparejados: algunos átomos tienen electrones con momentos magnéticos que no se anulan y se refuerzan entre sí. El cobre o el hierro los tienen. En cambio los que los tienen emparejados no pueden magnetizarse.
  • Alineación entre átomos: en los materiales ferromagnéticos los momentos magnéticos de los átomos apuntan en la misma dirección. En el hierro o el neodimio esto también puede ser así.
  • Dominio magnético ordenado: las regiones internas (dominios) del material deben estar alineadas para producir un campo magnético perceptible a nivel macro. Esto puede conseguirse imantándolo, esto es, frotándolo con un imán fuerte.

Con hierro, níquel, gadolinio o aleaciones como el neodimio-hierro-boro se pueden fabricar buenos imanes.

La respuesta a la pregunta que titula el vídeo es curiosamente algo fundamental: ¿Y por qué los electrones tienen espín y momento magnético? Pues porque sí. Es una propiedad fundamental de la materia, como la masa o la carga eléctrica. De momento hay que conformarse con esa explicación; tal vez en el futuro sepamos algo más sobre cómo funciona el universo y demos con algo más básico al respecto.

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Por @Wicho

Desde finales del pasado mes ya están en órbita los dos satélites de la misión TRACERS de Tandem Reconnection and Cusp Electrodynamics Reconnaissance Satellites, Satélites de reconocimiento de reconexión y electrodinámica de cúspides en tándem. Su objetivo es medir la interacción del viento solar con el campo magnético de la Tierra que nos protege de lo peor de él.

Para ello los dos satélites gemelos giran alrededor de nuestro planeta en una órbita sincrónica al Sol de 600 kilómetros de altitud y 97,7º de inclinación que los lleva a pasar por unas zonas en forma de embudo que hay sobre los polos en los que el campo magnético es especialmente débil.

Imagen de microscopio electrónico de barrido de la GFAJ-1 - Science / AAASPero es que es justo por allí por dónde las líneas del campo magnético que son «arrancadas» por el viento solar vuelven a conectarse con él en un fenómeno conocido como reconexión magnética. Ese proceso tiene enormes repercusiones en la Tierra, desde provocar auroras hasta interrumpir las comunicaciones y causar problemas en las redes eléctricas terrestres o interferir con el funcionamiento de los sistemas de navegación por satélite. Pero no lo entendemos muy bien.

De ahí TRACERS, que pasaran por esas zonas de reconexión en repetidas ocasiones para poder medir el fenómeno tantas veces como puedan. Además, a lo largo de los doce meses de la misión se modificará su posición relativa en órbita para que pasen por el mismo punto con una separación de entre 10 segundos y dos minutos. Esto les permitirá también ver cómo cambian los eventos de reconexión magnética con el tiempo.

Para ello cada uno de ellos monta cinco instrumentos: un detector de electrones (ACE), otro de iones (ACI), un magnetómetro (MAG) principal y otro secundario (MAGIC), y un detector de ondas magnéticas (MSC).

Aunque ahora mismo el equipo de la misión está teniendo problemas para poner en marcha uno de los dos satélites, ya que su subsistema de energía no está respondiendo según lo previsto, por lo que la fase de puesta en marcha está en pausa mientras ven qué hacer.

TRACERS tiene un blog, a la vieja usanza, para poder seguir las novedades. Hasta tiene su feed RSS y todo.

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